LA VIDA (BREVE) EN SAN LAZARO

José Agustín Ortiz Pinchetti

El Encino, confesiones de un presunto responsable

A PRINCIPIOS DE 2003, poco antes de que yo dejara de ser secretario de Gobierno del Distrito Federal, tuve una amable reunión con el procurador general de la República. En aquella época había un "veranillo" en las relaciones entre Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador. Y esto repercutía en toda la escala. El licenciado Macedo de la Concha me trató muy bien; hablamos de varios asuntos, entre ellos de la averiguación sobre El Encino. En contra de lo que hoy han sostenido los voceros del gobierno, la procuraduría tenía la capacidad para determinar si procedía o no un delito cuyos indicios habían sido suministrados por la autoridad judicial. Tenía que determinar si las autoridades habían violado una suspensión en un amparo relativa al predio y si esta violación había sido dolosa. Es una mentira que "no les quedaba más remedio".

EL PROCURADOR ME preguntó qué había sucedido con la vialidad aquella. Yo le contesté que entendía que estaba suspendida desde hacía meses. Después lo corroboré: la vialidad quedó interrumpida hace dos años, con grave daño para los intereses públicos, y tuvo que construirse otra vía muy costosa para respetar "los derechos del quejoso", es decir, la resolución judicial.

EN LOS PRIMEROS meses de gobierno yo había firmado una instrucción para que se suspendieran las obras. Lo hice en ausencia del jefe de Gobierno y como un asunto de mera rutina. Teníamos la política de ordenar que se respetaran inmediatamente esos decretos.

CON EL PASO DEL tiempo las relaciones entre los gobiernos federal y de la capital se echaron a perder. Entonces percibimos que la procuraduría ya no quería investigar, sino condenar. Desde octubre de 2003 me llegó un desagradable oficio por el cual se me notificaba que el agente del Ministerio Público Federal me señalaba como "presunto responsable" por haber "desobedecido el auto de suspensión definitiva". Los penalistas elaboraron una amplia refutación y yo comparecí por escrito a la procuraduría en dos ocasiones.

EN CONTRA DE lo que dice ahora el subprocurador Javier Vega Memije, nunca imputé ninguna instrucción al jefe de Gobierno. De haberlo hecho lo habría calumniado. Sólo hasta que avanzó mucho el problema yo tuve alguna conversación con el jefe de Gobierno, quien me mostró su preocupación para que las cosas salieran legalmente.

EL ASUNTO DIO un giro sorpresivo: en lugar de dirigirse la acusación hacia mí, la procuraduría centró su ataque sobre el jefe de Gobierno. En un interrogatorio que me pidieron contestara el 28 de enero de 2004, la intención de involucrar a Andrés Manuel era clarísima. Yo contesté en una forma lacónica con la verdad: nunca había recibido de nadie instrucciones contra la suspensión.

EL ACCESO AL expediente se hizo imposible a partir de 2004. La revisión que hicieron los abogados constató las innumerables alteraciones al expediente. Pedimos copia certificada y se nos negó. Me fui al amparo para que me las entregaran y lo gané. Por supuesto que la procuraduría, tan celosa del cumplimiento de las instrucciones de los jueces, no ha acatado la sentencia. Incluso la impugnó.

EL PROCESO SE tornó inquisitorial en lo formal y político en su verdadera mención: un golpe. Un intento de destruir políticamente a Andrés Manuel López Obrador, el "puntero" en la intención de voto.

SUPONGO QUE ESTOS funcionarios han medido cuidadosamente las consecuencias del golpe. Imagino que como gente moderna han hecho "escenarios". ƑYa se imaginan lo que va a pasar en la ciudad de México si López Obrador, electo por millones de capitalinos, es separado de su cargo? ƑYa hasta se imaginaron que el personaje puede ir a la cárcel? ƑNo les inquieta la corriente mayoritaria que opina que las elecciones de 2006 serían ilegítimas si no participa Andrés Manuel? šOjo!, este ataque insólito contra un gobernante electo y posible precandidato a la Presidencia puede no ser ni la última ni la más letal de las agresiones.

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