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México D.F. Martes 27 de julio de 2004
Teresa del Conde
Demián Flores en Casa Lamm
Originario de Juchitán, Demián Flores (1971) es lo menos oaxaqueño que se pueda imaginar si recuerdan las galerías de Oaxaca: nada de seducción mediante tierras, grafismos, colores ''naturales", nada de transposición a la pintura de productos vinculados a las raíces y a las etnias. Su actual exposición Playbol (no Playboy como escuché decir a alguno de sus fans) alude al mestizaje y, sobre todo, a la aclimatación del lenguaje que según los conceptos que procura ya se preveía desde el antiguo juego de pelota. Adquiere nuevos matices hoy día porque hay un auge oaxaqueño en torno al deporte cuyos parámetros quedaron fijados, se dice, en 1839 (año en que la fotografía tuvo su carta de identidad) en Estados Unidos. El mecenazgo ejercido en ese estado hacia tal deporte ha provocado, se dice, no sólo ésta sino muchas otras transposiciones plásticas. Flores también ha incursionado en los terrenos de la lucha libre.
Estamos, pues, ante un creador neo-conceptual que forma gremio con aquellos que procuran de tiempo atrás la fusión ''arte y vida", propia de los estudios multiculturales, que han sido explicados filosóficamente por especialistas de avanzada, como el crítico de arte y pintor Julian Bell. Este ha afirmado que los artistas animados de intenciones que Flores comparte, tienen como meta dejar patente sus respectivas superioridades intelectuales, algo entendible si pensamos en Gabriel Orozco, Abraham Cruzvillegas, Gabriel Kuri y Eduardo Abaroa, entre otros.
Demián Flores es un dibujante nato y un artista gráfico de excelencia (ha merecido varias distinciones en este rubro) que en su exposición basa sus configuraciones en una tradición, por cierto beisbolera. No pretende establecer su propio ''estilo" por encima de las imágenes de pitchers, catchers o simples players que aparecen en sus composiciones, alternando con otro tipo de configuraciones en las que sí hay hibridación. Me estoy refiriendo a aquellos de sus trabajos en los que sí se ''representan" atuendos, posturas o gestos beisbolísticos. Hay una que llama particularmente la atención: la figura del jugador se inclina sobre sí misma, pero lo que hace no es prepararse para lanzar la bola, sino que vierte un bote de pintura sobre el globo terráqueo, como anunciaba illo tempore la propaganda Sherwin Williams, indicando que estas pinturas comerciales cover the earth (cubren la tierra).
Con eso rinde homenaje a lo que se considera la pintura de ultravanguardia (si es que eso ha existido o puede existir) destacando a los personajes, nítidamente trazados a línea, sobre un fondo de lino que hubiera envidiado profundamente Guillermo Zapfe. El pitcher que ejecuta esta acción levanta la pierna izquierda rebasando la mancha negra, al óleo, sobre la cual está plantado, cerca de la que hay una pequeñísima área blanca dispuesta para hacer ver que lo que observamos es una pintura en regla. El otro jugador guarda una actitud orgiástica, cosa de la que da cuenta la vírgula blanca propia de los códices antiguos. Alusiones eróticas o de crítica política, las hay, sin duda.
Hay un trabajo referido a la defecación, tradición representativa oaxaqueña de honda raigambre, mientras que uno de los cuadros favoritos es un payaso sonriente, también sobre lino, que arrastra un bat espinado. Demián se vale por igual del trazo a mano y de las serigrafía para lograr sus composiciones.
El conjunto de 17 bats , hechos ex profeso y sometidos a un proceso de hibridación, han sido comentados acertadamente en una nota aparecida en el suplemento de este periódico por Germaine Gómez Haro, mientras que las pirámides de pelotas de beisbol (12 por base) están armadas mediante un proceso laborioso que consiste primero en la impresión de imágenes sobre piel: Maximiliano, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Gustavo A. Madero alternando con otros players más actuales aparecen en una; en otras se rinde debido homenaje a los Niños Héroes o a trascendentes figuras del pasado como Sor Juana. También hay deportistas de alcurnia. Así, el Ratón Macías alterna con Zapata. Creo que le faltó Joe di Maggio, a quien debió rendir un recuerdo, sobre todo porque fue el primer esposo de Marilyn Monroe.
La piel en la que están impresas las imágenes fue sometida después a un tratamiento tradicional con objeto de ir produciendo las pelotas una por una, no en serie. Esto, naturalmente, las convierte en objetos únicos. De aquí que sus respectivos precios difieran radicalmente de los de una pelota de beisbol ''normal".
Un conjunto de gorras con bordados de lemas famosos complementan la exposición, a la vez que deparan ideas sobre ''teoría del color". La tipografía (obviamente diseñada por el artista) complementa el efecto que producen.
Jorge Alberto Manrique, Fernando Solana Olivares, Jaime Moreno Villarreal, Verónica Volkow y Raquel Tibol se han ocupado con anterioridad de comentar aspectos de Demián Flores.
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