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México D.F. Viernes 25 de junio de 2004
MEMORIAS DE LA CIUDAD /EFECTOS
DE LA FUERZA DE TLALOC
La incapacidad para desalojar agua residual, causa
de históricas inundaciones
Desde la época prehispánica, la ciudad de
México ha sido foco de fuertes descargas pluviales que, aunadas
al problema del drenaje, sin solución pese a todos los esfuerzos,
han convertido en auténticos ríos calles y avenidas, y han
causado numerosos desastres a través de los siglos
JORGE LEGORRETA ESPECIAL
La historia de la ciudad de México en realidad
ha sido una historia de inundaciones. A través de los siglos, nuestra
urbe ha sido sometida a las fuerzas de Tláloc, dios de la lluvia
que ha descargado -y seguirá haciéndolo- su furia pluvial
sobre el valle de México.
Cada año la historia se repite. Invariablemente,
durante la temporada de lluvias, las calles de la ciudad, principalmente
de julio a septiembre, se convierten en auténticos canales; el agua
brota por las coladeras del drenaje cual regaderas invertidas, producto
de nuestra incapacidad histórica para desalojar el agua residual
que, mezclada con la pluvial, satura los drenajes.
Desalojar el agua de la cuenca de México ha sido
un problema heredado de la conquista española; desde el siglo XVI
se ha intentado en vano resolverlo. La gran cantidad y variedad de inundaciones
que hemos padecido demuestran que nuestros esfuerzos han resultado infructuosos.
Hasta ahora la ciudad ha padecido 22 grandes inundaciones:
dos durante la época prehispánica, 11 en el virreinato, tres
en el siglo independiente y nueve en el XX; de 1449 a 1951 una gran inundación
cada 23 años en promedio. En las Memorias históricas sobre
el drenaje, obra editada por Luis González Obregón, en
1902, y otra por el entonces DDF, en 1975, se ilustra con detalle la mayor
parte de esos desastres que ha sufrido la ciudad durante poco más
de 500 años.
Epoca prehispánica
1446. Aunque se registra otra inundación
parcial en 1382, la de ese año es la más grande y extensa
en tiempos del reinado de Moctezuma I. Probablemente gran parte de las
chinampas, que por ese entonces tenían una extensión de tres
kilómetros cuadrados, haya sufrido severos daños. El suceso
obligó a construir, bajo la dirección de Nezahualcóyotl,
un albarradón desde La Villa hasta Iztapalapa.
1499. Fue la primera y única provocada por
el abastecimiento del agua traída en acueducto desde Coyoacán
por Ahuizótl. La decisión de traer el líquido desde
ese lejano sitio significó probablemente el primer conflicto político
en esta materia. El señor o cacique de Coyoacán con atributos
de brujo, llamado Tzotzoma o Tzutzumatzin, fue fuerte opositor a dicha
obra, razón por la cual fue asesinado por órdenes del temido
tlatoani mexica. A los pocos días de inaugurado el acueducto, en
el año 1499, la ciudad se inundó a pesar de los albarradones
construidos: "(...) la anegación aumentaba y no se limitó
a los jardines y huertos, a las calles y plazas, sino que el agua impetuosa
invadía las habitaciones, obligando a los vecinos a huir de sus
casas y tomar refugio fuera de la ciudad". Los relatos de Sahagún,
informan de otra inundación en 1517, en tiempos de Moctezuma II.
En plenitud de la conquista
1555.
"El 17 de septiembre cayó un aguacero tan fuerte y continuado, que
aunque cesó antes de 24 horas, bastó para que inundara por
completo la ciudad y los pueblos de los alrededores (....) en cuatro días
sólo se pudo transitar en canoas. Mucha gente, presa del espanto,
abandonó sus habitaciones, y no pocas casas se derrumbaron". El
virrey don Luis de Velasco citó inmediatamente al cabildo para tomar
las medidas de emergencia; una de ellas fue la edificación de un
segundo albarradón, llamado de San Lázaro.
1579. Intensas lluvias llenaron el caudal de los
lagos circunvecinos y este incrementó el de las acequias que, rebozadas
"(...) tuvieron varios días a México anegado, principalmente
hasta principios del año 1580 (...) fue verdaderamente grande y
lastimosa, porque inundadas las casas y las calles ni daba lugar las aguas
al comercio ni a las funciones sagradas y políticas ni a la subsistencia
de los moradores, perturbando su quietud y sosiego (...) se dificultaba
la entrada de víveres (...) se oían por todas partes los
gemidos de los afligidos, que parecían sofocados con los edificios
que se desplomaban (...) por todas partes se miraban los efectos de una
desgracia común, y muy particularmente en la ínfima plebe,
porque sus casas son de caña y adobe".
