México D.F. Viernes 11 de junio de 2004
Su musical Don Quijote: un grito de libertad,
frenado por el gobierno de Morelos
Peligrosos reos se transforman en gráciles
bailarines y actores de ocasión
A los gobernantes no les interesa fomentar las manifestaciones
artísticas, denuncian
De los Ceresos del país, se había elegido
el de Atlacholoaya para mostrarlo al mundo
ANA MONICA RODRIGUEZ
Los internos Julio César Tafolla, preso por homicidio
y Miguel Angel Esquivel encarcelado también por delito grave, son
en escena Don Quijote de la Mancha, mientras que Laura Patricia Flores
y Deidad Villegas, procesadas por homicidio y delitos contra la salud,
son la mismísima Dulcinea.
Estos reos, a quienes les imputan ilícitos desde
el robo hasta el tráfico de drogas, son los principales actores
de la obra musical Don Quijote: un grito de libertad, dirigida y
producida por Arturo Morell.
Empero, esta versión libre de El Hombre de la Mancha,
que se montó en el Centro de Readaptación Social Morelos,
corre el peligro de ser truncada, luego de contadas puestas en escena.
Morell, dedicado desde hace años a la creación
escénica, aseguró que los permisos para el montaje y la participación
de los presos fueron otorgados por las autoridades morelenses.
El proyecto incluye, dijo, la puesta en escena teniendo
como espectadores a los mismos internos, sus familiares, custodios y medios
de comunicación.
''La fase final -la representación ante la prensa
y la filmación de esa función- no se concretó debido
a que Jesús Antonio Tallabs, nuevo subsecretario de Readaptación
Social, nos negó el acceso a las instalaciones con el equipo fotográfico
y de video."
Agregó: ''La denuncia no es política, sino
de la insensibilidad e incultura exhibida para un proyecto que permitía
la real integración de los reos a la sociedad".
Catarsis contra la reincidencia
Para
la creación del espectáculo, en el que participaron alrededor
de 50 personas, ''se tuvo que convencer a los presos, ya que se mostraban
renuentes a participar. Después, los ensayos fueron de cuatro horas
diarias durante tres meses, tiempo en el cual logramos la aceptación
y la catarsis de los internos en el escenario".
El director eligió la prisión ubicada en
Atlacholoaya, de entre 100 Ceresos de la República Mexicana, porque
tiene instalaciones modernas y ''con características mostrables''
al mundo, dijo.
Morell, también titular de la empresa de asesoría
y organización artística IntegrArte alertó sobre las
consecuencias que podrían surgir por parte de las autoridades de
Morelos.
''Es muy difícil para los reclusos aceptar que
su único medio de expresión e interrelación sea suprimido."
Describió el notorio cambio de actitud de los reos,
en principio renuentes pero al final dóciles; temibles delincuentes,
malencarados asesinos, toscos reos se convirtieron en tiernos actores y
graciosos bailarines.
''Muchos lloraron al conocer la noticia de la cancelación",
dijo Morell quien mostró un video con diversos testimonios.
Tito Dreinhüffer, presidente de la Asociación
Mexicana de Productores de Teatro, dijo que la intención ''es sensibilizar
a los internos y convencerlos con métodos sicológicos para
que no reincidan en los mismos errores.
''Era muy impactante ver cómo continuaban ensayando
a pesar de que caía un gran aguacero."
Anunció que este proyecto podría convertirse
en un modelo aplicable a otros reclusorios.
El problema, denunció, consiste en que ''la cultura
es un vehículo para la readaptación social, pero al gobierno
mexicano no le interesa fomentar las manifestaciones artísticas".
Abundó: ''Si quieren evitar la sobrepoblación
en las cárceles y disminuir los índices delictivos que nos
agobian, no lo lograrán porque el apoyo a las artes y a la cultura
no entran en sus prioridades".
Garantías para los reos
Dreinhüffer expresó que con este golpe a la
compañía teatral ''se aleja una posibilidad real de que los
ex presidiarios no nos asalten o maten".
Morell, a su vez, pidió que se garantice la seguridad
de 334 reos que firmaron una carta dirigida al presidente Vicente Fox,
a Sergio Estrada Cajigal, gobernador del estado, y a los titulares de la
Secretaría Seguridad Pública federal y del Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes, Alejandro Gertz Manero y Sari Bermúdez,
respectivamente.
En dicho texto, Arturo Morell solicita a las autoridades
garantizar además la seguridad de los 50 internos y del equipo creativo.
Además pidió la autorización para
realizar las funciones en el Cereso morelense y grabar el final del documental
con los testimonios de los espectadores, incluidos los medios de comunicación.
La puesta en escena, que hizo su debut el 18 de mayo,
fue montada con un presupuesto de casi 300 mil pesos otorgado por IntegrArte.
También fueron cedidos, por el equipo creativo
que encabeza el músico Napoleón Ochoa, los instrumentos musicales,
vestuario y escenografía.
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