345 ° DOMINGO 1 DE  AGOSTO DE  2004
Entrevista con Carlos Monsiváis
El primer
"autogolpe de Estado"
de la incompetencia

Jesús Ramírez Cuevas

"Mientras más lo critican, más se refugia en la soledad; mientras más se concentra en el aislamiento, más lo critican", resume el cronista Carlos Monsiváis la relación entre el presidente Vicente Fox y el denominado círculo rojo. En entrevista, el escritor examina el denonado esfuerzo de Fox por dilapidar la enorme credibilidad y apoyo ciudadano de sus inicios. "Se trata del primer autogolpe de Estado a cargo de la incompetencia, el vacío conceptual, el capricho dinástico frustradito, el reaccionarismo que sólo sabe darle puestos bien remunerados a los fundamentalistas, y el estupor ante el fracaso. Esto es único, y ojalá, irrepetible".
 
 
Ilustración: Rosario Mateo
ES YA UN LUGAR COMUN decir que el presidente Vicente Fox menosprecia la crítica y descalifica la mala voluntad del círculo rojo, como se le llama a los medios, analistas, periodistas y organizaciones civiles críticos de su gobierno.

El escritor Carlos Monsiváis afirma que “nunca se ha vivido tanto y tan intensamente la libertad de expresión, ni se ha ido tan a fondo en la crítica”.

Esta verdad alimenta el proceso complementario –apunta el escritor–, el del desencanto de la sociedad frente a un Fox que combina la “astucia fallida” con la “ineptitud lograda”: primero se le escucha con desconfianza; después con incredulidad; luego con el mayor desaliento; al final se le deja de oír y “se renuncia a la búsqueda del humor involuntario”.

Al hablar de la relación del Presidente con la crítica, el reconocido cronista explica que “en su imaginario los críticos son aquellos que no captan su buena voluntad, que no soluciona nada pero eso es lo que él tiene, así que lo soluciona todo”.

El autor de Entrada Libre plantea la paradoja de que “el periodo de gracia (de Fox) termina no como una rebelión sino como un bostezo de arrepentimiento”. En ese tránsito de la esperanza al fracaso, Monsiváis subraya los propósitos inconfesados de los “Apóstoles del Voto Util”, quienes buscaron afanosamente convencer a todos de las bondades de sufragar por el “candidato de la derecha” (“muy su gusto”, anota): “el voto útil es en muy buena medida distinto al simple voto por Fox, porque se quería conceptualizar la rendición de la izquierda. Eso fue mezquino y pueril”.

Damos paso a la entrevista con Carlos Monsiváis, miembro prominente de ese sector que, proponiéndoselo o no, funciona como algo parecido a una conciencia crítica de la sociedad. Pero como él mismo advierte, el papel de la crítica “no es provocar cambios sino dialogar, de modo estimulante, con los que deciden los cambios: los partidos, las asociaciones políticas, las ONG, la ciudadanía”.

En ese sentido, apunta el escritor, “uno de los debates urgentes, que trasciende con mucho la idea casi cabalística del círculo rojo, es el sentido de la memoria histórica”, para lo que se requiere “una batalla cultural” que clarifique los crímenes del pasado y explique lo sucedido esos años.

–En 2001, cuando el presidente Fox califica de círculo rojo a los críticos, dispone de un gran respaldo de la sociedad o de la ciudadanía. ¿Cómo describes la relación de Fox con los medios y la opinión pública en este periodo de "luna de miel", para usar una de sus expresiones casaderas?

–Entre 2000 y 2001 Fox dispuso de una enorme credibilidad muy pronto vuelta recelo, luego incredulidad, más tarde rechazo parcial y hoy tal vez situable como fuga masiva de las esperanzas en él depositadas. Esto me parece injusto, en la medida en que, sensatamente, no se debió confiar nunca en una persona tan desprovista de conocimientos básicos sobre el país y el mundo, pero obró milagros la necesidad de erradicar al PRI de Los Pinos, y por eso se invistió a Fox de todas las cualidades. Esto tiene pros y contras, y no admite descripciones facilonas. El que quería votar por Fox estaba en su derecho, como yo lo estuve al votar por Cuauhtémoc Cárdenas.