1604. "Llovió con tal abundancia por el
mes de agosto, que la laguna de México creció mucho, cubriendo
las aguas todos los llanos de los alrededores y casi toda la ciudad, llegando
el caso en algunas calles a verse obligados los vecinos a navegar en canoas,
como testifica el historiador Juan de Torquemada, quien atravesó
en una de ellas la calle de San Juan (...) El agua tardó en desaparecer
más de un año; los cimientos se remojaron y se cayeron muchas
casas".
1607. "Este año fue muy abundante el agua.
El peligro no sólo lo produjeron las copiosas lluvias y grandes
crecientes que tuvieron las lagunas, cuyas aguas se introducían
por las puertas de las casas (...) innumerables manantiales brotaron en
las calles y dentro del interior de los edificios. Para colmo de males,
el 29 de junio fuertes y copiosos aguaceros cayeron sobre la población
y los alrededores, derribando muchos de los edificios y muchas casas de
campo del rumbo sureste. México estuvo a punto de arruinarse". Esta
inundación obligó a iniciar la construcción del famoso
túnel de Huehuetoca, por el cosmógrafo Enrico Martínez.
La más larga y desastrosa
1629. Duró más de cuatro años.
"En el mes de julio los aguaceros fueron mayores; el agua que llovía
en la ciudad se transminaba por las albarradas y presas, inundando los
barrios y haciendo imposible el tráfico (...) en los suburbios,
las casas de adobe se derrumbaban, causando la ruina y aún la muerte
a los pobres habitantes (...) muchísimos quedaron lisiados y morían
de hambre (...) los frailes y las monjas empezaron a abandonar los conventos.
Las familias acomodadas se resolvieron a emigrar principalmente a Puebla.
El 21 de septiembre, día de San Mateo, el copiosísimo aguacero
duró 36 horas seguidas (...) el 22 la ciudad amaneció completamente
inundada.
"El pánico fue inmenso, los daños materiales
innumerables, las desgracias espantosas; no se oían sino clamores,
pidiendo a Dios misericordia. Cesaron los sermones, el comercio de las
tiendas (...) El 24, el arzobispo Francisco Manzo y Zúñiga
hizo traer (de La Villa a Catedral) a la venerada imagen de la Virgen de
Guadalupe, en una solemne procesión de canoas, ocupadas por nobles,
frailes, sacerdotes y gente piadosa". Fue inútil; la inundación
no cedió. El 16 de octubre, el citado arzobispo escribía
al rey que "de 20 mil familias españolas avecindadas en México,
sólo habían permanecido en la ciudad 400, y que 30 mil indios
habían perecido en aquellos días, unos ahogados, otros sepultados
bajo las ruinas, y no pocos de hambre. La peste sobrevino al siguiente
año (1630) ocasionada por la humedad, el hambre, la corrupción
de los cadáveres de tantos animales y aun de muchos pobres que a
cada paso morían". Ante la desesperación, se buscaron los
famosos sumideros, pero también fue inútil.
Así pasaron los años hasta finales de 1633,
que fue cuando la inundación empezó a descender producto
de fenómenos naturales: "(...) la evaporación lenta, pero
eficaz, por una parte, y por otra temblores de tierra, que abrieron grandes
grietas por donde se evacuaron las aguas y liberaron a México, también
contribuyó mucho que en los años últimos fueron escasas
de lluvias".
En medio de palacios barrocos
1714. "En junio se anegaron todos los barrios de
México, muchas iglesias, conventos, calles y casas, salvándose
únicamente la Catedral, Palacio y el centro de la ciudad". La historia
registra igualmente otra importante inundación, siete años
antes, en 1707.
1747. "El temporal fue tan fuerte, que obligó
a suspender las fiestas de proclamación del rey Fernando VI esperadas
con ansia por toda la población de la Nueva España. Las aguas
destruyeron caminos, calzadas, albarradones, presas; desbordaron los diques
de los lagos e hicieron salir de cauce a ríos y arroyos."
