México D.F. Miércoles 23 de junio de 2004
Ama de casa recibe amenaza de bomba; es broma
pesada, estima un funcionario
Sicosis en la capital del país más poderoso
del mundo por la guerra antiterrorista
Miedo y desconfianza, normal en Estados Unidos después
del 11 de septiembre de 2001
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington, 22 de junio. La llamada telefónica
estaba distorsionada por la estática, como suele ocurrir con las
largas distancias del extranjero: "Soy de la brigada de Al Qaeda. Hay bombas
en tu barrio. Nuestras demandas tienen que ser cumplidas dentro de las
próximas 48 horas", dijo una voz con dificultades para pronunciar
el inglés, el cual obviamente no era su lengua materna.
La mujer que recibió la llamada, ama de casa sin
ningún vínculo con el gobierno del presidente George W. Bush,
quien vive a menos de 10 cuadras del Capitolio, se pasmó en silencio,
comentó a La Jornada. Sus expresiones manifestaban su creciente
preocupación al escuchar la voz distante en la línea telefónica.
Esto
forma parte de la nueva realidad pos 11 de septiembre de 2001 en esta capital
nacional. El gobierno informa al país que existe "riesgo significativo
de atentados terroristas", y el sistema de alerta de colores marca amarillo
(moderado), pero los residentes de Washington tienen presente el peligro
cada día.
La aparición de ántrax logró que
el Congreso fuera clausurado, y también la oficina postal que distribuye
el correo a la casa de esta mujer; recientemente una comisión oficial
reportó que uno de los aviones secuestrados el 11 de septiembre
de 2001 "probablemente" tenía como objetivo al Capitolio; desde
entonces la policía mantiene retenes de seguridad en este barrio.
¿La llamada telefónica fue amenaza real
o broma pesada? Hace cinco años todos hubieran concluido que seguro
era broma, pero hoy la ama de casa y su familia no pueden estar seguros
de nada.
Poco después de la llamada, ella habló a
varios amigos que viven en los suburbios de esta capital para indagar si
su familia podría mudarse a una de estas casas por unos pocos días,
"por sí acaso".
"El que llamó dijo, en inglés con marcado
acento extranjero, 'el mundo tiene que saber que nosotros no tenemos la
culpa'", dijo la mujer a La Jornada. "Continuó: 'tienen que
liberar a los prisioneros políticos'".
El mensaje resultó curioso al entregar la terrible
amenaza, ya que después de advertir que hay bombas en "tu barrio"
hubo una pausa, y después agregó: "Ay, se me olvido; hay
40 bombas en tu barrio".
No hubo más explicación, ni de qué
prisioneros políticos se trataba o por qué mar-có
el número de una casa privada.
Al principio la mujer quedó muda mientras recibir
el mensaje, y casi al final de la breve llamada le dio el teléfono
a su marido, quien tenía en sus brazos a su pequeña hija.
El sólo escuchó la despedida: "adiós (...) o tal vez,
mal adiós", y a continuación cortó la comunicación.
El marido no entendió y miró a su esposa,
quien le contó lo que había escuchado. Los dos se preguntan
qué tan en serio es esto, de qué se trata. ¿Es una
broma pesada o se trata de un intento de Al Qaeda u otros de aterrorizar
a residentes en Washington al hacer llamadas al azar? Llamaron a amigos,
y comentaron qué hacer.
Decidieron hablar a la policía local y preguntarle
qué hacer. "Podemos enviar a un oficial a su casa, señor,
y hacer un informe", ofreció el agente que contestó la llamada
en la delegación local. ¿Y eso de qué sirve?, preguntaron.
No hubo respuesta.
Decidieron entonces buscar el número de la FBI
y llamar a sus oficinas locales. "Esto suena a información sobre
terrorismo. Nosotros no nos encargamos del terrorismo, necesitan hablar
al Departamento de Seguridad Interna", informó un agente.
Hablaron a Seguridad Interna, y después de ser
enviada la llamada a varios burócratas, un supuesto "alto" funcionario
escuchó la descripción detallada de lo ocurrido.
"Me suena a broma pesada. Pero registraré el hecho
aquí", respondió el funcionario, pero el encargado no pidió
un número de teléfono ni el nombre de quienes le están
informando de lo que sucedió.
La llamada podría ser travesura, ¿pero quién
lo puede constatar? La esposa viaja frecuentemente fuera del país
y recibe nu-merosas llamadas desde el extranjero. Es muy común el
ruido particular de una llamada por línea internacional, dice. Nadie
la ha llamado para decirle que sólo fue broma.
Pero el asunto es tanto la reacción de la mujer
como la llamada misma. En la ciudad de Washington, por lo menos, ya no
es tan fácil descartar lo peor: la póliza de seguro de los
automóviles fue enmendada hace dos años para que la aseguradora
no estuviera obligada a pagar daños provocados por un ataque con
armamento "nuclear" o armas "biológicas o químicas".
La familia dice que se alojará en la casa de unos
amigos en los suburbios, por unos días. Por lo menos eso ofrece
una distancia de unos cuantos kilómetros de la zona amenazada por
la voz que interrumpió la frágil calma de estos residentes
de la capital del país más poderoso del mundo.
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