En lo que a opinión pública se refiere, el problema no es el voto antipriísta o panista, sino la suprema necedad de los Apóstoles del Voto util. Si querían apoyar a un candidato de la derecha, muy su gusto; lo inconcebible es su invitación (patética) a la izquierda para que apoyase a la derecha, insistiendo en la desaparición de las distinciones entre izquierda y derecha. Un Apóstol del Voto util llegó a escribir en La Jornada que el PAN no era derechista. El voto útil es en muy buena medida distinto al simple voto por Fox, porque se quería conceptualizar la rendición de la izquierda. Eso fue mezquino y pueril.

Vuelvo a tu pregunta. La necesidad de tener razón de los votantes no derechistas de Fox le dio una “tregua”, el “vale por dos años de errores adjudicables a la inexperiencia”. Y lo que sucedió en ese periodo es impresionante: el tiempo transcurrió a favor de la profundización de la inexperiencia. Lo que el gobierno de Fox no sabía se transformó en lo que nunca podría saber. Y “la luna de miel” se disipa entre asombros, desilusiones y frustraciones, pero, no está de más aclararlo, un sector amplísimo no se desilusiona de Fox, se desilusionó de su credibilidad al suponer que el desconocimiento enciclopédico de México es la garantía del buen gobierno. Así, el “periodo de gracia” termina, no con una rebelión sino con un bostezo de arrepentimiento.

–¿Cómo se ha dado la evolución de Fox con el círculo rojo?

–Los reflejos políticos del Presidente son, por lo que se refrenda a diario, escasos y de corta duración. Y en su imaginario los críticos son aquellos que no captan su buena voluntad, que no soluciona nada pero es lo que él tiene, así que lo soluciona todo. Al principio, Fox cree que la crítica va en contra de los regímenes del PRI y no se dio por enterado. “Ahí te hablan”. Al advertir que las críticas sí lo aludían y lo cercaban, se indignó y despotricó pero, hay que admitirlo, sin energía visible. A veces da la impresión de alguien tan dolido con la ingratitud que se promete ser un anacoreta díscolo en su próxima rencarnación. Mientras más lo critican, más se refugia en la soledad; mientras más se concentra en el aislamiento, más lo critican. Al fin y al cabo no lo eligieron para que pregonase milagros en sus giras para el extranjero.

–¿Te parece que ve en las giras sus momentos ideales de gobierno?

 
Fotografía: La Jornada/
Carlos Ramos Mamahua
–En los banquetes y las visitas protocolarias no se cuestiona a los visitantes. No hay postres antiautoritarios.

–La mayoría de los medios apoyó al gobierno de Fox al principio, pero el círculo rojo nunca fue un refugio de resentidos, sino la constancia de los hechos que se amplía a diario. ¿Qué sucede con el desencanto generalizado?

–Fox no le ha cumplido a nadie, quizá porque ya no se acuerda de lo que prometió. Y el periodo del “disculpar al novato” ha dado paso a la atención crítica de lo que Fox actúa, y dice. Fox quiere engatusar, distraer, persuadir por la astucia. Algo así, no los conceptos sino los reflejos condicionados. Más que ningún otro elemento, lo suyo es la combinación de astucia fallida con ineptitud lograda, y esto intensifica la crítica. Y se suceden vanas etapas:

—Se oye a Fox con desconfianza, y se atribuye su lenguaje y sus actitudes a las décadas del PRI que desarmaron conceptualmente a la oposición.

—Se oye a Fox con prevención por su habla fundamentalista y su deseo de quedar bien con los obispos.

—Se oye a Fox con incredulidad porque no puede decir en serio su cadena de improvisaciones, ni puede prometer simplemente porque le gusta.

—Se oye a Fox con el mayor desaliento, porque ya se sabe que, así se contradiga belicosamente, por lo común lo que dice lo está queriendo decir en serio.

—Se deja de oír a Fox, salvo con propósitos de escudriñamiento divertido de los textos.

—Se renuncia a la búsqueda del humor involuntario.

–¿Se ha producido en algún otro momento de la historia mexicana el derrumbe de un gobierno como el ahora presentado?

–No, porque aquí se trata del primer “autogolpe de Estado” a cargo de la incompetencia, el vacío conceptual, el capricho dinástico frustradito, el reaccionarismo que sólo sabe darle puestos bien remunerados a los fundamentalistas, y el estupor ante el fracaso. Esto es único y, ojalá, irrepetible.

–¿Cuál es el papel de la crítica en el cambio democrático? ¿Cómo puede la crítica promover cambios de percepción y de comportamiento de gobernantes y gobernados?

