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México D.F. Domingo 25 de julio de 2004
ANDANZAS
Colombia Moya
Antonio Gades, ¡hasta siempre!
LA GRANDEZA DE Antonio Gades, desaparecido en Madrid
el martes 20 de julio, a los 68 años de edad, luego de cruenta lucha
durante tres años contra el cáncer, rodeado de sus hijos
y familiares, no estriba en haber sido únicamente uno de los más
grandes bailaores, coreógrafo, maestro e innovador de la
danza española, sino haber sido, hasta el final, un hombre de conciencia
y convicciones políticas firmes, allegado al pueblo y los sufrimientos
de la raza gitana, fuente inagotable del flamenco y el espíritu
rebelde de un pueblo que se niega a desaparecer ante la persecución
y discriminación desde sus más antiguas migraciones en el
caudal de culturas primigenias asentadas en la antigua Tartesia.
ANTONIO
GADES, DE talento y presencia extraordinarios, dueño de carisma
arrebatador y poseedor de la magia imponente del famoso "duende", impuso
la sobriedad y genuina entrega del hombre bailarín, alejando su
danza del folclorismo de lunares, claveles y parafernalia escandalosa de
la fiesta gitana, tan lejana a la realidad del espíritu danzado
de un pueblo, que supo interpretar y traducir apasionadamente durante más
de 40 años, abriendo importante brecha para una legión de
seguidores que ansiaban bailar de otra forma, como el grupo danza Teatro
Quejito, Mario Maya, el propio Antonio Canales, y tantos hoy famosos y
jóvenes talentos que han mostrado al mundo otro rostro de España.
NACIDO EN ELDA, Valencia, en 1936, desde los 13
años se inició en la danza con notables condiciones físicas,
lo que le permitió hacer su debut apenas tres meses después
en el circo Price, de donde fue rescatado por Pilar López, gran
figura de la danza española de la primera mitad del siglo XX, permaneciendo
en su compañía durante nueve años, en pleno conocimiento
de otras técnicas como el ballet y la danza contemporánea,
como importantes herramientas aliadas en el rango de expresividad que deseaba
alcanzar. La pasión por la danza, la política y el mar, lo
transformo en el mensajero y traductor del profundo espíritu de
un pueblo sufrido, rebelde y rebosante de pasión y alegría.
Amigo fiel de la Revolución cubana, constantemente ofreció
conciertos en el teatro García Lorca, presentando lo mejor de su
repertorio ya con su propia compañía.
EL NIVEL Y categoría de Antonio Gades siempre
fue reconocido por los grandes de la danza; colaboró en la ópera
de Roma con Dolin en su versión del Bolero, de Ravel, y bailó
varias con la divina Carla Fracci de la Scala de Milan, donde fue invitado
como bailarín huésped y coreógrafo durante nueve meses
en el Teatro de la Opera, así como a impartir sus famosos cursos
de danza española, que se atestaban de bailarines ansiosos de conocer
los mágicos secretos de tan grande artista.
DE REGRESO EN su país, en 1963, colaboró
con Carmen Amaya, a quien hay que recordar como una de las más apasionantes
y formidables bailarinas de flamenco, gran amiga de México y con
quien coprotagonizó el filme Los tarantos, precisamente ultima
aparición de la bailarina, pues ya sufría de la columna vertebral
deshecha, sin duda por la fiereza de sus famosos zapateados.
PARA QUIENES TUVIMOS la suerte de ver bailar a
Antonio Gades, es imposible olvidar el repiqueteo, encaje preciso y contundente
de sus zapateados, donde la sobria hombría del artista se imponía
de manera genial, volviendo loco al público con El martinete
o El campanario, en los cuales pocos artistas, hombre o mujer, logran
una sonrisa musical modulada en crescendos y suavidades increíbles
con tal alarde de técnica y sensibilidad sin moverse del lugar donde
están parados, prueba indiscutible de madurez, arte y dominio corporal.
ANTONIO GADES RECIBIO honores y condecoraciones
de altísimo rango de manos del propio comandante Fidel Castro, como
la medalla de la Revolución cubana apenas en junio pasado, y Alicia
Alonso se cuenta entre sus más queridas amistades de aquella isla
martirizada.
ARTISTAS E INTELECTUALES de España, conmocionados
por esta perdida, reconocen la obra y aportaciones de este gran artista,
y sin duda el mundo conocedor de la danza, y en especial de la danza española,
hoy sabe y lamenta la perdida de uno más de los grandes.
¡¡HASTA SIEMPRE, ANTOÑICO!!
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