México D.F. Jueves 15 de julio de 2004
Airadas críticas al gobierno estadunidense
durante conferencia internacional sobre el mal
Dónde está la millonaria ayuda para la
lucha contra el sida, claman en Bangkok
ALEJANDRO BRITO ENVIADO
Bangkok, 14 de julio. Los altermundistas
del sida no dan tregua alguna a las representaciones oficiales de los países
industrializados agrupados en el llamado G-8 ni a los altos directivos
de las grandes corporaciones farmacéuticas en la cumbre internacional
del sida que se realiza esta semana en "la ciudad de las sonrisas".
Desde la inauguración no han parado de manifestarse
para desmentir al primer ministro tailandés y decirle que "no es
verdad que esté ayudando a los infectados de VIH; los está
matando", como denunció el activista tailandés Paisan Sawannawong,
aludiendo a la política represiva del gobierno de su país.
En
cada sesión donde se presentan estos altos funcionarios y directivos,
los activistas de varias organizaciones internacionales y tailandesas irrumpen
en la sala para cuestionar "¿dónde están los 10 mil
millones de dólares para tratar a los 6 millones de infectados?",
en referencia al compromiso desatendido por las potencies mundiales de
destinar anualmente esa millonaria suma para proporcionar tratamientos
a las personas que lo necesitan en los países pobres.
Las críticas se han dirigido en particular al gobierno
estadunidense, por privilegiar los planes de cooperación bilateral
con los gobiernos de los países beneficiados, en lugar de sumarse
enteramente a los programas multilaterales encabezados por ONUSIDA y otras
agencias internacionales. "¡Mientes!", le espetaron en su cara esta
mañana los activistas de Act up a Randall L. Tobias, coordinador
de la política global de sida del gobierno de Estados Unidos, quien
en una presentación "cantó las glorias" del plan de emergencia
del presidente George W. Bush, que planea destinar 15 mil millones de dólares
en los próximos cinco anos para combatir la pandemia en los países
africanos, asiáticos y caribeños más afectados.
"Es el compromiso financiero más grande que cualquier
nación haya asumido en una iniciativa internacional de salud para
dedicárselo a una sola enfermedad", expuso Tobias, y dejó
abierta la posibilidad de comprar con esos millonarios fondos las versiones
genéricas de los fármacos para tratar el sida que producen
países como Tailandia, India y Brasil, pero, advirtió, esos
productos deben contar primero con la aprobación de la Federal Drugs
Administration de Estados Unidos, por lo que llamó a las compañías
fabricantes de esos medicamentos a cumplir de inmediato ese requisito.
"En Estados Unidos tenemos una regulación estricta
sobre la seguridad y eficacia de los medicamentos, y no tenemos un estándar
de calidad para nuestros ciudadanos y otro para los de otros lugares",
lo que fue interpretado como una medida de protección a las patentes
de los antirretrovirales de marca.
De hecho, los tratados de libre comercio que Estados Unidos
está firmando con varios países son vistos como una amenaza
a la producción genérica de los tratamientos antisida. Ese
es el principal temor de los activistas tailandeses, cuyo país,
según advirtieron, dejaría de producir nuevos medicamentos
genéricos, que han logrado reducir el costo de un tratamiento hasta
30 dólares al mes, si se imponen las condiciones de protección
de patentes en los acuerdos comerciales.
El presidente francés, Jacques Chirac, aludió
a esa política estadunidense en el mensaje enviado a esta megaconferencia.
"Promoveremos un acuerdo sobre medicamentos genéricos para consolidar
la reducción de precios", apuntó, para en seguida puntualizar:
"hacer que ciertos países abandonen estas medidas en el marco de
negociaciones comerciales bilaterales sería profundamente inmoral".
El derecho de propiedad intelectual como una barrera para
ampliar el acceso a los tratamientos a una escala masiva fue uno de los
temas más controversiales. Hank MacKinnel, director ejecutivo de
Pfizer, uno de los grandes consorcios farmacéuticos, fue acallado
por los gritos de los manifestantes, quienes exigían respeto a los
"derechos de los pacientes, no de las patentes".
Walden Bello, acérrimo crítico de la globalización
y premio Nobel alternativo, fue particularmente duro en sus cuestionamientos.
"Las grandes compañías farmacéuticas venden sus productos
20 veces por encima de costo de fabricación, a precios no de mercado
sino de monopolio", expresó. Y desmintió que esa industria
necesite la protección de sus patentes de marca para asegurar la
continuidad de la investigación científica y el desarrollo
de nuevos medicamentos, como argumenta.
Es una falacia, aseguró, porque la big farma,
como la llama, no inventa nuevos medicamentos, los licencia de pequeñas
firmas, compra los derechos y carga los costos a los consumidores. El sociólogo
de la universidad de Filipinas prosiguió con su denuncia: "la mayor
parte de sus nuevos medicamentos no son innovaciones sino pequeñas
variaciones de los productos existentes". Esa industria, añadió,
gasta más en el mercadeo de sus fármacos que en la investigación.
Los gobiernos de Estados Unidos, Europa y Japón
invierten tres veces más en ese rubro, y de esa manera subsidian,
mediante el trabajo de los investigadores pagados por instituciones públicas,
a esa industria, por lo que la calificó de "industria esclerótica".
Finalmente propuso gravar con un impuesto de uno por ciento las ventas
mundiales de medicamentos, con lo que se obtendría un fondo internacional
de 4 mil millones de dólares..
En su oportunidad, el ejecutivo de Pfizer abogó
porque no se vea a la propiedad intelectual de los fármacos como
a un enemigo de la gente con VIH/sida en los países pobres. Una
amenaza mayor, advirtió, sería la falta de protección
a esos derechos de propiedad intelectual. Un mundo de puros genéricos
tampoco garantiza el acceso universal a los medicamentos de calidad para
todos, como lo prueban los casos de la malaria y la tuberculosis. Y ofreció
la cooperación de esa compañía con los gobiernos productores
de genéricos para elaborar medicamentos de calidad.
"Acceso para todos" es el lema de la 15 Conferencia Internacional
de Sida. La Organización Mundial de la Salud ha echado a andar su
estrategia llamada "3 por 5", con la que se propone lograr poner bajo tratamiento
a 3 millones de personas con sida de los países pobres para el año
2005, pero hasta ahora sólo se ha logrado alcanzar a 400 mil de
ellas, por lo que se vislumbra muy difícil alcanzar esa meta.
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