México D.F. Viernes 2 de julio de 2004
El operativo fue el más importante
que se ha realizado en cárceles del país
Trasladan a más de 2 mil reos de Cerro Hueco
al penal de El Amate, en Chiapas
ANGELES MARISCAL CORRESPONSAL
Tuxtla Gutierrez, Chis., 1º de julio. En lo
que podría ser uno de los más grandes traslados de reos en
la historia penitenciaria de México, efectivos policiacos pusieron
en marcha el llamado operativo Jaguar, por el cual fue desocupado
el penal de Cerro Hueco -ubicado en esta capital-, que será convertido
en un museo.
Durante
unas ocho horas fueron sacados de Cerro Hueco 2 mil 328 presos, a quienes
no se permitió llevar más que algunas prendas de vestir a
su nuevo centro de reclusión, el penal de alta seguridad El Amate,
ubicado a unos 100 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez.
Según las autoridades, se autorizó a los
presidiarios guardar sus demás pertenencias en bolsas y cajas, que
fueron selladas y almacenadas en una bodega con la intención de
entregarlas a familiares de los reos.
Una nueva regla para El Amate es no permitir a los internos
llevar consigo dinero para evitar la corrupción, señalaron
las autoridades penitenciarias.
Por lo pronto, al llegar a El Amate se desnudó
a los presidiarios y se les sometió a exhaustiva revisión
para evitar que introdujeran dinero, joyas, teléfonos celulares
o algún bien que hubieran logrado subir a los tráileres en
los cuales se les trasladó.
Además se les practicó un examen médico
con modernos aparatos que, según autoridades penitenciarias, detectaron
males que ni los propios reclusos sabían que padecían. Luego
se les clasificó para ubicarlos en alguno de los seis módulos
de El Amate.
El secretario de Seguridad Pública estatal, Horacio
Schroeder, explicó que los reos fueron separados de acuerdo con
su peligrosidad, edad y condiciones de salud mental.
Para
realizar el traslado se cerró la carretera que comunica a esta capital
con el centro del país, desde el poblado Lázaro Cárdenas,
en el municipio de Cintalapa.
Participaron en el operativo Jaguar 5 mil elementos,
entre militares, policías federales y estatales, así como
fuerzas especiales de seguridad llegadas de la ciudad de México,
quienes supervisaron que los reos guardaran sus pertenencias "en orden",
subieran a los tráileres debidamente esposados y que ingresaran
a El Amate y fueran examinados exhaustivamente y "sin incidentes".
Los reos considerados "más problemáticos",
que incluso tenían teléfonos celulares para comunicarse al
exterior, fueron sacados de Cerro Hueco horas antes de trasladar a los
demás presos.
Poco después de que comenzó el traslado,
llegaron a Cerro Hueco familiares de los internos, particularmente mujeres,
quienes exigieron saber qué sucedía, pero no se les proporcionó
información.
Uno de los principales reclamos de los parientes de reclusos
fue que éstos ya no recibirán en efectivo el llamado "recurso
de ley", que les servía para su alimentación e incluso les
alcanzaba para mantener a sus familiares o establecer pequeñas tiendas
dentro del penal.
"La única obligación del Estado es alimentar
y buscar la readaptación de los reclusos, no mantener a sus familias",
dijo al respecto Schroeder.
El Amate se construyó y equipó en el rancho
San José, del ejido Lázaro Cárdenas, municipio de
Cintalapa, con una inversión total de 413 millones de pesos con
recursos estatales y federales. Ocupa una superficie de 46 hectáreas,
de las cuales seis se destinaron al complejo de edificios. Se proyecta
alojar a 48 internos en su área de máxima seguridad y 720
en la de mediana seguridad. Incluye 14 naves que albergan talleres de herrería
y otros.
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