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México D.F. Miércoles 23 de junio de 2004

Mono Blanco se presentó en Francia, en el contexto de una gira por Europa

Aun sin apoyo estatal, el son jarocho gana espacios: Gilberto Gutiérrez

El género se completa cuando están presentes música, danza y poesía Cuestiona el respaldo oficial a la compañía de danza Jarocho, que ha usurpado el nombre, expresa

ARMANDO G.TEJEDA CORRESPONSAL

fandangoTlacotalpanMadrid, 22 de junio. El son jarocho tradicional vive momentos de auge y esplendor en Veracruz, el resto de México y en el extranjero, una vez que esta conjugación musical de la jarana, la guitarra de son, el pandero y la voz, entre otros elementos, despiertan cada día más interés y admiración fuera de nuestras fronteras. El grupo Mono Blanco, de gira por Europa y convertido en uno de los máximos exponentes y defensores de esa tradición, se presentó ayer con gran éxito en el Festival de Música Tradicional de Toulousse, Francia, dedicado este año a México. El conjunto jarocho también ofreció un concierto en Granada el pasado 11 de junio.

Gilberto Gutiérrez, director y fundador de Mono Blanco, en entrevista con La Jornada, aseguró que tienen dos motivaciones prioritarias en sus conciertos y giras: difundir al grupo, pero sobre todo al género, pues el son jarocho a pesar de no ser muy conocido, poco a poco gana espacios y reconocimiento en los foros internacionales y en el circuito de los melómanos europeos.

El músico lanzó duras críticas al gobierno de Veracruz, de Miguel Alemán, ya que "el apoyo es insuficiente, lo que supongo se debe a la falta de sensibilidad para ver la importancia que tiene el desarrollo de la cultura del son para el entidad. Afortunadamente este movimiento es comunitario y no depende del apoyo estatal, pero sin duda lamentamos que los recursos no lleguen a algo que aporta tanto a la cultura de Veracruz y del país.

"Ha habido mucha polémica por el apoyo a la compañía de danza Jarocho, que ha recibido carretadas de dinero del gobierno del Estado y que además nos ha usurpado el nombre de jarocho, pese a que su propuesta no tiene nada que ver con nuestra tradición. Pero, insisto, a pesar de la falta de apoyo del gobierno del Estado, el futuro del son lo vemos bien y la comunidad jarocha seguiremos trabajando para mantener la tradición de nuestro patrimonio musical."

Mono Blanco nació en 1977 en una época en la que estaba en boga el folclor latinoamericano y el canto nuevo, lo que motivó a estos músicos a indagar en sus raíces musicales entre las comunidades, pueblos y rancherías con tradición sonera. "Me dediqué a buscar una jarana, lo que me llevó a descubrir al grupo Tajín y a conocer a Juan Pazos y al Truene, con quienes fundé el grupo junto con mi hermano Miguel Angel, pues nosotros conocíamos la música sonera gracias a nuestra familia, que siempre siguió la tradición a pesar de que no estaba vigente. Después empezamos a viajar por Veracruz para encontrarnos con viejos músicos, el primero de ellos fue a Tres Zapotes, adonde llegamos con una grabadora para recuperar canciones y sonidos, encontrar la punta de la madeja y a que los mismos músicos nos remitieran a otros músicos de otros lugares", señaló el director.

Alineación actual

El grupo está formado por Gutiérrez, voz, jarana, pandero, tresera y zapateado; Octavio Vega, guitarra de son, voz y arpa; César Castro, bajo acústico y jarana; Gisela Farías, voz y zapateado, y Andrés Vega, quien a sus 73 años es considerado uno de los mejores ejecutores de la guitarra de son.

Al principio no fue fácil, pues, explica Gutiérrez, "en aquellos años estábamos en un medio en el que nuestro género sólo tenía la posibilidad de presentarse en Garibaldi o en Los Portales y restaurantes de mariscos de Veracruz". Fue entonces cuando conocieron a don Arcadio Hidaldo y firmaron un acuerdo con la SEP para llevar su música a colegios de profesores normalistas de todo el país, con una vocación didáctica y de difusión.

"Los viajes y las lecciones de don Arcadio nos convencieron de que lo más importante de toda esta tradición era el fandango, que es el momento en el que el son está en su máxima expresión, al conjugarse la música, la danza y la poesía. Cuando están presentes esos tres elementos es cuando el son está completo", explicó el músico jarocho.

Mono Blanco se dedicó entonces a llevar el fandango y el son a los pueblos y ranchos de Veracruz, donde constataron que para mantener la tradición era necesario buscar apoyo y trabajar con intensidad para evitar la extinción del género. "A raíz de eso se empezó a ver al fandango con más fuerza, lo que provocó que muchos viejos músicos que ya no tocaban por la desaparición de su espacio natural comenzaran de nuevo a hacer son. En esa época descubrimos el son de otros rumbos y conocimos conceptos del género que ya habían desaparecido; por ejemplo, en Hueyapán de Ocampo descubrimos instrumentos y formas de cantar que nunca habíamos visto", dijo Gutiérrez.

El director de Mono Blanco recordó: "Un pueblo de la Sierra, Santa Rosa Loma Larga, donde encontramos un sonido que don Arcadio nos dijo que había existido a principios del siglo pasado, pero descubrimos que ese sonido había permanecido ahí y consistía en una especie de requinto muy grave y unas jaranas muy agudas, lo que contrastaba con la idea del son que conocemos".

Explicó que el arpa se incorporó a la tradición en la zona de Tierra Blanca y el municipio de Medellín, "donde recuerdo que conocimos a don Romualdo Silva, quien a sus cien años tocaba el arpa y además nos contó que el son en esta región de Veracruz consistía en el arpa, el violín y la jarana. El fandango siempre ha tenido ciertas particularidades regionales, pero ahora tiene otras características y se ha ido adaptando a la modernidad, pero lo más importante es que el fandango sigue muy vivo a nivel comunitario, familiar y ahora incluso en otros países."

Transmisión de oído

Los soneros jarochos son músicos sin formación académica, ya que su instrucción musical ha pasado de generación en generación por medio del oído. "Nosotros hemos ido aprendiendo por medio de la imitación. Sin embargo, ahora hay algunos jóvenes que vienen de la tradición jarocha y, al mismo tiempo, estudian el son, lo que será posiblemente algo que nos llevará a otra vertiente del desarrollo del género. Creo que sería importante para la música popular mexicana que los músicos de conservatorio desarrollen la raíz del son de jarocho o de cualquier otra música tradicional.

"El fandango y el son son multirraciales, al tener sus raíces en las culturas española, indígena y africana. La presencia africana creo que procede sobre todo de Senegal y que no pasa por el Caribe, como muchos piensan, mientras que de la influencia indígena creo que lo más importante es el sentimiento y la resistencia, tanto en la forma de cantar la melodía como en el mantenimiento de formas musicales muy antiguas procedentes de Europa que ellos conservan hasta la fecha. Para ellos es una música viva dentro de su tradición y que han heredado de padres a hijos durante muchos años", concluyó Gutiérrez.

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