México D.F. Sábado 5 de junio de 2004
Después de 25 años regresa a México
para el estreno mundial de su Tercera sinfonía
Serebrier sugiere atmósferas para que los escuchas
aporten el complemento
El compositor uruguayo será batuta huésped
de la OFCM durante dos fines de semana
Con esa partitura refrenda sus motivaciones estéticas,
manifiesta a La Jornada
ANGEL VARGAS
Debieron transcurrir 25 años para el regreso a
México de José Serebrier, uno de los compositores y directores
más relevantes de Latinoamérica de la generación nacida
en la década de los 30 del siglo XX, en cuyo currículum destaca
el hecho de haber trabajado a edad muy temprana como asociado con Leopold
Stokowski en Carnegie and Hall.
Ligado sentimental y artísticamente con nuestro
país -aquí ocurrió su debut internacional como director,
cuando tenía 19 años-, el retorno del músico uruguayo
se debe a una invitación de la Orquesta Filarmónica de la
Ciudad de México (OFCM) para actuar como batuta huésped durante
éste y el próximo fin de semana.
Su ausencia de escenarios nacionales no obedeció
a otra causa que la saturación de su agenda, la cual prevé
numerosas presentaciones en salas de todo el orbe, especialmente de Europa
y Oceanía.
Pero, sobre todo, gran parte de su actividad se ha concretado
en el universo de la grabación, siendo de los músicos más
activos y prolíficos en ese campo, con un total de 210 discos en
su haber.
De ese conjunto de materiales, un par de ellos recibió
varias nominaciones a los Grammy: dos en 2002 y cinco en el presente año,
algo inédito esto último en el ámbito de la música
clásica. En la actualidad prepara la grabación de la obra
completa de Chaikovsky.
Cariño por el país
La
simpatía y el cariño que Serebrier profesa por México
-país en el que ha dirigido a las sinfónicas Nacional y de
Minería, entre otras agrupaciones- es tal que durante años
guardó el estreno mundial de su Tercera sinfonía,
asegura, para hacerlo aquí cuando se presentara la oportunidad.
Esta llegó ahora de manos de la filarmónica
capitalina, que en sus conciertos de hoy y mañana en la Sala Silvestre
Revueltas del Centro Cultural Ollin Yoliztli efectuará el estreno
de dicha obra, la cual fue interpretada antes sólo para su grabación
por la Orquesta Nacional de Cámara de Toulouse, Francia, en 2003.
Comenta el compositor que el título de esa pieza,
Sinfonía mística, fue atribuido por los atrilistas
de esa agrupación francesa a partir de que en la parte final de
la misma ''aparece una voz a distancia, no en el escenario, sino en la
sala detrás del público, y tira un color espectral, un tanto
misterioso".
En esta Tercera sinfonía "escrita con desesperación,
en una semana", el autor refrenda sus motivaciones y preocupaciones estéticas,
según explica en entrevista con La Jornada, durante el receso
de uno de los ensayos con la OFCM:
''Muchas de mis preocupaciones y motivaciones son inconscientes.
Como compositor debo confesar que, al terminar de escribir, aparecen varias
cosas que no había planeado al principio, que irrumpen de las profundidades
de mi mente", señala.
Se trata de ''algo que sucede también con los pintores
y los poetas, no así con los narradores, que son más directos
en su decir y en sus planteamientos. La ventaja es que la música,
en cuanto a etérea, puede ser interpretada de muchas formas distintas".
En su faceta creativa, Serebrier prefiere proponer más
que definir: ''Mi búsqueda es porque los escuchas sean quienes creen
su propia historia. Es decir, sólo sugiero atmósferas y busco
que sean los otros los que complementen".
Escritura y transcripción de sonidos
El binomio compositor-director, prosigue Serebrier, no
se contraponen ni obstaculizan en lo mínimo y, de manera contraria,
sí se complementan.
''No hay conflictos entre ambas vertientes excepto de
que a veces otros directores, a menos de que sean muy seguros de sí,
se sienten menos inclinados a tocar obras de un compositor que es además
director de orquesta", dice.
''En la época de Mahler, por ejemplo, casi nadie
tocaba su música más que el mismo. Así, cuando falleció
no había quien lo interpretara y tuvo que pasar largo tiempo para
que fuera descubierto, sin importar que sea del club de los grandes autores,
como Mozart, Beethoven, Schubert, Wagner".
A manera de confidencia, el artista uruguayo platica que
muchas de sus partituras las ha escrito durante sus continuos viajes:
''En los aviones tengo mucho tiempo muerto, a veces hasta
12 o 14 horas; viajo muy frecuentemente a Australia. Así que aprovecho
esa circunstancia.
''Además compongo muy rápido, no por otra
cosa sino porque antes de escribir ya tengo todo planeado. La escritura
sólo es un ejercicio de transcribir los sonidos. Toda mi música
está muy bien planeada".
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