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México D.F. Martes 13 de julio de 2004
René Drucker Colín
Entre debacle y debacle
Desde hace tiempo ya en el país hemos presenciado continuamente una serie de confrontaciones políticas que, con más frecuencia de lo deseable, son un poco vergonzosas.
Los enfrentamientos entre personas, personas y partidos políticos, y entre partidos políticos y administraciones públicas locales y federales, son la comidilla cotidiana y dan lugar a una especie de reality show que la más de las veces inunda los medios de comunicación con tal cantidad de imágenes y comentarios superficiales que, a mi juicio, nos distraen e impiden por demás enfocar nuestra atención en los verdaderos problemas nacionales.
Desde luego, no se trata de proponer que debe evitarse informar sobre conflictos que surjan entre los diversos actores políticos, siempre y cuando sean importantes. Creo que es necesario conocer diversos puntos de vista, o conocer los problemas que podrían interferir en la buena y acertada conducción del país, como por ejemplo la reciente carta de renuncia de Durazo. Lo malo es que parece ser que lo único que se discute o, por lo menos, casi lo único que permea en los medios de comunicación son los asuntos más intrascendentes, que más bien son como chismes de barriada.
Como resultado de esto se deja a un lado lo más importante para este país: la reflexión y la discusión sobre las estrategias de cómo y qué hacer para que el país avance para enfrentar los grandes retos que tiene en este milenio. Quizás estas reflexiones se llevan a cabo en algún salón oscuro y apartado, sin que jamás tenga la ciudadanía conocimiento al respecto. Desafortunadamente da la impresión de que la discusión importante, seria, reflexiva y plural sobre estrategias nacionales no se da ni siquiera en ese apartado cuarto oscuro. Por ejemplo, me gustaría ver a ocho columnas en todos los periódicos y en los otros medios de comunicación, el debate nacional sobre cuál sería el modelo económico que debería suscribir el Estado mexicano para intentar resolver la falta de crecimiento económico, la falta de empleo, los bajos salarios, el enorme crecimiento de la economía informal, el cada vez mayor flujo de migrantes ilegales, que hace que la economía dependa de envíos monetarios provenientes de trabajos generados en el extranjero, de una por demás muy preocupante disminución del sector productivo, en particular la pequeña y mediana empresas; la discusión seria sobre la conveniencia o inconveniencia de la cada vez mayor presencia de franquicias estadunidenses y de otros países, la también preocupante presencia, cada vez mayor, de la industria alimenticia extranjera, desplazando la nacional.
En fin, creo que podríamos elevar al cuadrado la cantidad de temas que deberían ocupar a los políticos y a los medios de comunicación, en lugar de estar preocupados por las encuestas de popularidad, por las acusaciones de unos a otros, de quién será o no candidato a la Presidencia, etcétera, etcétera. Lo único que esto muestra es una cara que yo pienso que México ni tiene, ni se merece.
El país, sus actores políticos y la sociedad requieren que se discutan asuntos serios e importantes. No deben preocuparnos los grados de popularidad de los actores políticos, sino los grados de efectividad. Esto último es lo que nos permitirá avanzar; lo anterior sólo permitirá que un individuo o un grupo avancen en sus proyectos personales, o en las insulsas mediatizaciones de sus personalidades.
Es necesario que haya mayor seriedad en el trabajo político, así como en el trabajo de los medios de comunicación, que deberían estar exigiendo análisis profundos sobre problemas nacionales.
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