AMERIPATADAS

Carlos Hernández

La final soñada

AL URUGUAYO VICENTE Sánchez le temblaron las manos y las piernas. Desde que intentaba acomodar el esférico en el manchón penal, al delantero del Toluca lo empezaron a traicionar los nervios y su débil disparo fue bien detenido por el arquero Julio César, que de esta forma pasó de villano a héroe.

EN LO QUE sin duda fue el mejor partido de la presente Copa América, las reservas del Scratch necesitaron de las penas máximas, pero obtuvieron un justo triunfo que lo ubica en el partido por la Copa ante Argentina, en una final que enfrentará a las dos potencias del futbol continental.

SI EN LA Eurocopa Grecia y Portugal sorprendieron a todos, esta vez Argentina y Brasil pusieron el mundo en orden.

EL PRIMER TIEMPO fue emotivo, vibrante. Y tuvo de todo, hasta dos fallas que serán recordadas por un buen tiempo.

AL MINUTO 15, el uruguayo Darío Silva mandó a las tribunas un balón que estaba a un metro de la línea de gol. El guardameta Julio César le correspondió al gesto tan sólo seis minutos después, al dejar escapar un remate débil.

EL SCRATCH SE vio así abajo en el marcador debido a su talón de Aquiles: es difícil encontrar arqueros más malos que los brasileños.

LOS URUGUAYOS REALIZARON en la primera mitad lo que México no pudo hacer en los 90 minutos: atacar a los fuertes y talentosos, aunque novatos, brasileños.

LA MAYORIA ESPERABA una defensa a ultranza, basada en la llamada garra charrúa, pero el cuadro de Jorge Fossati sorprendió desde el primer minuto al buscar el marco rival.

PARA EL SEGUNDO tiempo -que inició con mucha suerte para Brasil-, los equipos disminuyeron el ritmo, se mostraron un excesivo respeto y decidieron apostar a los penales.

LOS BRASILEÑOS ANOTARON con calidad y calma, mientras que los uruguayos iban bien hasta que apareció Vicente Sánchez, el jugador de los Diablos Rojos que, como lo ha hecho en el torneo mexicano, falló en el momento crucial.

MARCO ANTONIO RODRIGUEZ tuvo un trabajo aceptable. Lejos del protagonismo que lo caracteriza, dirigió el juego con acierto, aunque en los minutos finales perdonó dos veces la expulsión al uruguayo Javier Delgado.

AHORA LA FINAL, inédita, será entre los dos equipos que tienen el ataque como arma principal. Y eso es un viento fresco para el futbol actual, tan encerrado en esquemas que tienen como planteamientos fundamentales no dejar jugar al rival y dormir a los aficionados.

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