Gabriela Rodríguez

Obispos contra Kerry

Todo parece indicar que seguirán surgiendo apasionadas réplicas religiosas durante el año electoral en ese enorme y cada vez más poderoso vecino del norte. Con una carta pastoral, fechada el 1Ɔ de mayo del año en curso, el actual obispo de Colorado Springs, Michael Sheridan, prohíbe recibir la comunión a todo aquel que vote por políticos que apoyan el derecho al aborto, la investigación en células madres, la eutanasia y los matrimonios entre personas del mismo sexo. Solamente aquellos ciudadanos que se arrepientan de ese pecado en la confesión y que se concilien con Dios mediante el sacramento de la penitencia tendrán acceso a ese ritual tan central de su Iglesia.

Se trata de un obispo de la nueva generación que asignó Juan Pablo II para dirigir la diócesis en que se asienta la segunda mayoría católica de Estados Unidos. Entre otras cosas Sheridan afirmó:

"Cualquier político católico que defienda el aborto, la investigación en células madres o cualquier forma de eutanasia quedará ipso facto excluido de recibir la comunión de la Iglesia y pondrá en peligro su salvación. Y además, cualquier católico que vote por candidatos que defienden esas posiciones sufrirá las mismas fatídicas consecuencias. Dios nos creó hombre y mujer. Y fue Dios quien decidió que la unión de un hombre y de una mujer multiplicara y poblara la tierra. Nadie puede atreverse a redefinir el matrimonio para adaptarlo a una agenda política o social. El futuro de nuestro mundo descansa sobre la fuerza de la familia, la unidad básica de la sociedad. El futuro de la familia depende del estado del matrimonio. La familia -el padre, la madre y los hijos- refleja la naturaleza de Dios. Es a través de sus creyentes y de sus votos como los políticos pro vida y pro familia sirven a nuestro país."

En entrevista individual, el prelado consideró que otros actos, como aprobar la pena de muerte o la guerra de Irak, aunque contravienen la posición de la Iglesia católica, no tienen el mismo peso ni merecen el retiro de la comunión, en tanto que el aborto y los matrimonios del mismo sexo (a los que llama "desviados") son actos intrínsecamente perversos porque se alejan de los designios de Dios.

La misiva, que fue enviada al cardenal Theodore McCarrick, de Washington, expresa la adopción de una línea partidista de la jerarquía católica y el apoyo a la agenda del actual presidente de Estados Unidos, en cuyo régimen se intenta eliminar el derecho al aborto, fomentar la abstinencia entre solteros, promover el matrimonio perpetuo, y se acaba de prohibir a homosexuales la donación de semen. Al mismo tiempo es un ataque directo al candidato demócrata para la presidencia de ese país. En su campaña John Kerry se ha declarado abiertamente católico y ha expresado también su respeto al aborto como un derecho; ha abierto un debate sobre la manera en que los políticos católicos deben equilibrar las demandas de su fe con las responsabilidades en una sociedad plural.

Si la tendencia en las encuestas continúa y los votantes logran sacar de la Casa Blanca a George W. Bush en noviembre próximo, y si además otorgan el triunfo a Kerry, se contará por segunda vez, después de J. F. Kennedy, con un presidente católico.

La oposición de los obispos católicos al candidato de su feligresía, y su apoyo a un republicano que no lo es, es decir, a George W Bush, quien se asume militante de los cristianos renacidos, pone al descubierto que la agenda religiosa está muy por debajo de los verdaderos intereses políticos de sus líderes: controlar las conciencias y colocarlas al servicio del gran imperio globalizador.

El uso de lo religioso es a veces descarado, en un país donde 90 por ciento afirma que nunca ha dudado de la existencia de Dios, 80 por ciento cree en los milagros y en que será llamado al Juicio Final; tres cuartas partes son protestantes y esencialmente evangelistas, mientras 24 por ciento se declaran católicos, la mitad cree en los ángeles y más de un tercio en el demonio, 40 por ciento asiste a misa cada semana. Tal como afirma Garry Wills, estudioso de la mentalidad religiosa, en esa nación la población es pragmática, optimista y secular, y, aunque 70 por ciento cree en la vida después de la muerte, no consideran que pueden ser condenados, y como buenos representantes del American way of life, los estadunidenses prefieren esta vida que la siguiente.

Más allá del voto hacia dos candidatos que no pretenden transformar la esfera de lo estructural-económico, es un hecho que la politización de los sacramentos y el proselitismo de las diversas formas de cristianismo no han sido eficaces para detener asesinatos, torturas ni guerras, pero su énfasis en la normatividad sobre los cuerpos ha sido clave en la promoción de la institución familiar como uno de los ámbitos privilegiados para reproducir la fuerza y la explotación del trabajo.