México D.F. Jueves 17 de junio de 2004
Desarrollan coloquio en homenaje al historiador
Enrique Florescano
Hallazgo de murales en el Petén replantea teoría
sobre Teotihuacán
William Saturno descubrió dos pinturas en el
sitio maya de San Bartolo, Guatemala
Por su trascendencia se equipara al de la tumba de Pakal
y de los frescos de Bonampak
ARTURO JIMENEZ
No pudo haber mejor homenaje al historiador Enrique Florescano
que compartir durante el coloquio en su honor la más reciente información
sobre uno de los hallazgos más importantes en la historia de la
arqueología del mundo maya, equiparable al de la tumba de Pakal,
en Palenque, y al de los murales de Bonampak.
Se
trata de los murales mesoamericanos más antiguos hasta el momento,
con alrededor de 2 mil años de edad, descubiertos recientemente
por el arqueólogo William Saturno en el interior de un edificio
del sitio arqueológico de San Bartolo, en la selva del Petén,
en Guatemala.
El hallazgo reviste enorme trascendencia porque, de confirmarse
que ambos murales, ubicados en las paredes norte y oeste, fueron pintados
durante el preclásico, se cancelarían los planteamientos
de varios historiadores de que la presunta fuerte influencia cultural de
Teotihuacán en la región maya incluía la figura de
Quetzalcóatl.
Un mito de al menos 3 mil años
Y es que los murales de San Bartolo, ciudad maya que tuvo
vida desde cuatro siglos antes de Cristo hasta una centuria después
de esta era, es decir, más de medio milenio antes del esplendor
teotihuacano, incluyen entre sus variadas escenas imágenes del dios
Quetzalcóatl como mito fundacional o de creación del mundo
relacionado con el maíz.
Ni siquiera los recientes hallazgos de tumbas y murales
de la cultura popoluca en Puebla tienen tal antigüedad, pues datan
del año 300 dC.
Cabe aclarar que si bien se ha hablado de una presencia
de Teotihuacán en la región maya -y viceversa-, esto no quiere
decir que, a partir de los nuevos hallazgos, la figura de Quetzalcóatl
pudo entonces haber llegado al altiplano desde el sureste mesoamericano.
El descubrimiento en San Bartolo, explica Saturno en entrevista,
avalaría más bien la hipótesis de que el mito de Quetzalcóatl
es muy antiguo y es un mito fundacional compartido por culturas de todo
el continente americano desde hace al menos 3 mil años y cuyo origen
se pierde en tiempos más remotos.
Maíz, dioses y mujeres
La historia de este hallazgo aún sigue, pues aunque
William Saturno, junto con el iconografista Karl Taube y el epigrafista
David Stuart han realizado tres temporadas de campo en 2002, 2003 y acaban
de concluir la de 2004, ahora buscan financiamiento y preparan la cuarta
etapa para febrero-mayo de 2005.
Dicha historia comenzó en marzo de 2001 por azar,
como sucede con muchos de los grandes descubrimientos arqueológicos.
Después de una jornada en la selva del Petén,
en busca de geroglíficos tallados en esculturas mayas para un proyecto
de la Universidad de Harvard, Saturno entró a una cueva en busca
de sombra.
Y al iluminar una pared para cerciorarse de que no hubiera
murciélagos, descubrió un fragmento de los murales, conservados
en excelentes condiciones porque el edificio, parte de un conjunto urbano
de más de cien construcciones, fue destruido y sepultado por los
antiguos habitantes, lo que protegió las pinturas.
En la primera sesión del coloquio, Taube expuso
sólo la información iconográfica relacionada con el
culto al maíz y con algunos de los planteamientos de Florescano
aparecida en el mural de la pared norte.
Pero la información más amplia sobre otras
deidades, escenas y glifos de ese mural y del pintado en la pared oeste
serán dados a conocer por Saturno y Taube, por primera vez de manera
pública, el 23 de julio en la ciudad de Guatemala.
El mural norte mide cuatro metros de largo y muestra dos
bloques de escenas con 14 figuras humanas. En la primera destacan cinco
infantes naciendo y en la segunda ocho personajes sobre una serpiente emplumada
que surge de una montaña zoomorfa.
Estos personajes aparecen en parejas de hombre y mujer
y entre ellos destaca el dios del maíz y su esposa, además
de una figura femenina ofreciendo una canasta con tamales. ''Desde el inframundo
los dioses proporcionaban comida y agua al mundo", comenta Saturno.
El mural oeste mide más de nueve metros de largo.
Por un momento, Saturno extiende sobre una mesa una copia del mural a 50
por ciento en la que se observa el predominio del color rojo sobre un estuco
crudo, sin fondo coloreado.
Aparece ahí un personaje masculino ataviado y perforándose
el pene erecto con una lanza para irrigar, con su sangre, el cadáver
de un venado. Otro personaje hace lo mismo pero la sangre cae sobre un
guajolote.
Otra imagen muestra un águila devorando a una serpiente,
otro de los antiguos mitos de muchos pueblos de Mesoamérica.
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