México D.F. Martes 25 de mayo de 2004
Lectura dramatizada de obra sobre el artista
inspirada en estudios de Pérez Escamilla
Nuevo intento por rescatar del anonimato al pintor
maldito Manuel González Serrano
MERRY MAC MASTERS
El pintor ''maldito" Manuel González Serrano (1917-1960),
cuya obra fue soslayada durante años por proceder de alguien de
''cuestionable" conducta personal, avanza un paso más para salir
del anonimato.
Con
la obra de teatro El nido, escrita por Juan Tovar, en torno de ''la
pasión y muerte de Manuel González Serrano", se inicia hoy
a las 20 horas, en el teatro Julio Castillo, el ciclo El proceso de
creación teatral: lecturas dramatizadas y ensayos de puesta en escena,
organizado por la Compañía Nacional de Teatro del Instituto
Nacional de Bellas Artes. Allí mismo habrá una segunda lectura
de El nido el miércoles 26.
Dirigida por David Olguín, con la participación
de actores como Roberto Soto, para la realización de El nido
-el título proviene de un cuadro del pintor-, Tovar debió
consultar documentos y textos reunidos por Ricardo Pérez Escamilla,
quien rescató a González Serrano de la ignominia y a quien,
además, está dedicada esa obra.
Pérez Escamilla tenía 15 años cuando
se topó con El hechicero (1947), autorretrato del jalisciense.
No sabía nada de su autor, pero se convenció de que era una
''obra maestra". Desde entonces consideró que a los artistas mexicanos
se les debía valorar ''en el mismo plano de reconocimiento y difusión
de su obra como a Toulouse-Lautrec, Van Gogh o Gauguin".
Cuando empezó a investigar, Pérez Escamilla
se encontró con que González Serrano era ''vituperado, marginado
por su estilo personal de vivir, por el erotismo de su pintura y su tendencia
a expresarse en temas prohibidos en su época.
''Alguno de los críticos de arte más destacados
en el tiempo que González Serrano montó una de sus pocas
exposiciones, manifestó no explicarse cómo había una
galería en México que prestaba sus muros para exhibir los
cuadros de las aberraciones de un sicópata."
Frenesí de vida
La idea de llevar la vida y obra de El hechicero
-término acuñado por Pérez Escamilla- al teatro, se
concibió ''a la sombra" de El destierro (1982), también
escrita por Tovar, en la que personajes como José Vasconcelos, Antonieta
Rivas Mercado y Manuel Rodríguez Lozano ''trascendían la
vida cotidiana para consagrarse en el teatro como seres relevantes de la
formación del México moderno".
El nido, apunta el entrevistado, viene a ser ''una
exposición de pintura y una pieza dramática para dar a conocer
al personaje en su vida, conflictos personales, así como la realización
de su obra pictórica que lo consagra como gran pintor.
''No es raro que los pintores se conozcan, antes que por
su pintura, por su vida pintoresca", escribe Tovar. González Serrano,
en cambio, ''optó por pasar inadvertido, aunque ni su historia ni
su figura carecieron de dramatismo. De él puede decirse que, en
un sentido muy literal, su vida está en su obra, no tanto en lo
anecdótico como en términos de energía humana e inhumana.
Un frenesí de vida: la vida eterna a guisa de muerte sin fin, sufrimiento
insondable ('Yo he sufrido más que Cristo), vuelto goce intenso
y minucioso".
¿Estará en ciernes un nuevo mito de la pintura
mexicana?
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