–No tengo tanta confianza en la crítica, su papel no es provocar cambios sino dialogar, de modo estimulante, con los que deciden los cambios: los partidos, las asociaciones políticas, las ONG, la ciudadanía. Estoy más que convencido: atribuirle a la crítica periodística e intelectual las transformaciones es en el mejor de los casos simplificar en demasía el proceso de politización o de radicalización. La crítica sí tiene resonancias pero casi nunca son de corto y mediano plazo o de causa-efecto. La crítica ha sido, y sigue siendo, la gran referencia de salud mental, de uso generoso de la inteligencia, de los poderes del razonamiento. ¿Pero cuántos leen y cuántos razonan simultáneamente con los críticos, y cuántos se adhieren o se apartan de una causa por ideología específica?

–Pero en el caso de la pareja presidencial, la crítica sí ha tenido consecuencias.

–Es un fenómeno curioso. A propósito de las ambiciones de doña Marta Sahagún ya todo se había señalado muy ampliamente, pero como de costumbre, lo determinante fue la intervención de alguien de dentro (Alfonso Durazo) y de alguien de fuera (The Financial Times). Nadie sabe el bien que tiene hasta que lo ve confirmado por otras fuentes. Aquí el círculo rojo no importó, la destrucción minuciosa de las aspiraciones de la señora Sahagún vino de todos lados y muy especialmente del sentido común. Y el impulso ha sido tan fuerte que alcanza y devasta al PRD por la decisión inconcebible del gobernador de Tlaxcala y de su señora esposa de contender electoralmente. El fallecimiento político de la señora Marta anticipó el desastre moral del PRD, y esto exhibe el poder de la masa crítica, el de los razonamientos cuyo tiempo ha llegado. Este sí es el círculo rojo al que deberían temerle los políticos que no consiguen ni intentan el diálogo: el clima de opinión pública que es ya una conclusión sin escapatoria. La señora Sahagún no debe aspirar al cargo para el que no está calificada/ La pareja gubernativa juega con Tlaxcala como si fuera su banquete de bodas de plata/ Provida, Luis Pazos y la Secretaría de Salud han despojado a la lucha contra el sida de un dinero que les pertenecía.

–Si lo que se conoce como círculo rojo (medios, ensayistas, ONG, articulistas) ha cumplido con su tarea, ¿por qué se insiste tanto, y según creo justamente, en la ausencia de debate que tanto se necesita ante el vacío de poder? ¿Cuál sería el estado de salud de la crítica en la República?

–No tengo respuesta ni siquiera aproximada. Desde luego, nunca se ha vivido tanto y tan intensamente la libertad de expresión, ni se ha ido tan a fondo en la crítica (que lo digan Fox, López Obrador, Elba Esther Gordillo, los diputados, los senadores, Roberto Madrazo, la verdosa niñez del PVEM, el PAN, Provida, los jerarcas eclesiásticos, las antiguas figuras reverenciadoras, obispos como Onésimo Cepeda, Juan Sandoval Iñiguez, etcétera). Sin embargo, la falta de consecuencias de la crítica es uno de los obstáculos mayores para esa democratización tan profetizada y tan dada por hecho. Todo se ha dicho pero nada cambia.
 

–¿Efectivamente nada cambia? Allí está por ejemplo la remoción de la directora de la Lotería Nacional. Falta la auditoría que compruebe sus apoyos irregulares a la derecha, Provida, etcétera, pero se le hizo caso a la crítica.
 
 
Fotografía tomada de
www.elguanajuato.deperiodistas.net
–A la crítica y, sobre todo, a las denuncias sistemáticas de los senadores del PRI, que no son exactamente círculo rojo, como prueba su apoyo a Luis Echeverría y su blancura en medio de la guerra sucia. Y luego de la salida de una funcionaria tan inepta en el mejor de los casos, se nombra a un priísta para afianzar las alianzas del saqueo, o cualquiera que sea el término aplicable en el caso de las cajas chicas de Fox y su ultraderecha. Pero vuelvo a tu pregunta. En efecto, todo el cúmulo de la crítica no constituye el debate esperado, porque se acumulan –y muy justamente– denuncias y exigencias, pero falta la batalla interpretativa, el encuentro de juicios y puntos de vista que clarifiquen hasta donde se pueda las situaciones.

