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México D.F. Jueves 29 de julio de 2004
El estadunidense Fred Lorz tiene el vergonzoso
título de ser el primer tramposo en los Juegos
Las mujeres participaron por primera vez en las competencias
de París 1900
En sus inicios, el espíritu olímpico se
impuso a crisis económicas y desastres naturales
I. Atenas 1896
El barón de Coubertin sonrió satisfecho
al contemplar su obra. El rey Jorge I, a su lado, inauguró el 6
de abril de 1896 los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna,
en el majestuoso estadio de mármol Panathinaiko, reconstruido con
el aporte económico de un millón de dracmas del acaudalado
comerciante griego residente en Alejandría, George Averoff, bajo
los cimientos del estadio original erigido por Licurgo en el año
350 antes de Cristo. Los juegos de la primera Olimpiada tuvieron un gran
valor histórico y Coubertin vio con entusiasmo, satisfacción
y esperanza el desfile de 285 atletas provenientes de 13 naciones: Alemania,
Austria, Australia, Bulgaria, Chile, Dinamarca, Estados Unidos, Francia,
Gran Bretaña, Hungría, Suecia, Suiza y Grecia. Estados Unidos
dominó las pruebas de pista y campo; Alemania las de gimnasia; Gran
Bretaña las de tenis; Australia y Hungría la natación;
Francia el ciclismo, pero Grecia tuvo la gran satisfacción de que
un humilde pastor nacido en el pueblo de Marausi, Spyridon Louys, triunfara
en la gran carrera de maratón.
El pueblo griego lloró, gritó y llevó
a su nuevo héroe a hombros a la tribuna de honor, donde fue colmado
de regalos.
Louys hizo recordar la gesta heroica de Filipides, aquel
soldado ateniense que recorrió la gran distancia entre la llanura
de Maratón y Atenas y, al llegar a ésta, anunció el
triunfo de los griegos sobre los invasores persas, y cayó muerto
por la fatiga.
II. París 1900
Los franceses, la mayoría escépticos con
la idea de Coubertin, realizaron los Juegos Olímpicos de 1900 con
una indiferencia generalizada, que contrastaba con los sueños del
barón; además, la realización simultánea de
otro evento mundial, como fue la Exposición Universal que puso en
funcionamiento la Torre Eiffel, generó un fracaso histórico
de esas desorganizadas justas deportivas. Incluso, un equipo integrado
por los hermanos mexicanos Escandón y un estadunidense, William
White, (llamado Norteamérica), se ubicaron en el tercer sitio
en las competencias de polo. Cabe resaltar que dentro del marco deportivo
se dio la participación por primera vez de la mujer -pese a la oposición
de Coubertin- en las modalidades de tiro con arco y tenis.
III. San Luis 1904
Después de una ardua competencia entre Chicago
y San Luis, que obligó a la intervención del presidente Roosevelt,
esta última fue la sede de los juegos de la tercera Olimpiada. Antecedida
por el gran fracaso en la patria del barón de Coubertin, San Luis
tampoco pudo concentrar todo su tiempo y recursos en organizar una verdadera
fiesta deportiva, también por ser sede de la Exposición Universal.
En esta tercera versión olímpica fueron involucradas varias
actividades diferentes al sentimiento que los inspiró y, en el mejor
de los casos, dignas del mejor de los circos, como fueron los Juegos Antropológicos,
en los cuales los estadunidenses invitaron a indígenas de varias
tribus en todo el mundo para realizar algunas comparaciones. Incluso, un
mexicano triunfó en una modalidad de tiro con arco: el indio Shake,
de la tribu de los cucapás, en el norte de Baja California. En el
plano de las competencias oficiales hubo las dos caras de la moneda: las
exhibiciones de Ray Ewry -a quien apodaron El hombre de goma- en
salto, así como la aparición del primer tramposo en la maratón:
el estadunidense Fred Lorz, quien cubrió parte del recorrido en
automóvil. Detectado el fraude deportivo, Lorz fue abucheado y corrido
del estadio, segundos antes de que fuera coronado por la hija del presidente
Roosevelt.
IV. Londres 1908
Inicialmente Roma fue elegida para realizar los juegos
de la cuarta Olimpiada; sin embargo, Italia tuvo que cancelar la organización
del certamen debido a los daños que ocasionó la erupción
del volcán Vesubio y, por ende, a problemas socioeconómicos.
Por tal razón, Londres asumió la responsabilidad de organizar
las competencias a las que asistieron 2 mil 34 atletas de 22 países.
Estos Juegos Olímpicos tuvieron a su gran estrella que, sin embargo,
no fue el ganador de la medalla de oro en la maratón: el italiano
Dorando Pietri. En las crónicas de la época se destacó
que el pequeño corredor italiano llegó casi inconsciente,
agotado, dando tumbos, siendo ayudado en el último tramo de la competencia
por un juez, lo que generó su posterior descalificación,
otorgándosele la victoria al estadunidense Johnny Hays. Este acto
de heroísmo impresionó gratamente a los ingleses, y la reina
Alejandra le concedió a Pietri una copa de oro en reconocimiento
a su valentía. Ya en las competencias, los atletas de Estados Unidos
se adjudicaron la gran mayoría de triunfos y, al llegar a Nueva
York, ingresaron a la ciudad con un león encadenado, como símbolo
del poder británico vencido, situación que generó
un incidente diplomático que afortunadamente no tuvo mayores consecuencias.
Fuente: Revista Delegación Olímpica Mexicana
XXVIII Juegos Olímpicos y www.deporte.org.mx
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