Javier Oliva Posada

ƑY para cuándo Fahrenheit 9/11?

Ese documental de Michael Moore ya fue catalogado en Estados Unidos como el que más dinero ha recaudado en el fin de semana de su estreno: poco más de 200 millones de dólares. Su proyección ha dado pie a un intenso debate político en varias partes del mundo, principalmente en Europa. Sin embargo, aquí en México sigue sin ser exhibido comercialmente. No creo que sea por falta de interés (económico) de los exhibidores o de los distribuidores. Hay tantas y tan malas películas en cartelera que ninguna de esas dos razones parece convincente.

Tampoco me parece que no se proyecte por el tipo de espectador promedio que somos, es decir, que resulte "lejana" a la temática a la cual nos tienen acostumbrados los circuitos comerciales del cine. Lo cierto es que mientras pasan las semanas, lógicamente el interés ahora sí comercial por el documental comienza a descender, y con ello la posibilidad de verlo en nuestro país. Yo tuve la oportunidad de verlo y francamente me pareció impactante. No sólo por los sentimientos que pueden despertar la guerra y sus secuelas, sino también por la forma en que Moore evidencia la mentira e incapacidad política del presidente Bush y su equipo; esto tendrá sin duda efectos sobre la elección presidencial de noviembre.

Con el incremento de 7 por ciento al presupuesto del Departamento de Defensa, como apunté en la anterior entrega, la búsqueda de armamento de última generación, así como una enorme masa de dinero para las incursiones en Irak y Afganistán, nos hacen prever fácilmente que las tensiones internacionales en un hipotético segundo gobierno republicano aumentarán. Pero un dato que no debe escapar al análisis fue la votación en el Senado y la Cámara de Representantes: 96 votos contra cero y 410 contra 12, es decir, prácticamente el apoyo unánime de los dos partidos políticos a la propuesta del presupuesto militar de George W. Bush.

Así las cosas, no obstante la intensa campaña que desarrollan Bush y John Kerry por ocupar la sala oval de la Casa Blanca, han comenzado a enfocarse hacia un factor electoral determinante al cual cada uno ha procurado hacerle llegar el canto de las sirenas de la regularización de la calidad migratoria.

Los mexicanos siguen siendo la mayoría de las minorías latinas. La forma desesperada y trágica en que algunos han buscado normalizar su estadía en Estados Unidos, a través de su enrolamiento en las fuerzas armadas, denotan un conflicto muy serio entre el real interés por la supremacía militar y la viabilidad personal y permanencia legal en aquel país.

Un aumento de 3 por ciento en los salarios para los militares en el próximo ejercicio fiscal también es un factor atractivo para aquellos inmigrantes que al no conseguir un trabajo lo suficientemente remunerado buscan en su alistamiento una forma segura de alcanzar un nivel adecuado de subsistencia.

Pero, Ƒqué tiene que ver todo esto con Fahrenheit 9/11? Pues varias cosas. La primera, que acceder a un formato tan crudo y directo como es un documental deja al descubierto el engaño y la sinrazón con la cual han sido conducidos a la muerte cientos de jóvenes soldados estadunidenses.

Un día sin mexicanos será una broma infantil comparada con la posibilidad de que los electores primero y después los inmigrantes mexicanos hagan un alto respecto del compromiso literalemente vital con Estados Unidos. Esperemos ver en México el documental de Moore antes de las elecciones presidenciales, de lo contrario podríamos ser testigos de una censura política, orientada por la conveniencia de ocultar elementos para que desde aquí podamos decir a los estadunidenses: šfíjense bien por quién votan!

El desarrollo de la campaña por la presidencia de Estados Unidos gradualmente ha ido involucrando el tema México, solo que ahora estamos frente a los primeros comicios para renovar el Ejecutivo de ese país, desde los atentados del 9/11. La dinámica y complejidad han aumentado. El peso electoral de los inmigrantes de todas las nacionalidades también.

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