“Desde luego, las consignaciones de Echeverría, Moya Palencia, Díaz Escobar y Mendiolea Cerecedo son una parte del asunto, la judicial, indispensable si se quiere rencauzar la vida nacional a partir de los frenos a la impunidad. Pero también hace falta el debate sobre la memoria histórica, y allí se avanza muy lentamente, porque la explicación de lo ocurrido apenas alcanza unos cuantos sectores. Hace falta que los escasamente enterados de lo ocurrido en esos años (la mayoría) conozcan la naturaleza estricta de la Fiscalía Especial, que no es un instrumento de venganza del régimen contra el PRI ni mucho menos, sino el resultado de la presión de muchos años de grupos, de figuras como Rosario Ibarra, Raúl Alvarez Garín y Jesús Martín del Campo, de periodistas y escritores, de publicaciones. Uno de los debates urgentes, que trasciende con mucho la idea casi cabalística del círculo rojo, es el sentido de la memoria histórica. Otro, para situar el conflicto del IMSS, el sentido histórico y el presente del sindicalismo (lo que no obsta para entender las actuales maniobras como la gana de privatizar el IMSS). Otro, el apoyo de Fox y su gobierno a la ultraderecha, que es como decir, la reconciliación consigo mismos.

–¿Tienes algún pronóstico en relación a las consignaciones de Echeverría y su grupo?

–Al momento de responderte no se ha dado a conocer el fallo del juez, que obligará a un replanteamiento, cualquiera que sea su sentido. Sin embargo, para que rindan los resultados convincentes, deben ir acompañados de una batalla cultural, muy específicamente, en torno a la clarificación de la memoria histórica. No explicar lo que ha sucedido, es regalarles a los impunes la oscuridad que su ámbito natural.
 
 

LA MULTIPLICACIÓN DEL CÍRCULO ROJO
DEL GOBIERNO MEDIATICO A LA PRESIDENCIA AUSENTE
 
 
“Existe el pequeño circulo rojo (periódicos, analistas, comentaristas, columnistas y organismos ciudadanos) que no representa más de 2 millones de personas en México... Y tenemos el círculo verde, que son 98 millones de ciudadanos y ciudadanas que piensan libre, que piensan en el cambio”. Con esta su frase de 2001, Vicente Fox popularizó el término que mostraba su menosprecio por la crítica, sobre todo en la prensa escrita. Tres años después, ese pequeño círculo se ha extendido gracias a los errores y omisiones del gobierno “del cambio”, al abandono total de las promesas de campaña

Unas cuantas frases lo dicen todo. El mismo Vicente Fox ha dado cuenta estos años de su relación con la crítica y el llamado círculo rojo:

“Amigos de la prensa... ¡un saludo muy cariñoso! ¡Necesito que siga la luna de miel... no me divorcien” (29.06.01). “Ni crean que me van a tumbar a mí con críticas” (3.11.01). “Hemos estado bajo una metralla impresionante de ataques, por una sarta de babosadas que no tienen la menor importancia para nuestro país” (3.11.01). “¿Qué otra cosa fue dificultad en el primer año de gobierno? ¡Pues mi propia actuación!… Perdí la batalla en los medios de comunicación” (3.01.02). “Si hiciéramos caso a los medios, este país ya casi no existiría” (21.09.02). “Ya la prensa se cansa de escucharme” (31.01.04).

Primero fue el héroe que sacó al PRI de Los Pinos; en ello jugó un papel importante la opinión pública que lo respaldó. Después fue el Presidente carismático e inexperto al que se le dio el beneficio de la duda y tiempo para aprender a gobernar. Pero Fox lo desaprovechó todo: la gran credibilidad y legitimidad, la luna de miel con los medios, el apoyo de ciudadanos sin partido, panistas y partidarios del voto útil.

Vicente Fox apostó todo a los medios y creyó posible una presidencia mediática. Como la estrategia le había funcionado en la campaña quiso repetirla en el poder. En lugar de acciones de gobierno, estos años ha emprendido campañas publicitarias y de imagen. Pensó que si tenía a su disposición a los medios podría ignorar las críticas que señalaban sus errores y carencias. Cuando ya no pudo evadir los cuestionamientos, optó por minimizarlos con la idea de que provenían de una minoría y acuña el concepto del círculo rojo. De su encanto por los medios pasó a la desilusión y al desdén.

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“Cuando Fox gana la Presidencia hay un gran entusiasmo y la crítica no tiene casi peso. Pero ese sentimiento se va apagando ante la falta de acciones y el abandono sistemático de sus promesas de campaña. En ese proceso el círculo rojo va encontrando más eco en la población”, explica Manuel Guerrero, investigador y maestro del área de comunicación de la Universidad Iberoamericana.

