México D.F. Miércoles 28 de julio de 2004
Prioridad, sacar a republicanos de la Casa Blanca, afirma el influyente líder sindical
Si gana Kerry, posible retroceso en lucha por reformar el Partido Demócrata: Andy Stern
JIM CASON Y DAVID BROOKS ENVIADOS
Boston, 27 de julio. El líder del sindicato más grande y progresista de este país advirtió hoy que un triunfo del candidato demócrata John Kerry en las elecciones presidenciales podría ser un retroceso en la lucha para reformar el Partido Demócrata y los sindicatos, expresando así un dilema de muchos de los participantes liberales y progresistas en la Convención Nacional Demócrata.
Andy Stern, líder del Sindicato de Em-pleados de Servicios (SEIU, por sus siglas en inglés), aclaró de inmediato que desea que Kerry gane la elección, y que su organización ha invertido más de 60 millones de dólares para lograr ese objetivo.
El SEIU, como toda fuerza social liberal, sabe que la prioridad es sacar a George W. Bush de la Casa Blanca, y la unidad entre diversas bases dentro y fuera del Partido Demócrata se consolida en torno a eso.
Pero más allá de este punto de unidad, muchos critican a Kerry por su renuencia a declarar un retiro de tropas de Irak en un futuro inmediato, por su posición en favor del "libre comercio" o por su cercanía a las grandes empresas, y algunas de sus posiciones tibias en torno al medio ambiente, inmigración y medicina social.
Desde la izquierda, Stern y muchos más buscan presionar al Partido Demócrata so-bre diversos puntos, como los derechos laborales y sindicales, las mujeres, la guerra en Irak y el libre comercio.
En la convención los delegados del precandidato presidencial progresista Dennis Kucinich hablan incluso de rehusarse a brindar su apoyo a Kerry como candidato presidencial, en protesta porque el senador no exige el fin de la guerra en Irak.
Otros participantes difunden propaganda dentro de la convención contra ese conflicto, entre ellos activistas como Medea Benjamin, de Código Rosa, grupo de mujeres vestidas de color rosa.
Pero cuando Vincent Lavery, delegado de California, trató de entrar donde se realiza la convención con una pancarta en la que se leía "No a la guerra", funcionarios del partido se la quitaron y le dieron a cambio una que manifestaba apoyo a Kerry.
"Qué ridículo, es como si fuéramos robots, nos dan pancartas para ondearlas cuando nos ordenen. Esta convención está muy controlada", se quejó.
Es así: todo está controlado para mostrar una imagen de unidad y entusiasmo, y evitar cualquier síntoma de desacuerdo o disidencia. Y pocos se quejan, ya que todo está justificado con el aparente consenso de que se necesita hacer todo lo necesario para de-rrotar a Bush, incluyendo pretender unidad con el candidato demócrata.
Organizaciones liberales y progresistas están realizando diversos foros y seminarios paralelos a la convención en esta ciudad con la intención de presionar al partido sobre todos los temas en disputa.
Algunos activistas realizaron pequeñas manifestaciones contra la guerra o participaron en foros con una diversidad de grupos progresistas.
Figuras del ala progresista demócrata, como el ex precandidato presidencial Ho-ward Dean y el director Michael Moore, pronunciaron discursos al inaugurar un foro donde participaran varios representantes del abanico de líderes y organizaciones li-berales del partido.
Todo con la intención de resolver el dilema de cómo promover las diversas demandas del movimiento progresista estadunidense frente a un candidato cauteloso y centrista sin minar o dañar sus posibilidades de ganar a Bush en noviembre.
Preguntado sobre este problema, el reverendo Jesse Jackson respondió a La Jornada : "los progresistas están haciendo un cálculo básico de que el primer punto de la agenda debe ser derrotar la junta derechista de Bush y Cheney. Necesitamos construir una amplia tienda de campaña que abarque a todo el partido, y una vez que hayamos to-mado el poder con él, entonces lucharemos para ampliar esa tienda para abordar nuestra agenda más grande".
Queda claro que la política radical de Bush ha unificado al Partido Demócrata y sus simpatizantes de manera no vista desde hace 12 años. Desde figuras como Tom Hayden, uno de los famosos dirigentes del movimiento contra la guerra de Vietnam, a los nuevos y jóvenes activistas en las calles, la abrumadora mayoría cree que la prioridad es derrotar a Bush.
Pero como advirtió el líder sindical Stern, el problema es cómo a la vez que se derrota a Bush se construye un movimiento progresista más amplio que no se limite só-lo a las exigencias electoreras de Kerry.
En entrevista con el Washington Post, Stern afirmó que tanto el partido como el movimiento sindical nacional "están en crisis profunda", carentes de nuevas ideas y trabajando dentro de estructuras arcaicas.
Existe, afirmó, un movimiento para re-formar el partido y los sindicatos, pero fue en este contexto que advirtió que la elección de Kerry podría asfixiar este esfuerzo. "No sé si podrá sobrevivir a un presidente demócrata", declaró Stern. "Es un partido hueco... Si Kerry gana podría ser doloroso".
La entrevista, publicada hoy en primera plana del Post, provocó olas de preocupación en la convención, y esta tarde Stern debió reiterar: "estoy personalmente comprometido en enviar a John Kerry a la Casa Blanca, porque él siempre ha luchado por las familias de los trabajadores".
Pero el dilema es de doble filo, y no sólo afecta a las filas progresistas, sino a la cú-pula del partido. Hoy nadie puede disputar que la parte más dinámica es su ala progresista, la que respondió y se consolidó en torno a la candidatura de Howard Dean durante la elección primaria, y novedosas agrupaciones como MoveOn.org.
No es por nada que a Dean le fue otorgado hoy un lugar privilegiado en la lista de oradores, justo a las 21 horas, el inicio de la parte más importante del programa.
Kerry y sus estrategas saben que estos sectores no tienen otra alternativa que votar por ellos en la convención, pero entienden que su triunfo también dependerá de qué tanto se movilizarán estas bases para promover el voto de millones de activistas en noviembre próximo. El baile entre estas fuerzas acabará en celebración o luto de ambos en unos cien días.
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