México D.F. Viernes 28 de mayo de 2004
Argentina
Cultivos de soya transgénicos afectan el medio ambiente
REUTERS
Buenos Aires, 27 de mayo. El incondicional apoyo a los cultivos de soya genéticamente modificados en Argentina está haciendo estragos en el medio ambiente debido al uso de un herbicida en los cultivos transgénicos y a la deforestación, según indican críticos.
Los especialistas del gobierno y los defensores de la biotecnología responden ferozmente a esos reclamos, pero nadie niega que el avance de soya transgénica en Argentina a expensas de otros cultivos y de algunas zonas forestales despierta temores sobre el medio ambiente.
Más de 90 por ciento de las 32 millones de toneladas de soya que este año producirá Argentina, tercer productor mundial de la oleaginosa, está genéticamente alterada para ser resistente al glifosato, uno de los herbicidas más benignos que, según grupos ecologistas y algunos investigadores, crea maleza resistente y mata las bacterias del suelo, volviéndolo yermo.
"Hubo una aceptación masiva de la soya transgénica y el glifosato que no había ocurrido en otra parte del mundo", dijo Luisa Nisensohn, investigadora de la Universidad Nacional de Rosario que estudia los efectos del glifosato en las malezas desde hace cinco años.
"Hay que estudiar los efectos de este fenómeno para prevenir futuros problemas", agregó.
Se dispara el número de hectáreas sembradas con la oleaginosa
En los pasados 10 años, el área de soya creció en Argentina en 250 por ciento a un récord de 14.2 millones de hectáreas, en parte gracias a que los transgénicos son más baratos y más fácil para cultivar y a la siembra directa, lo que permite cultivos en zonas más secas y menos fértiles.
Especialmente la rentabilidad de la soya disparó el auge. En el mercado de Chicago los futuros de la oleaginosa llegaron el mes pasado a los precios máximos de 15 años y la demanda mundial de proteínas vegetales para elaboración de alimentos para consumo animal, aceites comestibles y de combustible biodiesel sigue creciendo, especialmente por parte de China.
Los detractores de la biotecnología dicen que el afán de los productores y procesadores de soya por obtener beneficios está devastando el suelo.
"Ha sido comprobado que el glifosato mata la bacteria en los suelos (...). El suelo está muriendo, no hay colonias microbianas, no hay lombrices", dijo Jorge Eduardo Rulli, uno de los fundadores del Grupo de Reflexión Rural, que se opone a los transgénicos.
La filial argentina de la pionera en biotecnología Monsanto Co, que desarrolló la soya resistente al glifosato y comercializa el glifosato bajo el nombre de Roundup, prefirió no hacer declaraciones.
Pero la filial en el Reino Unido, en respuesta a un artículo publicado el mes pasado por la revista New Scientist, que incluyó planteamientos similares, dijo que "el glifosato sigue siendo efectivo y tiene una larga historia de uso seguro".
Y sugirió a los lectores que se remitan a su sitio de Internet, www.monsanto.co.uk.
La nota de New Scientist advirtió también sobre el posible surgimiento de "supermalezas" resistentes al glifosato.
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