México D.F. Domingo 13 de junio de 2004
Hoy impone un récord que ni Los Tigres
del Norte ni la Banda El Recodo han conseguido
Intocable cumple su sueño y llena cuatro veces
el Auditorio Nacional
Dedicaron las presentaciones a sus compañeros
muertos en un accidente hace cinco años
ARTURO CRUZ BARCENAS
El conjunto oriundo de Zapata, Texas, culminará
hoy domingo un récord que ni Los Tigres del Norte, ni la autoelogiada
Banda El Recodo de Cruz Lizárraga, tienen en su currículum:
cuatro Auditorios llenos, convirtiéndose en el grupo número
uno en la actualidad del género grupero.
Con
10 años de trayectoria, estos gringos de ascendencia mexicana
comenzaron muy temprano en la vida su relación con la música.
Ricardo, acordeón y primera voz, le dio a los acordes a los 6 años.
Los demás no cantan mal las rancheras.
El movimiento grupero reventó comercialmente hace
una década, quizá 12 años. Por toda la República
y Estados Unidos un negocio fuerte creció y enriqueció a
cientos, al borde de la locura financiera a unos cuantos, como Servando
Cano, dueño de Serca, empresa que promueve a Intocable.
Al norteño duro de Los Alegres de Terán,
por ejemplo, comenzaron a ser opción grupos como Límite,
que crearon lo que algunos llaman el norteño light, con una
base rítmica cumbianchera, a veces auxiliados con caja de ritmos.
Ese antinorteño dulzón gustó en un público
ávido de baladas y poco afecto a los corridos perrones, como
se llama en el medio a los narcocorridos o a las composiciones que
incluyen groserías.
Alrededor de ese norteño aséptico giran
nombres como Intocable, Palomo, La Firma y muchos otros. Pero Intocable
se cuece aparte. Revitalizó la onda norteña y tiene temas
que firmarían músicos de cantina, espacio que es la universidad
de los músicos populares, en ciudades como Reynosa.
En el primero de los cuatro conciertos, la demanda de
boletos fue alta. Los revendedores hicieron su negocio tradicional. Nunca
el Auditorio Nacional se había dibujado con un panorama de fans
con sombreros. La estética grupera, predominante en cientos de bailes
finisemanales, inundó el foro de Reforma. Las damas, con pantalones
de mezclilla pegados, resaltadores de figuras de ensueño.
Es el mundo de los dijes dorados o plateados, de las hebillas
brillantes. Una gritería sigue al instante en el que se apagan las
luces. "¡Ah, es Lidia Avila!", la joven ex OV7, que ha visto en lo
grupero su sino. Se avienta tres rolas y se va.
Son las 20:50 y aparece el conjunto que en rueda de prensa
previa dijo que el concierto lo dedicaban a sus amigos fallecidos en un
accidente carretero hace cinco años. Abren con el tema Contigo,
canción que da título a uno de sus discos de mayor venta.
La conexión es inmediata. El público de la música
popular no se cohíbe como otros. Baila y canta a la primera oportunidad.
Intocable lleva cinco años de trabajo en México,
pero aclaran que "nada se nos ha dado; todo ha sido a base de trabajo''.
Defienden su oficio: "Hay quienes critican nuestra música, pero
cuando nosotros hacemos un disco no estamos pensando si una canción
va a gustarle a cierta clase social, a los fresas".
Siguen con Es tan bello, donde del acordeón
sale un efecto que demuestra el talento de Ricardo, que lleva el norteño
a los ámbitos del pop. Hasta se oyen gruesos. Ahora con Estás
que te pelas. A cantar con el romanticismo adolorido, puro amor sufrido,
amor jijo. Lo bueno es que el sonido de Intocable no es estridente,
como sí lo es el de la Banda El Recodo, alejada del proyecto de
viento de Cruz Lizárraga.
"Esta noche será inolvidable y para nosotros es
un sueño hecho realidad. Hagamos de esta noche una ocasión
especial, como si fuera la última de nuestras vidas. ¡Griten,
bailen, no se agüiten! Esta es música que sale del corazón,
para mujeres que se enamoraron de la persona equivocada".
El Auditorio Nacional es ya un espacio como El Rodeo Santa
Fe, algún jaripeo de Chalco, Neza, El Rayo o El Bodegón.
Enséñame a olvidarte. "Todos juntos encoremos
esta canción", invita el maestro de ceremonias, el animador José
Juan, con ese espanglish característico de los gruperos.
Encoremos, pues. Ahora, Intocable promueve su disco Nuestro destino
estaba escrito. Creen en esa especie de fatalismo. A eso atribuyen
lo que les ha pasado. Cantan El amigo que se fue. La apoteosis con
Amor maldito. Llevan nueve discos en su trayectoria.
El acabóse con ¿Dónde estás?,
Fuerte no soy, Soñador eterno, hasta el tema que los catapultó:
El perdedor, al que siguió Y todo para qué,
himno de Intocable, que sí toca. En total, 27 rolas.
¿Y TOOODO PARA QUE?
Hoy, el grupo texano Intocable, que revitalizó
la música grupera, establecerá un récord al llenar
por cuarta vez el Auditorio Nacional FOTO FERNANDO ACEVES
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