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México D.F. Domingo 23 de mayo de 2004
Angeles González Gamio
Guía imprescindible
Los que hemos nacido en esta ciudad y la amamos a pesar de sus múltiples problemas, que la hemos recorrido ampliamente por trabajo y por placer, solemos pensar que la conocemos. Esto es una ilusión, como advertimos al leer la Guía de la ciudad de México, que acaba de publicar la revista Tiempo Libre, que dirige con gran talento Angeles Aguilar Zinser. Esta publicación semanal resulta indispensable para conocer las actividades que se desarrollan en la ciudad, en prácticamente todos los ámbitos y para todos los públicos, así es que son los más calificados para editar una guía sobre esta urbe, que es una de las más pobladas, complejas y fascinantes del mundo.
Desde luego, habla de los sitios característicos: el Centro Histórico, Ciudad Universitaria, San Angel, Xochimilco, Coyoacán, con sus monumentos y sitios más relevantes, organizándolos como paseos. Intercalados con esta información cultural, hay recuadros con datos sobre oficios, comercios de tradición, útiles sugerencias sobre cuestiones poco abordadas normalmente, como encontrar sanitarios limpios, ya que los públicos suelen ser escasos y antihigiénicos, fiestas patronales y fiestas y festividades como el Año Nuevo chino, que se celebra anualmente en el Barrio Chino, que sobrevive en la calle de Dolores, en el Centro Histórico. Esta parte, como muchas otras, es de gran utilidad para los propios chilangos, ya que nos permite enterarnos de actividades que desconocíamos y suenan muy atractivas, como la feria del chocolate y el pan de muerto, que se lleva a cabo en Coyoacán; la de la alegría y el olivo, en el pueblo de Santiago Tulyehualco, en Xochimilco, en donde descubriremos todas las suculencias que se preparan con el amaranto, esa semilla prehispánica tan nutritiva y sabrosa, y con las aceitunas de los olivos que se sembraron ahí desde el virreinato. También suena muy atractiva la del dulce cristalizado, que se realiza en otro pueblo de la misma delegación.
Esta es la primera guía en la que encontramos una sección dedicada a la literatura, en la que además de brindar un esbozo histórico de la letras en la ciudad de México, reseña bibliotecas, archivos y centros culturales, ofrece una breve pero sustanciosa bibliografía sobre la capital.
Tenemos la impresión de que igualmente, por vez primera hay una sección dedicada a los niños y otra a los gays y lesbianas. Es sorprendente conocer todo lo que hay para los infantes prácticamente en toda la ciudad y en sus alrededores; por ejemplo, la granja didáctica San Martín, por los rumbos de Tlalpan, que durante cuatro horas brinda un recorrido en el que muestra el trabajo en una granja y la vida de los animales que en ella habitan, o la de La Abuela, en donde pueden tocar y alimentar a cerca de 100 animales, actividad novedosa para los niños urbanos. También tienen sus librerías, museos, ludotecas, campamentos, excursiones y ferias.
Nunca deja de sorprender la cantidad de museos que hay en la capital; aquí aparecen un centenar, clasificados por zonas. Sólo en el Centro Histórico hay 54. Además de los muy conocidos, se mencionan algunos muy originales, como el del calzado, que exhibe las prendas de caminar desde las antiguas civilizaciones hasta nuestros días; el de La Luz, que ocupa el antiguo templo de San Pedro y San Pablo; el recinto de homenaje a Benito Juárez, en Palacio Nacional, que muestra las habitaciones en donde vivió el benemérito con su esposa, tan bien recreado que se espera que en cualquier momento aparezca don Benito en bata y pantuflas.
Muy conmovedor es el museo casa de León Trosky, que se encuentra tal como estaba cuando fue asesinado; misma emoción producen la Casa Azul, donde vivió Frida Kahlo, y la de Luis Barragán, en Tacubaya, donde se comprende por qué ha sido la gran inspiración de los arquitectos contemporáneos mexicanos más importantes.
La sección denominada "Restaurantes, tacos y tortas" ofrece š240! posibilidades gastronómicas, que van del elegante y vistoso restaurante Del Lago, al Pancita Anita, que brinda a los desvelados el popular manjar desde hace 70 años.
De las numerosas sugerencias, escogimos para comer el restaurante La Lanterna, que desde hace décadas atiende la familia Petterini, en su local de Paseo de la Reforma 458. Desde la entrada se siente el ambiente de una trattoria italiana. Tienen platillos que no se encuentran en ningún otro sitio que presuma comida de ese país, como la ensalada de alcachofas frescas en finas rebanadas, que es una obra de arte. Las pastas son hechas en casa, y en temporada preparan ricas salsas a base de setas. De postre, el clásico tiramizu. [email protected]
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