México D.F. Viernes 28 de mayo de 2004
Advierte el cubano que habrá mucha improvisación
Chucho Valdés y El Cigala, listos para
sus conciertos en La Habana y México
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 27 de mayo. Chucho Valdés y Diego
El Cigala terminaron de montar el concierto que ofrecerán
aquí el viernes y que será la base de su actuación
de la semana próxima en México.
Sólo la base, porque cualquier cosa puede pasar
con la unión explosiva de estos dos músicos. "Lo único
que nos falta es soltar la emoción", dice Diego a La Jornada,
después del ensayo general del miércoles en la noche, en
el teatro Karl Marx.
-¿Qué fue lo más difícil de
preparar?
-Nada -dice El Cigala-, aquí hay química.
Todo ha sido llegar, mirarnos, tocar... y ¡paf!
-Nada
-coincide Chucho-. Es una experiencia nueva y muy comprometida, porque
es un trabajo que ya está hecho y ha funcionado muy bien. Ahora
tengo que ocupar el lugar de mi papá (Bebo Valdés) para que
esto se mantenga. Me siento muy emocionado y agradecido por el hecho de
que él haya confiado en que yo podía hacerlo y por que El
Cigala haya confiado en mí.
El cantaor y el jazzista se han tumbado en dos butacas
de primera fila del Karl Marx. Diego fuma y apura un trago mezclado. Tiene
una camiseta que dice: "Bebo Valdés rides again" (Bebo Valdés
cabalga de nuevo). Su esposa Amparo repasa el orden de presentación
y la continuidad del concierto. Chucho exprime una lata de refresco. Acaban
de pasar horas de ensayo. Al final de varias piezas, El Cigala,
sonriendo, aprueba con devoción y agradece a Chucho: "Perfecto".
El concierto tiene como base el disco Lágrimas
negras, pero hay cuatro piezas adicionales. El ensayo termina con una
de ellas, a la que Diego interrumpe un par de veces porque ha reparado
en detalles que quiere afinar. Es una prolongada versión de Obsesión,
de Pedro Flores.
Antes han repasado Amar y vivir, de Consuelo Velázquez,
primera pieza mexicana que llega al repertorio del Cigala. Chucho
la cruza en diagonal con destellos de jazz y danzón. Diego caracolea
su lamento gitano: "Por qué no han de saber/ que te amo vida mía..."
Del repertorio del compacto también se incorporan
para los conciertos Si te contara, de Félix Reina, y la versión
del Concierto de Aranjuez con la letra que Diego escribió
un día, en una servilleta ("Cómo fue/ De la mano del viento
llegó/ como un puñal acariciaba mi piel/ una palabra, una
pasión/ si me dejaste herío...").
Ensayan varias piezas de corrido, sin problema. Niebla
del riachuelo, Vete de mí, que inevitablemente remite a la versión
de Bola de Nieve.
-Es que fue la primera versión que yo escuché
-recuerda El Cigala-. Me la llevó Fernando Trueba y me estremeció.
Me dejó patidifuso. Porque lo más dificil de todo es hablar
cantando. Ese señor ya no cantaba. Ese señor hablaba y cantaba.
Eso es lo dificil.
Chucho dice que el espectáculo tiene amplios márgenes
para la improvisación: "No se qué vamos a hacer al final".
Una forma de explicarlo es por la comunidad de raíces. "Son iguales
para el flamenco y la música cubana: una rítmica fortisima
y la influencia africana. Nosotros tenemos orígenes en Nigeria.
La música española viene de la árabe y la africana.
Los géneros se pueden unir cuando son compatibles y ese es el caso".
El próximo disco, que ya se cocina, incluirá
cuplés españoles y siempre boleros, dice Diego.
-¿Algo de Lara?
-No lo se todavía. Pero a Lara yo lo recuerdo mucho,
porque cuando tenía diez años salí una vez a la calle
de mi barrio, Lavapiés, el más castizo de Madrid, a la Plaza
de la Corrala, donde había como sesenta mariachis. Y es que estaban
inaugurando una estatua de don Agustín Lara. Todavía paso
por ahí y le digo: "Señor..."
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