México D.F. Domingo 25 de julio de 2004
En documentos se demuestra que en Gobernación
siguieron el desarrollo del ataque
Desde hace 33 años el gobierno prometió
justicia a víctimas del jueves de Corpus
Los halcones, preparados como elementos de seguridad
para la Olimpiada de 1968
GUSTAVO CASTILLO Y ALFREDO MENDEZ
El 10 de junio de 1971, aquel jueves de Corpus
en que el grupo paramilitar de los halcones atacó al contingente
estudiantil que marchaba pacíficamente del Casco de Santo Tomás
al Monumento a la Revolución, el saldo extraoficial fue de 45 muertos
y centenares de heridos.
La historia de la matanza comenzó antes de las
cinco de la tarde, hora en que estaba planeada la salida de la marcha desde
el Casco de Santo Tomás. En esas instalaciones del Instituto Politécnico
Nacional ya había gente que coreaba "¿No-que-no?, ¡sí-que-sí!,
¡ya volvimos a salir!" Era la movilización estudiantil más
grande desde el 2 de octubre de 1968.
A las cinco de la tarde unas cinco mil personas integraban
el contingente y el ataque de los halcones ocurrió después
de que un jefe policiaco hiciera dos advertencias con un altavoz para que
la marcha no se realizara. Como los manifestantes decidieron continuar
su movilización, los más de 300 granaderos que se encontraban
en el lugar se limitaron a replegarse y observar simplemente cómo
decenas de hombres con palos de kendo y armas de fuego se lanzaban desde
distintos puntos contra los estudiantes. También permitieron la
actuación de francotiradores contra los inconformes.
Hace
33 años, el Departamento del Distrito Federal (DDF), mediante su
titular, Alfonso Martínez Domínguez, se comprometió
a investigar los hechos. No hubo resultados. Ningún funcionario
fue encarcelado. El presidente de la República, Luis Echeverría
Alvarez, destituyó de su cargo al regente, cerrando así ese
capítulo de la represión estudiantil en México.
Sin embargo, la entrega de documentos oficiales al Archivo
General de la Nación (AGN) permitió, sobre todo a partir
de 2002, que el caso se reabriera y que el Ministerio Público Federal
contara con pruebas documentales del involucramiento de altos funcionarios
del gobierno y ex militares en la matanza del 10 de junio de 1971.
Informes que se encuentran bajo resguardo del AGN han
permitido establecer, como lo ha publicado La Jornada, que si bien
el sobrenombre de los halcones fue vox populi desde 1971,
el grupo paramilitar conformado, entrenado y dirigido por el entonces coronel
Manuel Díaz Escobar inició acciones represivas desde 1961,
en San Luis Potosí.
También se ha documentado que bajo el cobijo del
general Alfonso Corona del Rosal, quien llegó a ser regente del
Distrito Federal, Díaz Escobar integró de manera formal el
grupo paramilitar, con el argumento de que era necesario resguardar instalaciones
estratégicas, como el Metro, durante la celebración de los
Juegos Olímpicos de 1968.
Las investigaciones realizadas por la historiadora Angeles
Magdaleno Cárdenas, quien laboró en la Fiscalía Especial
para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp) hasta
mayo de este año, han permitido establecer que los halcones
participaron en los hechos del 2 de octubre como francotiradores.
Asimismo, se ha puesto al descubierto que Manuel Díaz
Escobar, quien fue ascendido a general durante el gobierno de Luis Echeverría
Alvarez, sólo obedecía órdenes del ex mandatario,
y que la protección oficial le permitió ocultar a los integrantes
de los halcones entre los miles de empleados del DDF como si fueran
trabajadores de limpia, jardineros o cuidadores de panteones.
Las referencias documentales aluden a que de 1968 a 1971
los integrantes de este grupo se incrementaron de 600 a casi mil y durante
esos años se dedicaron a reprimir a opositores gubernamentales,
líderes sindicales o movimientos sociales.
A principios de 1971, 40 hombres, los más capacitados
de las cuatro compañías en que se dividió al grupo
paramilitar, fueron becados para recibir adiestramiento en Estados Unidos,
Inglaterra y Japón; eran los hombres más cercanos a Díaz
Escobar, a quien llamaban El Zorro Plateado o El Maestro.
Fue entonces cuando varios de los ex militares y militares
en activo que dirigían las compañías de los halcones,
entre ellos Javier Díaz Escobar, hermano de El Zorro Plateado,
recibieron cursos antimotines, aprendieron aikido (arte marcial que enseña
cómo utilizar las manos para fracturar clavículas, brazos
o dedos del oponente). También tomaron lecciones de kendo, técnica
que consiste en defenderse o atacar provistos de un bastón.
Documentos del Departamento de Estado de Estados Unidos
indican que ese gobierno apoyó la capacitación de los halcones,
a pesar de la advertencia de su embajada en México de que era un
grupo de choque. Pero lo hizo asegurando que el gobierno de Luis Echeverría
Alvarez apoyaba esos cursos.
Para el 10 de junio de 1971, Candelario Madera Paz, uno
de los instructores del grupo y hombre cercano a Díaz Escobar, cumplió
la orden de El Maestro y dispuso que la compañía de
los charros entrara al choque directo contra la vanguardia de la
manifestación con las varas de kendo, y que los comandantes de cada
grupo portaran fusiles M-1 y pistolas contra los estudiantes, obreros y
amas de casa que marcharían del Casco de Santo Tomás al Monumento
a la Revolución.
Las investigaciones históricas, y que hoy forman
parte de la averiguación previa en la que se acusa al ex presidente
Echeverría de genocidio, revelan que por instrucciones gubernamentales
durante el llamado jueves de Corpus a los halcones se les
dotó de equipo de radiocomunicación y se les abrió
una frecuencia que era utilizada por la Secretaría de Comunicaciones
y Transportes.
También se documentó que la Secretaría
de Gobernación recibió reportes minuto a minuto de la represión
de aquel día, tanto de lo que ocurrió en la calzada México-Tacuba
como en distintos hospitales capitalinos, hasta donde algunos halcones
llegaron para tratar de rescatar a sus compañeros lesionados, y
también asesinar a manifestantes heridos.
Los reportes de la Dirección Federal de Seguridad
son abundantes en detalles, a tal grado que sus agentes dieron cuenta de
la promesa del regente Martínez Domínguez de investigar los
hechos y el compromiso de Echeverría Alvarez de castigar a los responsables.
Las investigaciones de la Femospp también han obtenido
pruebas de cómo los halcones actuaron desde las cinco de
la tarde y hasta las diez de la noche de ese jueves de Corpus contra los
manifestantes, y cómo después de esa hora Díaz Escobar
concentró a sus muchachos en el Palacio de los Deportes,
y a partir del 11 de junio entregó, a algunos, 5 mil pesos como
liquidación y desintegró el grupo.
Sin embargo, algunos de los otrora halcones participantes
en la represión del 10 de junio se convirtieron en ladrones, otros
regresaron a su actividad normal, la lucha libre, el boxeo o el pandillerismo.
Otros ingresaron como custodios en los reclusorios capitalinos. Javier
Díaz Escobar llegó a ser escolta del ex presidente José
López Portillo y luego miembro del Consejo de Honor y Justicia de
la actual Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal.
Hasta el pasado 20 de julio no se sabía el número
oficial de muertos del 10 de junio de 1971, pero esto, al igual que los
datos antes mencionados, forma parte de los documentos que integran la
averiguación previa que consignó la Femospp contra el ex
presidente Echeverría y algunos de sus colaboradores.
|