1763. "(...) los lagos se llenaron completamente
(...) y se inundaron los barrios de San Lázaro y la Candelaria.
El lago de Chalco vertió sus aguas en el de Texcoco."
1792. "La tarde del 17 de junio y la noche del
18 llovió tanto en México, que se inundó la ciudad,
principalmente las calles de Plateros y San Francisco (Madero), y San José
el Real y Espíritu Santo (Uruguay) (...) de pared a pared y de banqueta
a banqueta. En la capilla de los Riojanos, en San Francisco, la gente tuvo
que oír misa hincada sobre las bancas". Ya el superintendente Cosme
Mier y Tres Palacios había manifestado con anterioridad el peligro
de una inundación "si se continuaban utilizando muchas acequias
y sustituyéndolas con caños o tarjeas bastante estrechos".
La modernización realizada en la ciudad en tiempos del segundo conde
de Revillagigedo, incluyendo principalmente el "entubamiento" de las acequias,
fue la causa de más inundaciones, según la opinión
de algunos peritos de ese tiempo.
1806. "El 8 de septiembre las llanuras de Chalco
y Xochimilco y las dilatadísimas de México y Tetzcoco estaban
inundadas. El lago de Tetzcoco se había extendido tanto que llegaba
hasta la calzada de San Cristóbal, Cerro Gordo, Santa Clara, Zacualco
y el Pocito de la Villa de Guadalupe; hacia el sur, el pueblo de los Reyes
y cubriendo el camino de Puebla hasta Santa Marta, Santa María,
Santa Cruz y la falda del cerro de Ixtapalapan, dejando aislado los dos
Peñoles."
1819. "A consecuencia de las excesivas lluvias
de septiembre, se desbordaron los ríos, arroyos y torrentes. Entre
la noche del 25 y el amanecer del 26, el mismo virrey (Apodaca) encontró
inundado el terreno comprendido desde Tlalnepantla hasta Texcoco (...)
y entre la calzada de Peralvillo a la Villa de Guadalupe, y esta población
completamente inundada en su parte baja. El 27 se desbordó el río
Guadalupe y en octubre todavía era imposible celebrar el culto en
el templo de San Fernando. En el interior del templo de Los Angeles (colonia
Guerrero) subió el agua más de vara y media (l.06 metros)
como lo indicaba una señal que allí se puso y que decía:
hasta aquí llegó la inundación de 1819."
En compañía de los imperios
1851. "El 24 de septiembre cayó un aguacero
tan fuerte, que el agua subió mucho en las calles, penetró
en las casas y causó graves perjuicios en los almacenes del comercio;
los habitantes de México sufrieron resignados aquella inundación
(...) que para ellos no era nueva."
1865. Durante su efímero imperio, Maximiliano
fue testigo de una de las múltiples inundaciones. "Los ríos
del Valle fueron incapaces para mantener las crecientes dentro de sus cajas,
e insuficiente personal de ingenieros empleado en reponer los daños
hechos en los ríos y obras anexas. En octubre el agua de Tetzcoco
entraba a la ciudad e inundaba las calles bajas; las lluvias habían
cesado y no obstante, el nivel de la inundación crecía de
un modo persistente en más de un centímetro por día.
Estaban inundadas las calles de Palma, el Refugio, las del Reloj y Apartado,
las de la Merced y la Santísima". A raíz de esta inundación,
el emperador austriaco autorizó la edificación del Gran Canal
del Desagüe y el túnel de Tequixquiac.
1875. Ultima del siglo XIX que provocó "en
los barrios pobres e insalubres del norte y oriente de la capital una epidemia
de fiebre tifoidea" (Musset, 1992).
Primera mitad del siglo XX
1900.
En forma por demás sorprendente, en julio de 1900 a sólo
cuatro meses de inaugurado el Gan Canal del Desagüe, cuyo propósito
fue evitar para siempre las inundaciones, se produjo otra inundación
más "(...) el agua llegó hasta las plataformas de los tranvías;
a finales de ese año y en 1901 hubo nuevas inundaciones en Santa
Ana, La Candelaria, Santiago, San Lázaro, Los Angeles, La Tlaxpana,
Niño Perdido y, en general, en la parte suroeste de la ciudad".
1910. "En julio fuertes aguaceros inundaron Bucareli,
Belém, la Sexta Demarcación, Peralvillo y la Merced, haciéndose
necesaria la intervención de los bomberos. En septiembre, en el
apogeo de las fiestas del centenario, se inundaron los pueblos de Mixcoac
y la Piedad, principalmente esta última."
