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México D.F. Sábado 17 de julio de 2004
Por la normalización de relaciones con Cuba
En
su más reciente ofensiva contra Cuba, el presidente estadunidense,
George W. Bush, acusó al gobierno de Fidel Castro de haber convertido
a la isla en "el principal destino del turismo sexual" y proclamó
la lucha contra el tráfico de personas para trabajos forzados o
fines sexuales como un objetivo fundamental de su política exterior.
Con esa amenaza anunció el nuevo pretexto de la Casa Blanca para
seguir hostigando al gobierno cubano y actuar como policía moral
del orbe para sancionar a países que, en opinión de Estados
Unidos, toleren el turismo sexual y no impidan que ciudadanos estadunidenses
tomen parte en él, una política similar a la desafortunada
certificación en la lucha contra el narcotráfico. El evidente
perfil electoral del discurso pronunciado en Tampa, Florida, no diluye
los riesgos que entraña para el país caribeño el frenesí
de Bush por configurar un nuevo conflicto bilateral de inevitables consecuencias
en el ámbito regional.
En medio de este turbio ambiente tendrá lugar,
el domingo próximo, el viaje a La Habana del canciller mexicano,
Luis Ernesto Derbez, para entrevistarse con su homólogo cubano,
Felipe Pérez Roque, como parte del proceso para restablecer el nivel
que tenía la relación diplomática bilateral antes
del 2 de mayo pasado, cuando se estuvo al punto de la ruptura. Se espera
que el encuentro dé pie al regreso de los embajadores de ambos países
a sus respectivas sedes diplomáticas, a la pronta superación
de las confrontaciones y a la recomposición de los vínculos
oficiales. Tal escenario no sólo es deseable, sino necesario para
contener las agresiones de Washington contra el gobierno castrista. Como
lo señaló en entrevista con este diario Ricardo Alarcón,
presidente de la Asamblea Popular de Cuba, México podría
verse implicado en la estrategia intervencionista de Bush, por lo cual
es indispensable que defina con claridad y cuanto antes los términos
de su relación con La Habana. Sería lamentable que la Casa
Blanca percibiera a nuestro país como aliado en su ofensiva, por
el distanciamiento del gobierno mexicano con el de la isla.
En ese sentido, el viaje del canciller Derbez es la oportunidad
de que se reconozcan los errores cometidos en el manejo de la política
exterior que llevaron a la inopinada crisis diplomática. Una vez
más debe reconocerse que los vínculos históricos,
culturales, económicos y humanos entre ambos países son más
fuertes que los desencuentros surgidos en situaciones coyunturales -la
cuestionada hospitalidad del presidente Fox, los exabruptos verbales del
presidente Castro, el voto de México en Ginebra, la trama político-policiaca
desatada por el caso Ahumada- que son completamente superables.
Cabe hacer votos para que el auspicioso acercamiento entre
los cancilleres y la disposición que ambos han mostrado para dialogar
resulte en el retorno de los vínculos bilaterales al camino de la
cooperación, el entendimiento y la cordialidad. El crítico
momento histórico así lo exige.
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