México D.F. Martes 1 de junio de 2004
TUMBANDO CAÑA
Ernesto Márquez
En Morelia, el embrujo de Lágrimas negras
Derroche musical y cante con Chucho Valdés
y Diego El Cigala
MORELIA, MICH., 31 DE MAYO. Ahora fue en Morelia
donde cerca de tres mil seres sucumbieron ante el embrujo de Lágrimas
negras, ejercicio musical que une a talentos cubanos con españoles
y que ha logrado aportar una mirada diferente al concepto de fusión,
estableciendo por demás que no hay límites para la sensibilidad
y la expresión.
EN EL TEATRO Morelos, domingo por la noche: el
piano y el quejío, la sabiduría y el sentimiento, el duende
y el sabor, la cubanidad y la esencia flamenca son las bases de ese edificio
musical que desde hace dos años viene fortaleciendo Diego El
Cigala a fuerza de jondura y arte regado por los más reconocidos
escenarios del mundo, primero con Bebo, el patriarca, y ahora con Chucho,
la rama fuerte de la dinastía Valdés.
EL
CONCIERTO ES un prodigio de belleza. Casi 60 minutos de derroche musical
y cante que por momentos supera toda expectativa, sobre todo la de aquellos
que han llegado con la intención de escuchar tal cual como se oye
en el disco. Ciertamente con Chucho Valdés al piano hay continuidad
estilística y sonora, pero a la vez se denota la presencia de nuevos
elementos armónicos y melódicos.
CHUCHO, QUIEN TIENE dimensión especial como
pianista, resulta ser el relevo apropiado de su padre. Pero, dadas sus
condiciones excepcionales de músico innovador y creativo, termina
por imponer su personalidad. Todo mundo sabe que el tumbao de Chucho es
el tumbao de Chucho y que los montunos costumbristas dejan su cadencia
acostumbrada para convertirse en las manos de este hombrón en movimientos
huracanados.
YA CHUCHO LO había dicho: "Haré lo
de mi padre, sí, pero a mi manera". Y a todos nos ha resultado obvio
que fuera así. Por mucho que sean padre e hijo y que el primero
le haya depositado sus genes creativos y preparado desde muy niño
en las artes pianísticas, la cosa tendía a ser diferente.
SI HACEMOS UN ejercicio analítico y vamos
de la grabación de Lágrimas negras al concierto de
ahora descubriremos en el trabajo discográfico a un pianista contenido,
rico en coloratura tonal y conocedor de todos los géneros musicales
que además aplica con gracia, desbordando emotividad. Si atendemos
lo que se da actualmente en el escenario escucharemos a un pianista poderosísimo,
de técnica insuperable, con la habilidad casi natural de jugar con
tiempos rítmicos y valores armónicos en cada estilo, llámese
son, bolero, guaracha, copla o tango.
BEBO PERTENECE A la tradición del piano
con moña (maña, picardía, sabrosura). Chucho
la tiene, pero más inscrita al piano moderno, cualquiera que sea
el criterio de modernidad.
PARA EL PROYECTO Lágrimas negras,
Bebo preparó y acomodó a la voz desgarrada de El Cigala
sus formas estilísticas y su touche con una singular limpieza
y economía de recursos. Para el concierto de La Habana, los de México
(y los por venir), Chucho lo ha hecho igual, sólo que más
swingueante y abrasivo.
SIN EMBARGO, AMBAS expresiones le quedan bien al
gitano, quien en todo momento es señor y dueño de la situación.
El Cigala sabe que está congeniando con dos formas de hacer
distintas, pero enriquecedoras, y que debe estar a la altura y alimentarse
de ellas. De ahí que también juegue a hacer cambios y giros
en sus inflexiones, unos tan arriesgados que se antojan suicidas, como
aquellas en las que sube el desgarro a tonos estratosféricos que
parece va a desafinar, y no.
EL DON DEL CANTE y la técnica vocal que
posee le permiten a este joven maestro hacer esos juegos sin farolear,
exacto y a tiempo. Grita cuando tiene que gritar, adorna cuando tiene que
adornar y matiza en el momento preciso, no antes, no después.
Mezcla de intelecto y espíritu
EL SUYO ES un cante mezcla de intelectualidad y
espiritualidad. Por lo que en ocasiones es inevitable que se escuche muy
caracolero y en otras rompa en vuelcos de hondura y emoción ingobernables.
EN SU EXPRESION, los boleros, coplas y tangos adquieren
un rango desconocido. Aquella canción que fue escrita para decirla
amorosamente al oído o de cierta manera pasional se ha convertido,
en voz de Diego, en un quejío dramático, en un grito desgarrador,
en un fogonazo que calcina.
HAY QUE ESCUCHAR, por ejemplo, Inolvidable,
el tema de Julio Gutiérrez que popularizara Tito Rodríguez,
y con la que comienza el álbum y el concierto o Vete de mí,
la clásica de Virgilio y Homero Expósito, para descubrir
las diferentes rutas emocionales que puede tomar una canción cuando
es abordada desde la intensidad del cante. Lo mismo pasa con el cuplé
La bien pagá y Corazón loco, en las que las
líneas irónicas del texto se tornan amargas y desesperadas.
O con el tango Niebla del riachuelo, la versión más
cojonuda y apasionada que se haya escuchado en mucho tiempo.
EL RESTO DE los temas del álbum tuvieron
la misma fortuna, pero en cualquier caso dejó claro que su ambición
artística mira mucho más alto y que por eso ha incorporado,
a conseja de su compadre Bebo, el Concierto de Aranjuez, tema instrumentalmente
difícil y el cual entona con inusual potencia en el quejío
que se convierte en grito y, aun cuando matice y cuide los tonos medios
y bajos, resalta el grito: grito desesperado, grito exasperado, grito profundo
que nos lleva casi al desasosiego, al trance de la inquietud, por que es
un grito que lleva dentro el alma del cantaor.
EL CIGALA SE encuentra
en ese momento mágico del artista que promueve fervores apasionados.
Todas sus presentaciones registran llenos a reventar y es invitado frecuente
a colaborar en todo tipo de proyectos, como un próximo disco con
Chavela Vargas y una película de ficcón. Pero no está
solo. En el aspecto administrativo y de cuidado personal lo asiste su esposa
Amparo, mientras en la escena siempre se hace acompañar de buenos
músicos, como es el caso del citado Chucho Valdés.
A MEXICO VIENE sin violín y sin saxo, pero
con invitados de lujo como el timbalero José Quintana, Changuito,
toda una leyenda de la música y las percusiones afrocubanas y además
fundador de Los Van Van; el cajonero Sabú (hermano del Piraña)
y el contrabajista pamplonés Javier Colina. Este último un
gran talento de la escena jazzistica española, quien conectó
muy bien con las reglas no escritas de Lágrimas negras, aportándole
además un sonido y unas formas de tumbaos tan, pero tan característicos
que son uno de los sellos distintivos del trabajo de Diego.
LAGRIMAS NEGRAS, EL concierto,
se presentará este 2 de junio en el Salón 21, Andrómaco
y Moliére (Polanco). Sería imperdonable perdérselo.
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