1937. "El primero de junio se inundó la
ciudad y con motivo de los daños producidos se elaboró un
plan de control fluvial". Por estos tiempos la solución, irremediablemente
temporal, sería instalar más bombas para elevar el agua al
drenaje que sufría descensos considerables; asimismo, lo sería
la aceleración de los trabajos del segundo túnel de Tequixquiac.
1941. "La ciudad de México sufrió
dos inundaciones (y otra) en 1942 provocada por el desbordamiento de los
ríos que la cruzan (y otra más) en 1944 debido a las torrenciales
lluvias de ese año. Las lluvias, las inundaciones y los encharcamientos
siguieron más o menos graves."
Las últimas del siglo XX
1950. "La más abundante precipitación
pluvial de los últimos 15 años (12 centímetros por
hora) inundó de agua y lodo dos terceras partes de la ciudad de
México. Las consecuencias de este alud fueron desastrosas y funestas;
se recogieron cinco muertos y numerosos heridos. Las colonias más
afectadas fueron Cuauhtémoc, Escandón, Tacubaya, Roma Sur,
Del Valle y Narvarte. Hubo lugares donde el agua alcanzó tres metros
y arrasó automóviles y casas." (Adrián García,
1972)
1951. Los meses de julio y agosto ocurrieron las
peores inundaciones sufridas por la ciudad en la segunda mitad del siglo
XX y que afectaron la parte más céntrica, como las calles
de 16 de Septiembre, Bolívar y Motolinía. El diario Excélsior
del 16 al 18 de julio relata: "(...) un torrencial aguacero descargó
sobre el valle de México la más copiosa precipitación
pluvial convirtiendo a la capital y varias delegaciones en un inmenso lago
(...) la inundación, una de las más desastrosas que ha ocurrido
en el Distrito Federal, causó pérdidas incalculables. Desde
Pino Suárez hasta Bucareli las calles fueron cubiertas por agua.
En las colonias Guerrero, San Juanico, Santa Julia, Peralvillo, Merced,
Tacuba, Argentina, Legaria, Pensil y Vallejo, el agua subió más
de medio metro. El 18 continuó la tremenda inundación que
afectó, además, las colonias Guerrero y Santa María
la Rivera. La respuesta inmediata fue la puesta en operación de
potentes bombas para disminuir el nivel del agua, pero fue inútil.
El día 30 la inundación alcanzó las calles de Motolinia,
Bolívar, Artículo 123, López y San Juan de Letrán".
Presagios de problemas
A finales del siglo XX y principios del XXI, la naturaleza
concedió diversos presagios de problemas. En julio de 1992 el agua
de la Presa Tequilazco, ubicada en el corazón de la colonia Las
Aguilas, rebasó la cortina de concreto y penetró en 450 casas
y en su cauce se llevó alrededor de 110 automóviles. Las
colonias residenciales más afectadas fueron Atlamaya y Lomas de
San Angel Inn, y una de las viviendas más dañadas fue la
del pintor mexicano Manuel Felguérez. Un desastre de esa magnitud
no se había registrado en la zona.
Entre el 17 y 18 de agosto de 1997 tuvo lugar una fuerte
precipitación pluvial que provocó el desbordamiento del Río
San Borja, e inundando y dañando gran parte de las colonias Golondrina,
Barrio Norte y Olivar del Conde. Las viviendas más dañadas
fueron principalmente las construidas a los lados del lecho del río;
éste, al descender, se encuentra entubado y cruza el Periférico
para tomar el nombre de Río Becerra, precisamente por donde se extiende
el Distribuidor Vial.
Al despuntar el siglo XXI y a mediados de junio de 2000
se produjo en Iztapalapa otra inundación parcial provocada por el
desbordamiento del agua por la lumbrera del drenaje profundo, ubicada al
lado del monumento llamado Cabeza de Juárez; allí el agua
ascendió 30 metros hasta salir a la superficie, fenómeno
nuevo en la historia de ese sistema.
Los tres más recientes acontecimientos relatados
efectivamente son avisos de que, sin duda, ensanchamos una vez más,
a mediano plazo, el camino hacia una catástrofe hidráulica.
A menos, claro está, que impidamos todos que el agua pluvial se
siga conduciendo a los drenajes.
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