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México D.F. Lunes 26 de julio de 2004
Claudia Gómez Haro /I
Cuba y México, vínculos artísticos
A Jorge Bolaños
En estos momentos, superada la incertidumbre en cuanto
al futuro de las relaciones entre México y Cuba, y recién
llegado de la isla el canciller Luis Ernesto Derbez, quien junto a su homólogo
cubano Felipe Pérez Roque anunció el restablecimiento de
sus embajadores en sus respectivas capitales, el próximo 26 de julio,
coincidiendo con la fiesta nacional cubana, valdría la pena hacer
algunas reflexiones en torno a los históricos vínculos culturales
y artísticos que entre nuestro país y la Perla de las Antillas
han existido, y valorar sus procesos.
En el caso de Cuba, México ha desempeñado
un papel mediador asumido por los artistas e intelectuales insulares en
diferentes épocas y atendiendo a situaciones contextuales determinadas.
En la etapa colonial, el hecho de que la isla dependiera, desde el punto
de vista político, económico y religioso del virreinato de
la Nueva España durante dos siglos, determinó muchos contactos
artísticos y culturales.
Ejemplo de ello es la presencia de arte novohispano de
tema religioso en Cuba (actualmente se conservan en el Museo Nacional de
Bellas Artes en La Habana un total de 19 piezas), lo cual propone varias
hipótesis a comprobar en futuras investigaciones acerca del intercambio
de obras de arte entre el virreinato y la isla, más aún cuando
se conoce que Cuba dependía del tribunal de la Inquisición
con sede en la Nueva España.
En el siglo XIX los intercambios artísticos entre
Cuba y México continuaron afianzándose. El ejemplo que significó
para la isla la Academia de San Carlos en tanto propuesta "ilustrada" funcionó
como modelo a seguir para la Academia de San Alejandro de Cuba (1818) ,
primera institución de este tipo en el área caribeña
hasta bien entrado el siglo XX.
También en el siglo XIX se conoce de varios artistas
mexicanos que trabajaron y vivieron en Cuba, como el jalapeño Carlos
Torquemada y Santamaría (1820-1883) y el originario de Saltillo,
Gonzalo Escalante (1865-1939). Por su parte, algunos pintores de la isla
se dieron a conocer en México: Víctor Patricio Landaluce
(1830-1889), el costumbrista español que desarrolló toda
su obra en Cuba, y los paisajistas Esteban Chartrand (1840-1883) y José
Joaquín Tejada (1867-1943), quienes visitaron México en la
segunda mitad del siglo pasado. José Martí fue uno de los
intelectuales cubanos que se destacó en el campo de la crítica
de arte en este país, y -lo que es más importante- aquí
definió sus conceptos acerca de lo "propio", que posteriormente
cristalizarían en su trascendental ensayo Nuestra América.
El proceso de vínculos histórico-artísticos
entre Cuba y México tuvo un momento enfático en la primera
mitad del siglo XX, etapa en la cual muchos países iberoamericanos
comenzaron a definir sus proyectos de modernidad plástica, matizados
con una clara decisión de incorporar elementos nacionales para identificarse
como legítimos. A esto contribuyó la convulsa situación
política y social que por esos años se vivió en América,
las revoluciones populares, los enfrentamientos armados -con lo cual también
México se erigió en paradigma, con su revolución de
1910-, y las consecuentes transformaciones en sus estructuras, más
específicamente en el campo pedagógico y en las concepciones
de un arte público de función "social", entendida ésta
como compromiso con la historia, que manifestaría una renovada concepción
de lo " mexicano" y sus relaciones con la modernidad y la tradición
en el contexto de la posrevolución.
Fueron precisamente estos aspectos lo que se irradiaron
a Cuba con gran fuerza, mediante publicaciones periódicas, viajes
de estudio y exposiciones de arte mexicano, entre otras vías.
El ejemplo de las escuelas al aire libre y del muralismo
venían como "anillo al dedo" para satisfacer las necesidades de
los cubanos.
Algunos artistas cubanos prefirieron viajar a México
antes que a Europa en estos años, pues en este país se encontraban
los acontecimientos que de alguna manera los conmovían como latinoamericanos.
Por otro lado, en México contaban con las posibilidades de conocer
las vanguardias europeas, ya que Europa se encontraba afectada por la guerra
y el acceso se hacía más difícil, y más aún,
podían apreciar la reinterpretación de estos lenguajes por
parte de los mexicanos, en una propuesta visual que enaltecía la
"identidad nacional".
Por esos años acudieron a México los ilustradores
cubanos Jorge Rigol y Rafael Blanco, y los pintores Mario Carreño,
Mariano Rodríguez, Julio Girona, Alberto Peña, Cundo Bermúdez,
Rene Portocarrero, Marcelo Pogolotti y Orlando Suárez. Este último
destacó además por sus debates teóricos y su labor
como difusor del arte mexicano conservada en un libro de imprescindible
valor: Inventario del muralismo mexicano. También visitaron
nuestro país los escultores cubanos Alfredo Lozano, Fernando Boada
Marín, Eugenio Rodríguez y Mateo Torriente. Entre los escritores
de la isla vinculados con la crítica de arte de estos años
sobresalieron Juan Marinello y Alejo Carpentier, además de otros
que fueron dados a conocer en las revistas de la época como Fina
García Marruz, Enrique José Varona y José Antonio
Portuondo.
Con este breve bosquejo histórico nos percatamos
cuán importantes han sido los vínculos culturales que han
unido a Cuba con México desde tiempo atrás y que obligadamente
nos invitan, en estos tiempos de incertidumbre y bruma, a no olvidar y
a trabajar a través de la cultura para restablecer los fraternales
puentes que siempre nos han hermandado.
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