México D.F. Sábado 19 de junio de 2004
Telelanzamiento en el mundo hispano de su novela
Ensayo sobre la lucidez
''La democracia se encuentra enferma'', advierte Saramago
El Nobel critica que los políticos tengan a la
mentira como herramienta principal
Denuncia el ''concubinato'' entre el poder político
y los medios de comunicación
ARTURO JIMENEZ
Con su más reciente novela Ensayo sobre la lucidez,
José Saramago ha realizado una exploración crítica
acerca de la naturaleza de la democracia contemporánea. Pero tras
ese recorrido sus más profundas convicciones no han sufrido mayores
cambios:
''Mis ideales socialistas se mantienen en lo esencial,
con ciertas variaciones. La crítica que hago al sistema democrático
es, en el fondo, una crítica bastante similar a la que hacía
antes a los países del socialismo real.
''La crítica que hago ahora no es la de alguien
que, porque ha visto que sus ideales políticos han sufrido una derrota,
ahora se convierte en crítico del sistema democrático. Críticas
como las que hago ahora son las que hacía entonces."
Y
concede: ''Posiblemente vivimos en lo que se puede llamar una democracia
formal, pero que, desde un punto de vista sustancial, y eso sería
lo importante, es bastante precaria. La democracia se encuentra enferma".
El sistema democrático no tiene ningún control
sobre el poder económico, pone como ejemplo. La democracia, ha dicho
el narrador en otro momento, sería un punto de partida, más
que de llegada.
Es por lo anterior que sostiene: ''Ensayo sobre la
lucidez (Alfaguara) es una novela frontalmente política y ha
querido ser una novela frontalmente política".
Saramago habló ayer durante una teleconferencia
desde Madrid y que enlazó en video a Estados Unidos, Argentina y
México, en la sede de editorial Alfaguara en avenida Universidad,
y sólo en audio a otros 14 países de América Latina.
Funciona mal
Ante las ''acusaciones estúpidas" a su nuevo libro,
el escritor portugués y Nobel de Literatura hace una precisión
fundamental y agrega que no es tanto una crítica al sistema democrático
como a su funcionamiento y a la falta de ''democracia económica"
y "democracia cultural".
Ensayo sobre la lucidez ha provocado una ''reacción
de pánico", considera, y comenta:
''Los políticos aceptan el abstencionismo sin mayor
preocupación, pero el voto en blanco los asusta. Ese voto es un
voto de protesta y también es un voto democrático porque
el ciudadano acude a las urnas. Es una recuperación de la lucidez
y de la libertad para decir no."
Y es que el libro cuenta la historia de unas elecciones
en una ciudad sin nombre, donde la abrumadora mayoría de los habitantes
(83 por ciento) decide votar en blanco, con lo cual desaira a las tres
principales fuerzas: derecha, centro e izquierda.
El gobierno teme que detrás haya una conjura anarquista
internacional y comienza a buscar culpables. Los protagonistas son un comisario
de policía y la mujer que conservó la vista en la epidemia
de luz blanca de Ensayo sobre la ceguera, aunque no se trata de
una continuación de esa historia.
Si ese voto en blanco mayoritario se llegara a dar en
la realidad de algún país, Saramago desea que el gobierno
y la sociedad se detuvieran a pensar en lo que eso significaría
política y socialmente.
Quizá, agrega, se caería en la cuenta que
pese a los relevos de un gobierno tras otro en verdad no ha habido ''cambios
importantes". Y menciona el ejemplo de las recientes elecciones generales
en España, donde hubo 700 mil votos en blanco.
La domina el dinero
Para el autor de El Evangelio según Jesucristo,
hace falta una mayor ''conciencia ciudadana activa" y organización
social para defenderse. Las marchas, como las multitudinarias del año
pasado contra la guerra en Irak, ''no son suficientes" porque una vez concluidas
la gente se va a su casa.
Por eso, en la línea de ampliación de las
libertades, Saramago considera que ''disentir es un derecho" que debería
estar garantizado en todas las constituciones del mundo.
En la democracia representativa actual, continúa,
se acepta la libertad de manifestación y de discusión de
todos los temas, menos el debate de la propia democracia y del predominio
del poder económico, que él observa como ''el poder real"
en el mundo.
El escritor critica que los políticos tengan como
herramienta principal la mentira y considera que existe un ''concubinato"
entre el poder político y los medios de comunicación, como
se probó una vez más con el conflicto iraquí.
Además, dice que la televisión no se alimenta
de anuncios, sino de las conciencias ciudadanas. ''Nos están haciendo
perder esperanzas. Nos están rompiendo todos los días", advierte.
Saramago lanza muchos otros cuestionamientos. ''Me molesta
el camaleonismo de los periodistas. Hay quienes están dispuestos
a enfrentar las consecuencias de su trabajo y otros no", señala.
''¿Dónde están las ideas en la izquierda?
Estamos en el desierto", pregunta y se responde.
''El mundo no me gusta", concluye.
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