JAZZ

Antonio Malacara

Arturo Avila

El jazz en Monterrey
Llegando, disco con mil colores y aristas

SI YA DE por sí es difícil conseguir los discos de jazz nacional que se producen en el DF (con una pretendida y todavía virtual buena distribución), los que se editan en el interior de la república son prácticamente inconseguibles (inasequibles, pues) más allá de los conciertos específicos del artista en cuestión. Pero necio que es uno (y dos), quisimos investigar qué hay más allá de nuestra cortina de humo y aerosol.

GRACIAS A LA amabilidad de Miguel Lawrence, culpable directo de la existencia del Be Bop Café, en Monterrey, pudimos entrar en contacto virtual con Arturo Avila, excelente saxofonista regiomontano que nos hizo llegar Llegando, disco que adquiere gran relevancia desde diferentes puntos de vista y que desde el primer track nos enfrenta a un músico serio, comprometido y de probados recursos a la hora de componer e improvisar sobre sus temas.

LLEGANDO ES UN título puntual y preciso, pues no se trata solamente del primer disco del maestro Avila, sino también, hasta donde sabemos, del primer disco de jazz mexicano editado en Monterrey. Ni Miguel ni Arturo saben de algún otro, aunque nos platican que en estos momentos las nuevas generaciones de jazzistas regios están preparando sus propias grabaciones.

ARTURO AVILA, CON más de cinco lustros como músico, subsiste actualmente como flautista y saxofonista tenor de la Banda del Estado de Nuevo León, pero recurrentemente llega al Be Bop Café para jazzear con su grupo, o al lado de la cantante canadiense Jessica Schultz, y encontrar y compartir así la savia del ser.

EL DISCO EN cuestión es una obra taraceada con mil colores y aristas, con propuestas que en primera instancia pudieran parecer disímbolas y hasta contradictorias; no obstante, Avila va discerniendo una a una con bastante claridad y logra hilvanarlas lúcidamente en su conjunto. Así, el facilismo smooth y los riesgos prediabéticos de piezas como Poema a la Reyes o En un lugar lejano, se ven equilibrados por los buenos oficios de bossas y sambas como Cuando te abrazo y Llegando; en esta última, la guitarra acústica de Joel Sánchez tiene una fugaz y enorme intervención.

HAY ADEMAS EXCELENTES ejercicios beboperos y encuentros cercanos del tercer tipo con la elegancia, esto, a través de Relato de la monarca perdida, donde la dulzura encuentra el equilibrio absoluto, escapando del tono edulcorado en el que llegan a caer las flautas y los flautistas cuando hacen temas en solitario.

PERO YA PUESTOS a escoger en un mosaico tan amplio, nosotros nos quedamos con Coral blues, excelente trío de flautas (en Do y Sol) dobladas por el propio Arturo Avila, que deviene espiritual mestizo en las voces, también dobladas, de Sergio Martínez. Una excelente fusión entre el blues y la música coral luterana.

PERO ESTA ADEMAS Mex-afro-blue, de lo mejor en cuanto a búsqueda y encuentro estético; groove jazz con guacamole y altas dosis de expresividad y poder. Aquí la dotación instrumental, que varía entre tema y tema, está integrada por el sax tenor de Arturo, la trompeta de Pablo Martínez, el trombón de Eugenio Rosales, el piano de Fernando Dávila, el contrabajo de Hernán González, la batería de Omar Góngora y las percusiones de Roy Galván. Una obra maestra que inicia con el diálogo libérrimo y pausado de los metales para poner inmediatamente sobre la mesa una fusión mágica de bop, blues, síncopa negra y el son de las copetonas. šSalud!

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