“La primera advertencia de lo que nos esperaba –prosigue el doctor en ciencia política– fue la marcha zapatista. Ante la enorme expectativa generada, Fox se quiso montar en la ola mediática, pero su mala política hacia Chiapas y los indígenas se le revirtió. Después, vino su campaña a favor de la reforma fiscal pero por su falta de oficio político, el proyecto no prosperó. Llegó el conflicto de Atenco que terminó por exhibir su completa incapacidad”.

Las críticas por la inexperiencia pasaron a destacar la incompetencia gubernamental, dice Guerrero, sobre todo en la prensa, “ya que la televisión lo apoyaba abiertamente”.

El presidente Fox reconoció esta realidad: “La información que sale en los noticiarios (de televisión), en un 70% nos resulta positivo u objetivo y neutral. (Pero) cuando nos vamos a las plumas, ahí sí, nuestro bateo es bajísimo y tenemos que 70%, acaso 80, son en contra mía, siempre criticando, siempre duro; (sólo) 20 o 25% nos hacen algún reconocimiento” (5.07.01).

Quizá por ello el gobierno federal marginó a la prensa de sus gastos de comunicación, privilegiando a los medios electrónicos.

Pero el uso excesivo de los medios y la compulsión del Presidente por hablar ante los medios (“no resisto la tentación ante un micrófono”, admitió en una entrevista), terminaron por desgastar su imagen. A esta situación ha contribuido sin lugar a dudas la labor del círculo rojo, pero sobre todo, los propios desastres y equívocos del gobierno.

“Esta erosión paulatina pero constante del Presidente tiene que ver con el hecho de que confundió popularidad con respaldo a un proyecto de gobierno, del cual, a la fecha, carece”, dice el joven académico, quien apunta que esta contradicción se aprecia en encuestas recientes (incluidas las del mismo gobierno) “donde Fox tiene alta estima entre los ciudadanos cuando es considerado como persona, se le ve bien intencionado, buena gente; pero cuando se pregunta la opinión como gobernante, el resultado es todo lo contrario”.

“Esto ha provocado el crecimiento del desencanto empezando por los partidarios del voto útil”, anota Manuel Guerrero. Mucha gente ha terminado por adoptar el escepticismo del círculo rojo, por eso en las elecciones pasadas ya no salió a votar. El peligro de esto es que tengamos gobiernos legales pero ilegítimos”, advierte Guerrero.

El Presidente y sus colaboradores atribuyen el fracaso de las reformas estructurales a la intransigencia de la oposición, y la insatisfacción de la población a la mala fe de los críticos, “que se han valido de la libertad de prensa para criticar de manera irresponsable” a su gobierno. Lo cierto es que después de tres años de justificaciones, evasivas, declaraciones incoherentes, errores y desatinos, la impresión general es de catástrofe, de que el “México del cambio” se ha agotado.

Fox se queja de que hay una guerra en su contra. De que cada día recibe una andanada de críticas y ataques de todos los sectores en los medios. Pero el Presidente ya no escucha a nadie, parece ausente de la realidad. Como él mismo lo confesó: “Yo ni me acongojo, ni me enojo, ni me molesto. No tengo absolutamente nada contra los medios, al revés, más y más libertad que tienen de parte mía… Yo con los medios la llevo bien, aquí vienen, donde estás sentado tú, así platicamos, lo que pasa es que luego salen allá fuera y no sé qué pasó” (12.01).

"Las buenas noticias también son noticia"

En un intento por contrarrestar esta tendencia, el gobierno federal ha buscado resaltar sus logros a través de spots televisivos y destacar información favorable (como en su página en Internet, donde tiene una sección denominada “las buenas noticias también son noticia”).

Como dijo Fox a los periodistas en julio de 2001: “¡No sean buscabullas! ¿Quién les ha dicho que la nota siempre es lo negativo? ¡La nota es lo positivo, el ánimo, la esperanza!”

A pesar de estos intentos, sus frases optimistas suenan a engaño, a demagogia: “Tenemos un país maravilloso”, “Estamos saliendo muy bien de las turbulencias. Estamos ya en las grandes ligas”, “En estos tres años, el gobierno federal ha construido bases sólidas que garantizan un mejor futuro para los mexicanos”.

