México D.F. Sábado 3 de julio de 2004
El tenor Héctor Vallín presenta su primer disco en el Centro Nacional de las Artes
Algunos cantantes viven del hueso y sueñan con hacer carrera en Europa
ANGEL VARGAS
Mientras algunos artistas mexicanos residentes en el extranjero se cotizan entre los mejores del mundo, algunos que permanecen aquí deben enfrentar un sinfín de adversidades y buscar alternativas laborales alejadas de lo que desearían.
Lo anterior ocurre con el tenor Héctor Vallín quien, como muchos de sus colegas que estudian o se desempeñan como maestros, obtiene la casi totalidad de sus ingresos de presentaciones eventuales en actos sociales (bodas, bautizos, recepciones), práctica conocida en el argot musical como hueso, así como de su trabajo en una cadena de restaurantes.
Actualmente dedicado a la promoción de su primer disco compacto, Pasión napolitana, el intérprete asume que su situación es afortunada, porque muchos de sus compañeros deben conformarse con empleos y oficios desvinculados del ámbito artístico, como burocracia, servicios públicos o economía informal.
''Ser cantante en México es muy difícil; no se diga para llevar una vida holgada, sino incluso para sobrevivir. Varios nos vemos obligados a incursionar en otros géneros, como el ranchero, la balada o el pop. Lo importante es tener un ingreso", indica en entrevista.
''Desde principios de la carrera hasta finales, inclusive como maestros, tenemos que abordar y desarrollarnos dentro del hueso para tener de qué vivir, porque en el país no hay infraestructura para dedicarse a conciertos o participar en óperas; no hay presupuesto, ni salas ni difusión ni valoración al trabajo del artista. En verdad son condiciones poco alentadoras."
A raíz de tan adverso panorama, considera, varios cantantes jóvenes deciden emigrar a otros países sin más certezas que el anhelo de lograr triunfar como lo han hecho otros intérpretes connacionales.
Epoca de los cantantes latinos
Emigrar es una alternativa que explora Vallín, luego de más de siete años de laborar en una cadena de restaurantes italianos y no encontrar oportunidades para ofrecer recitales de manera constante, mucho menos cabida en algún montaje operístico.
''Compañeros que han ido a Europa me han dicho que me vaya para allá porque hay mucha demanda de tenores. Parece que ahora es la época de los cantantes latinos, en especial de los mexicanos, como antes lo fue de los italianos y luego los españoles", agrega.
''Me voy prácticamente a la aventura; sé que el reto es muy grande, pero será menos difícil que si me quedo. Es momento de aprovechar la fama que han logrado cantantes mexicanos como Francisco Araiza, Ramón Vargas o Rolando Villazón."
La predisposición por el canto entre los mexicanos es atribuida por el intérprete a cuestiones de origen racial y ''también a nuestra forma de ser: somos muy parlanchines, entregados, pasionales. Somos, pues, un pueblo muy alegre".
Sin embargo, considera que ''estamos en paños menores en cuanto a la educación musical. Creo que en el caso del Conservatorio (Nacional) falta hacer un plan de estudios mas acorde con las nuevas exigencia del arte lírico.
''Se trata de un plan muy antiguo; en el conservatorio la carrera de cantante dura ocho años y en la Nacional de Música siete, en tanto que cuatro en las escuelas europeas. Necesitamos ver a qué se debe tal desfase y por qué no salimos con la misma preparación."
Pasión napolitana es un álbum realizado de manera independiente, aunque con ayuda del gobierno de Aguascalientes, entidad de la que es nativo el tenor. Incluye una selección de 14 canciones originarias de Nápoles, Italia, muchas de ellas del gusto del público mexicano, como Funiculi Funicula, Mamma y O sole mio.
Héctor Vallín se presenta hoy a las 19 horas en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes (Churubusco y Tlalpan, colonia Country Club).
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