México D.F. Miércoles 2 de junio de 2004
Alejandro Nadal
Derbez, obligatado
La secuencia de las reuniones ministeriales de la Organización Mundial de Comercio (OMC) cuenta la historia de una lucha feroz. En 1996 se llevó a cabo la primera ministerial en Singapur; los países ricos se sentían en la cresta de la ola neoliberal, a sólo dos años de concluir la Ronda Uruguay que dio nacimiento a la OMC en los acuerdos de Marrakesh. Además de los temas tradicionales de la agenda comercial, como subsidios y solución de controversias, la Ronda Uruguay había desembocado en acuerdos sobre temas nuevos, como propiedad intelectual, inversiones, servicios, y hasta en un acuerdo preliminar sobre compras de gobierno.
En Singapur los países ricos creyeron que podían mantener la inercia en favor de la inclusión de otros temas en la agenda de la organización. Cuatro fueron propuestos en una avalancha de negociaciones: facilitación de comercio, transparencia en compras de gobierno, relaciones entre política comercial y competencia, profundización del acuerdo sobre inversiones y comercio. Abrumados ya por la pesada carga de Marrakesh, muchas naciones subdesarrolladas se inconformaron, pero no pudieron evitar la integración de un grupo de estudio sobre estas cuestiones.
En la segunda ministerial de Ginebra no hubo adelantos. Y luego vino Seattle, en diciembre de 1999. Ahí quedó claro que sería cada vez más difícil seguir imponiendo la agenda neoliberal mediante nuevos acuerdos en el seno de la OMC, la cual quedó profundamente marcada y lanzó una operación de control de daños, preparando la reunión ministerial de Doha para 2001.
Doha concluyó con una declaración tramposa que colocaba las necesidades de los subdesarrollados como prioridad de la OMC a cambio de su regreso a una nueva ronda de negociaciones, la Agenda Doha para el Desarrollo. Desde luego, los países ricos esperaban retomar los temas tradicionales del comercio internacional junto con los temas de Singapur. Por eso la declaración de Doha contiene más de 100 referencias al "desarrollo", pero su compromiso con ese proceso no se puede encontrar ni con lupa. Después vino la quinta ministerial en Cancún, en 2003. El gobierno mexicano buscaba ansiosamente promover la agenda neoliberal y el secretario Derbez encabezó el esfuerzo. En su texto para arrancar los debates forzó la reintroducción de los temas de Singapur de manera autoritaria y carente del mínimo sentido del trabajo diplomático. La impopularidad de los temas de Singapur se incrementó.
En lugar de hacer su trabajo de anfitrión y encarar el difícil tema de los subsidios agrícolas, solapados en el acuerdo sobre Agricultura, prefirió servir a los intereses de los países ricos. El texto que preparó para la reunión estuvo marcado por desequilibrios y problemas de todo tipo. Por ejemplo, en materia de subsidios agrícolas, los clasificados en la llamada caja verde (apoyos desconectados de las decisiones de producción, entre otros) no serían limitados, de tal manera que los países ricos podrían transferir sin mayor problema los apoyos prohibidos a la caja de subsidios permitidos. La combinación de servilismo, el trato a los subsidios agrícolas y el sentimiento de que Doha había sido un monumental engaño llevaron a la explosión de Cancún.
Ahora Derbez vuelve a la carga. El 14 de mayo presidió el consejo de ministros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y en su síntesis afirmó que se habían discutido los temas de Singapur y que el presidente de debates sentía que había un acuerdo en la OMC para abrir negociaciones multilaterales sobre el tema de facilitación de comercio. Añadió que el consenso era mantener los demás temas de Singapur en sus grupos de estudio.
Pero diplomáticos presentes en la reunión expresaron su desacuerdo. Uno señaló que ni siquiera se había discutido el retorno de los tres temas de Singapur a los grupos de estudio. Y en cuanto a facilitación del comercio, no es cierto que exista un acuerdo en la OMC. La síntesis de Derbez es, como su texto para Cancún, engañosa.
La semana pasada, en otra reunión de la OMC, en Ginebra, quedó claro que ya nadie quiere los temas de Singapur. Las declaraciones de Pascal Lamy, responsable de Comercio de la Comisión Europea, así como las de Niall Fitzgerald, presidente del consorcio Unilever (y representante del sector privado en esa reunión), fueron claras. Los temas de Singapur están fuera del juego y se va a necesitar mucho para poder resucitarlos.
Parece que la semana en la OCDE fue demasiado para Derbez. En una entrevista con Radio Francia Internacional, se dijo satisfecho de los logros de la reunión porque los principios ahí ventilados hacían que los países se sintieran obligatados. Es un buen neologismo del canciller; él mismo se debe sentir atado por sus obligaciones con la agenda neoliberal. ƑO estaría pensando en algún término en inglés? Quizás simplemente no sabe expresarse y eso es todo.
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