"La sociedad no puede vivir sin la crítica"

El periodista Javier Solórzano recuerda que cuando, junto con Carmen Aristegui, produjeron el programa televisivo Círculo Rojo, le pusieron ese nombre “a propuesta de Carmen, para recuperar el término de la descalificación que había hecho el presidente Fox al aplicarlo a la opinión pública”.

Según Solórzano, “nuestra intención era ampliar la idea del concepto para demostrar que había críticas que tenían sustento y debían ser atendidas, porque la actitud de Fox era ‘qué me importa lo que digan y que me vaya mal con el círculo rojo, al cabo yo estoy muy bien con el círculo verde’. Un poco cayendo en lo que decía Salinas: ‘ni los veo ni los oigo’”.

“El Presidente no se dio cuenta –dice Solórzano– de que ese sector crítico fue su gran trampolín como candidato a la Presidencia. Por eso no puede decir como lo ha hecho de que las libertades que gozamos son obra de su gobierno. Eso forma parte de un proceso donde la sociedad ha empujado para abrir los medios y el debate. El problema ahora es que esa libertad se vuelve poco efectiva si no hay un interlocutor que escuche, si el gobierno se vuelve ausente o ignora a la opinión pública. Tiene que haber una dinámica en la que el gobierno y los partidos dialoguen con las voces críticas”.

Al hablar del deterioro de la imagen del gobierno, el periodista y académico afirma que “se debe a que Fox olvidó que ganó gracias al empuje crítico de los medios y de la sociedad contra el régimen del PRI”.

“Del gobierno se juzgan cuatro años de expectativas no cumplidas, ni siquiera en lo mínimo. Creo que le hace falta verse en el espejo, como decía el subcomandante Marcos; si lo hiciera, se daría cuenta de que muchas de las críticas son atendibles y tienen sustento”.

"El que expone, se expone"

En este proceso, dice Javier Solórzano, “los medios también tienen que verse a sí mismos para profesionalizarse más, para aportar elementos de información y análisis que ayuden a los ciudadanos a entender mejor los problemas. Creo que no hay sociedad que pueda vivir sin la crítica, es un principio científico y moral. Pero también está el otro lado, como decía el maestro Froylán López Narváez, el que expone, se expone”.

El conductor del programa radiofónico Hoy por Hoy describe que frente a la crítica de la sociedad, “los medios se han abierto más, sobre todo la prensa y la radio. Pero la televisión sigue siendo un tema pendiente”.

“Es prioritario discutir el papel de la televisión en la vida social, cultural y política. En la historia de este país ha habido una relación entre el poder económico y el poder político, expresado en los medios de comunicación, particularmente los electrónicos”, sostiene.

A su parecer “es sano que se abra la discusión sobre todos los temas, que si Provida usó dinero público indebidamente, que los gobiernos abran sus archivos para conocer los abusos de poder en el pasado, etcétera”.

“El círculo rojo no es representante de la sociedad, pero es fundamental”, aclara Solórzano. “La relación entre círculo rojo y el círculo verde anda mal, porque el primero se ha vuelto elite. Creo que hace falta que los medios y los analistas se acerquen más a la sociedad y no tomen como únicos interlocutores al poder político y económico”.

En ese sentido, el periodista pone como ejemplo el debate público que se dio con la marcha contra la inseguridad, “fue un importante acontecimiento público, imprescindible. Pero creo que nos quedamos con las ganas de otra gran discusión sobre los delitos del pasado, de qué hacer con Echeverría y qué va a pasar”.

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La relación de Fox con la crítica demuestra las carencias de nuestra –nunca concluida– transición democrática. “Estamos ante una política de declaraciones y no de hechos. Los medios se han distanciado de la clase política y del gobierno. En los meses recientes, los videoescándalos han funcionado más como una catársis ante la falta de justicia, como una especie de justicia mediática” concluye Manuel Guerrero.

El círculo rojo y los medios tienen pendiente una relación democrática con la sociedad. La responsabilidad de los medios es contribuir a formar una ciudadanía más informada, que exija a gobernantes y políticos cuentas de sus responsabilidades. Y éstos últimos tienen que admitir el diálogo abandonando sus privilegios y ceder poder. De lo contrario, el peligro es, como dice Guerrero, que la gente ya no crea en las soluciones institucionales y busque otras vías para expresarse. Con o sin círculo rojo.

(Jesús Ramírez Cuevas)