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México D.F. Sábado 29 de mayo de 2004
DANZA
Mariana Norandi
Jarocho, espectáculo sin duende
Sacrifica la esencia veracruzana ante la parafernalia
visual
EN EL FLAMENCO existe una expresión singular
y llena de significado que califica a un artista, o a un espectáculo,
de tener o no duende. Por duende se entiende algo así
como ese hilo invisible que conecta al artista con su arte y el público.
Un hilo conductor que va más allá de la calidad técnica
o visual del espectáculo. Una expresión mágica, pero
consistente, que representa esa comunicación intrínseca y
momentánea del artista, la cual, no procede del escenario, sino
de lo "jondo del alma". Pese a las expectativas que había despertado,
Jarocho es un espectáculo de calidad pero sin "duende".
ESTE MONTAJE, QUE nace por iniciativa del Gobierno
de Veracruz, quiere dar a conocer la riqueza cultural de ese estado y,
para ello, hace un recorrido por sus distintas expresiones musicales y
dancísticas. Intenta abrir al máximo su abanico musical y
resaltar, con orgullo, las tres raíces que componen la cultura veracruzana:
la indígena, la española y la africana. Para llevar a cabo
tan interesante e importante proyecto, se reúnen a grandes bailarines,
estupendos músicos y a uno de los mejores y más creativos
escenógrafos teatrales de nuestro país, el veracruzano Jorge
Ballina.
LO
QUE, EN teoría, debería ser idóneo para el éxito
se queda a medio camino por la inadecuada dirección del británico
Richard O'Neal. Este coreógrafo estudió teatro musical en
Londres y fue director asistente de la compañía irlandesa
Riverdance. No existe la menor duda que este director es un artista talentoso,
con visión experimental en la danza y que en Jarocho intentó
hacer algo creativo, pero el resultado es desacertado.
O'NEAL TIENE UNA formación totalmente europea
y una influencia muy marcada de su paso por Riverdance. Su experiencia
en esa compañía la traslada al montaje Jarocho y el
producto es una bien intencionada fusión, pero, en algún
momento de la creación, se pierde la esencia veracruzana en medio
de un deslumbrante espectáculo.
AL ESTILO DE los más rimbombantes musicales
de Broadway, la puesta en escena de Jarocho sobrepone la parafernalia
visual al espíritu de la música y danza veracruzana, obteniendo
un espectáculo folclórico, con pretensiones innovadoras,
pero que sólo puede impresionar a turistas. Hay un momento que se
intenta hacer una especie de fandango jarocho pero, cuando el público
se entusiasma, el zapateado veracruzano se transforma en zapateado riverdancero.
La magia jarocha choca con la realidad de un director europeo, y se desvanece.
HAY DOS ELEMENTOS que, por su derroche de talento,
superan el entorno superficial de la puesta en escena: la cantante Mesezabeel
Merari Bustos, que interpreta una versión deliciosa de La Malagueña,
y la escenografía de Jorge Ballina. Este artista se inspira en los
rebozos de las mujeres veracruzanas y en los paliacates de los hombres
para diseñar un juego corredizo de telones y bambalinas extraordinario,
el cual encuadra la escena en la más profunda tradición cultural
veracruzana y mexicana.
LAS FUSIONES SON algo que, en los últimos
años, han empezado a definir las tendencias de la música
y danza étnicas, populares y urbanas. Ejemplos grandiosos los tenemos
en la música celta, el flamenco, las rancheras, el tango o en el
mismo rock. Ese afán de experimentar, de resaltar las raíces
y entremezclarlas con otras, ha rescatado expresiones culturales que iban
paulatinamente hacia el olvido. Pero una fusión, en su búsqueda
experimental e innovadora, no debe perder su esencia, su raíz más
profunda que, finalmente, es lo que le da personalidad y definición
a la expresión artística.
JAROCHO ES UN espectáculo
para disfrutarlo como un rompecabezas, por partes (escenografía,
bailarines, cantantes, músicos, coreografía o vestuario),
pero que en su conjunto se olvida de lo fundamental: el espíritu
de un pueblo, "el duende" jarocho.
JAROCHO: TEATRO DE la
Ciudad. Donceles 36, Centro Histórico. Sábado 29, 18 y 21
horas, domingo 30, 12 y 17 horas. Entrada: luneta 350, primer piso 290,
anfiteatro 174 y galería 70 pesos.
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