Las jugosas
ganacias de big Pharma
El siguiente discurso fue pronunciado como parte de
un debate sobre las patentes, la elaboración de medicamentos genéricos,
y el VIH/sida, durante la XV Conferencia Internacional del Sida en Bangkok.
Walden Bello
Cada vez un número mayor de personas cuestiona
a las grandes compañías farmacéuticas, o como se les
conoce hoy en círculos empresariales, los big Pharma. Cada vez más
gente se pregunta: ¿Son los big Pharma parte de la solución
o parte del problema?
Mientras Naciones Unidas y otros organismos trabajan con
gobiernos de África y Latinoamérica para frenar la ola de
infecciones, big Pharma ha procurado que el gobierno de Estados Unidos
recurra a mecanismos como el bloqueo de ayudas para presionar a Sudáfrica
a que anule su nueva ley de licencias obligatorias que permite la fabricación
de fármacos antirretrovirales más baratos (copias genéricas
de los medicamentos patentados). También ha amenazado con demandar
al gobierno sudafricano por violar los derechos de patentes. Llegó
incluso a servirse del entonces vicepresidente Al Gore para que presionara
al presidente sudafricano Thabo Mbeki.
Cuando en noviembre del 2001, durante el cuarto encuentro
ministerial de la Organización Mundial del Comercio se adoptó
una declaración según la cual la salud pública tenía
prioridad sobre los derechos de propiedad intelectual, big Pharma dedicó
dos años a tratar de socavar dicho acuerdo presionando a países
para que impusieran condiciones onerosas a la venta de medicamentos genéricos
por parte de países en desarrollo con capacidad para fabricarlos,
hacia aquellos desprovistos de ella.
Cuando se trata del VIH/sida, a big Pharma le preocupa
menos salvar vidas que proteger sus propias patentes y reforzar su interpretación
del acuerdo sobre derechos de propiedad intelectual relacionados con el
comercio, así como limitar las licencias obligatorias, impedir la
exportación de fármacos (genéricos) fabricados bajo
dichas licencias, y bloquear las importaciones paralelas (tanto de medicamentos
de marca como genéricos).
¿Qué hay detrás de esta actitud insensible?
Esta es la lógica de big Pharma: Sin la muy amplia protección
que exige para sus patentes, sin las jugosas ganancias que se desprenden
de dicha protección, no habría ni investigación ni
desarrollo, ni innovación ni descubrimientos, y de este modo mucha
más gente moriría de sida y otros padecimientos. Así
que cuando usted oiga por parte de la Organización Mundial de la
Salud que la mayoría de los medicamentos patentados rebajan de veinte
a cien veces su costo de fabricación, no se enoje: Recuerde que
no se trata aquí de precios de mercado, sino de precios de monopolio
destinados a seguir respaldando la investigación y el desarrollo.
Mitos y realidades
La posición de big Pharma respecto a la necesidad
y eficacia de la investigación y el desarrollo se basa en una serie
de mitos y distorsiones obvias, de las cuales analizaremos aquí
sólo algunos. big Pharma intenta destacar el hecho de que sólo
sus esfuerzos son la clave del desarrollo de fármacos, y que ésta
es la razón por la que debemos aceptar los precios de monopolio
que imponen a los fármacos. Al respecto fue típico el reclamo
de Burroughs Wellcome (hoy parte de Glaxo Wellcome) de haber descubierto
la azidotimidina, o AZT. De hecho quien lo hizo fue el equipo de un organismo
público, el Instituto Nacional de Cáncer de los Estados Unidos,
en colaboración con investigadores de la Universidad Duke.
Entre los alardes de big Pharma figura el estar desarrollando
actualmente 73 fármacos contra el sida. Miren de cerca y descubrirán
que la mayoría de las compañías involucradas en esta
investigación reciben apoyos sustanciales por parte del gobierno
a través de investigadores a su vez respaldados por los Institutos
Nacionales de Salud. En otras palabras, big Pharma dice que hace investigación
y desarrollo, pero lo que hace en realidad es absorber al máximo
el dinero de los contribuyentes para desarrollar medicamentos que son básicos
e indispensables para preservar la vida.
Big Pharma alega que es necesaria una estricta protección
de las patentes porque se requiere de 500 millones de dólares para
colocar tan sólo un medicamento en el mercado. Como lo señala
un experto en industria farmacéutica, Merrill Goozner, profesor
de periodismo en la Universidad de Nueva York, se trata de una cifra que
es falsa por varias razones --una de ellas es que la mayoría de
los llamados nuevos medicamentos no son precisamente novedades clínicas.
De hecho, 40 por ciento de la investigación y desarrollo industrial
se dirige a producir variaciones mínimas de fármacos ya existentes,
y no a producir otros nuevos.
Además, muchos de los supuestos costos del desarrollo
de fármacos se destinan a gastos de una mercadotecnia diseñada
para convencer a la gente que compre diversas versiones del mismo medicamento.
El sector de mayor crecimiento en big Pharma es el mercadotécnico,
no el de investigación y desarrollo.
Otro costo, que se factura en la cifra de los 500 millones,
es el de los elevados sueldos de las capas ejecutivas de diversas compañías
farmacéuticas. big Pharma garantiza un reembolso de 20 por ciento
sobre la inversión, lo que la vuelve la industria más rentable
en Estados Unidos.
De manera creciente, según The Toronto Star,
"big Pharma ya no inventa fármacos. Obtiene las licencias de compañías
menores por todo el mundo, o de plano las compra al adquirir las compañías
que tienen esos derechos, endosándole al consumidor los altos costos
de dicha operación." Los consumidores de fármacos en el mundo
entero soportaron la carga, en forma de precios más elevados, de
la reciente adquisición que hizo Pfizer de la Warner Lambert and
Pharmacia Corporation.
Lo que se dispone a realizar la industria no es innovación
sino variaciones del mismo medicamento o terapia, y es esto por lo que
debe aferrarse de tal modo a las patentes existentes, ya sea en fármacos
contra el VIH/sida o para tratar enfermedades tropicales, o contra el cáncer.
En pocas palabras, esta industria se está transformando en una nueva
clase de rentistas --una clase cuyo ingreso procede de rentas inmobiliarias
o de intereses hipotecarios u otros tipos de inversiones.
Walden Bello es profesor de sociología y administración
pública en la Universidad de Filipinas y director ejecutivo de Focus
on the Global South, un instituto que opera en Bangkok, Tailandia.
Versión editada de la ponencia en la XV Conferencia
Internacional de Sida en Bangkok.
Traducción: Carlos Bonfil. |