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México D.F. Sábado 17 de julio de 2004
Leonardo García Tsao
No acepten imitaciones
Muy atípica ha sido la carrera hollywoodense del realizador pero también actor y titiritero Frank Oz. Nadie más puede presumir de haber dado vida a los Muppets, prestarle la voz a Yoda, ser despedido por Cher en un rodaje y dirigir el último trabajo cinematográfico de Marlon Brando. En esa trayectoria llena de altos y bajos, Las mujeres perfectas pertenece claramente a la segunda opción.
La novela de Ira Levin, en la cual está basada, ya había sido objeto de una adaptación al cine en 1975, dirigida por el inglés Bryan Forbes. Titulada aquí Atrapadas, esa versión de The Stepford Wives se presentaba como un thriller de ciencia-ficción dentro de la variante de los usurpadores de cuerpos. Tanto la novela como la película eran pertinentes a la época en que el feminismo había trastornado los roles tradicionales; y al plantear la sustitución de mujeres liberadas por robots complacientes hacía una referencia irónica sobre la reacción masculina al cambio y su consecuente deseo de regresar al modelo antiguo.
Entre sus diversas fallas, Atrapadas había desaprovechado las observaciones satíricas de Levin. Tal vez ese fue el motivo de esta segunda versión que, en manos del guionista Paul Rudnick, pretende ser una farsa en tono de sátira. La mayor aportación de Rudnick a la cultura cinematográfica han sido sus agudas críticas de cine bajo el seudónimo de Libby Gelman-Waxner, que adopta la perspectiva de una ama de casa judía de los suburbios para burlarse tanto de ese estereotipo como de las películas reseñadas. Ese humor camp predomina a lo largo de Las mujeres perfectas, y por ello hay diálogos de chistosa mala leche, generalmente en boca de los alter-egos del guionista: un ama de casa judía y un amigo gay.
Sin embargo, la comedia no encuentra nunca su centro de gravedad. La sátira resulta extemporánea en la medida en que la potencial superioridad de las mujeres en áreas antes dominadas por los hombres no es un tema en especial polémico, y menos cuando se pinta con una brocha tan gorda. En esencia, nada es verosímil en la transformación de la ejecutiva televisiva Joanna Eberhard (Nicole Kidman), despedida de su exitoso trabajo como productora de provocadores reality shows y llevada por su marido sope Walter (Matthew Broderick) a mudarse al tranquilo pueblo de Stepford, Connecticut, donde las demás mujeres parecen tránsfugas de los años 50: todas se dedican con devoción al hogar, visten impecablemente con crinolinas y sombreros de ala ancha mientras obedecen cualquier deseo de sus maridos.
Con la ayuda de los vecinos Bobbie Berkowitz (Bette Midler) y Roger Bannister (Roger Bart), la mitad de la única pareja homosexual del lugar, Joanna descubre una conspiración de los maridos de Stepford, liderados por Mike (Christopher Walken), cuyo verdadero nombre es Microsoft. Las mujeres perfectas parece terminar con una secuencia idéntica a la conclusión de Atrapadas: las esposas titulares, Joanna incluida, hacen sus compras en un supermercado, vestidas de manera idéntica mientras intercambian recetas de cocina.
Pero no es el final. La producción de la película se ha reportado como muy conflictiva, con pleitos durante el rodaje, cambios en el guión y una total transformación del tercer acto. De hecho, se procedió a filmar otro final después de las reacciones del público en las proyecciones de prueba. Por eso los últimos 20 minutos no tienen sentido alguno en relación a lo visto antes. Es la procuración forzada de un final feliz, aunque sea incoherente, según el cual se desmiente la transformación física y el carácter de varios de los personajes, asumiendo que el espectador es tan idiota como para no darse cuenta.
Igual, sin la intervención de los productores, Las mujeres perfectas no hubiera sido una obra maestra. En el enfrentamiento entre un macho apocado y una hembra dominante, Oz consiguió bastante más tensión y filo humorísticos en la relación de la Rana René y la Cochinita Pibil, cuyas actuaciones eran más sutiles que las de este reparto (es oficial, Glenn Close se ha convertido en su propia caricatura). Mientras que Rudnick no ha sabido enfocar su malicia hacia un blanco definido, diluyéndola en burlas sobre una variedad de tópicos de moda. Pero con ese final metido a chaleco, el resultado es penoso. La película acaba siendo como una esposa de Stepford: un producto plástico, artificial, hecho por un comité imitando modelos del pasado y diseñado para complacer a todos según el más bajo común denominador.
LAS MUJERES PERFECTAS
(The Stepford Wives)
D: Frank Oz/ G: Paul Rudnick, basado en la novela de Ira Levin/ F. en C: Rob Hahn/ M: David Arnold/ Ed: Jay Rabinowitz/ I: Nicole Kidman, Matthew Broderick, Bette Midler, Glenn Close, Christopher Walken/ P: DreamWorks, De Line Pictures, Scout Rudin Productions. EU, 2004. [email protected]
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