México D.F. Viernes 21 de mayo de 2004
El Ballet de Kiev presenta La bella durmiente
en el Auditorio Nacional
Una voz enérgica tras bambalinas arma el relato
de un cuento de hadas
La verdadera fantasía está en la homogeneidad
y el virtuosismo de los bailarines
ANGEL VARGAS
Difícil es imaginar que mientras en el escenario
se representa uno de los más famosos cuentos de hadas en la historia,
La bella durmiente, tras bambalinas se vive una situación
en ocasiones casi militar, con alta dosis de rigor y disciplina.
Gritos, órdenes, observaciones, enojos y regaños
en algunos momentos. Nada parece satisfacer del todo a la asistente de
dirección del Ballet de Kiev de la Opera Nacional de Ucrania, quien
no deja pasar el menor detalle y exige de los bailarines la perfección.
Su voz, enérgica, irrumpe a cada instante, muchas
veces acompañada de gesticulaciones y manoteos.
Salvo
los intérpretes y los integrantes del staff, para la mayoría
resultan incomprensibles sus palabras. Habla en ruso, por supuesto.
Entre los más de 80 artistas eslavos, nadie se
altera. Diligentes, atienden las órdenes de la mujer madura.
A quienes no les corresponde estar en escena, conversan,
o se estiran y practican para su próxima intervención, o
simplemente descansan. Otros permanecen sentados en el piso, distraídos.
Lejos de su patria.
Encanto y perfección
Por medio de un guoquitoqui, la asistente transmite
a los bailarines las indicaciones y observaciones que el titular de la
compañía, Viktor Yaremenko, hace desde una de las butacas
del Auditorio Nacional.
Es miércoles por la tarde y el Ballet de Kiev realiza
el ensayo general de uno de los clásicos coreográficos de
todos los tiempos, La bella durmiente, original de Marius Petipa
y música de Piotr Illich Chaikovsky, basada en el cuento infantil
de Charles Perrault.
Fastuosa y millonaria superproducción, cuyas cinco
funciones tendrán lugar en el mencionado coloso de Reforma, a partir
de esta noche de jueves y hasta el domingo.
Lejos ya de las bambalinas, de cara al escenario, como
espectador, tan sólo dos horas de ensayo bastan para refrendar el
encanto y la perfección de la escuela clásica rusa de ballet.
Tal es el desempeño de los 13 solistas en cada
una de sus ejecuciones, que parecieran seres celestiales que flotan sobre
el piso y logran con su cuerpos estampas poéticas, fugaces momentos
que impresionan y conmueven.
El cuerpo de baile, en tanto, funciona como una especie
de máquina orgánica, ante su inexorable sincronía
de movimientos, capacidad uniforme de expresión y angelical coquetería.
¡Qué más da que la gran mayoría
no use ahora vestuario! ¡Qué importa que la historia recreada
en escena sea más que archiconocida!
Es un mundo de princesas, príncipes, bailes en
palacio, hadas, hechizos y conjuros; la historia de un amor para siempre.
No obstante, la verdadera fantasía está, precisamente, en
la homogeneidad y destreza técnica y las altas capacidades físicas
y estéticas de los bailarines.
Lo mismo solistas que el resto del grupo se transforman,
ante la mirada atónita del espectador, en entes incorpóreos,
una especie de humo impregnado de sensualidad.
En no pocos momentos da la impresión de que su
delicadeza y fragilidad son tales que podrían hacerse añicos
sobre el escenario, como sucede en la música con los pianissimos,
que apenas alcanzan a rasgar las fronteras del silencio.
Música con la Camerata de las Américas
En
el foso, con la orquesta, también hay disciplina, mucha disciplina,
como sucede detrás del escenario con los aspectos técnicos
de la coreografía.
La grave voz del director de orquesta ucraniano Oleksy
Baklan, quien actúa como huésped al frente de la agrupación
mexicana Camerata de las Américas, se escucha de vez en vez, para
corregir o impartir instrucciones.
De súbito parece estallar, hay algo que no le complace,
y golpea fuertemente el atril con la batuta.
Luego llega el remanso y el músico se deja llevar
por las marejadas rosas y oníricas de la partitura de su compatriota,
dando la impresión de que también baila, como sucede arriba,
a unos cuantos metros de él.
(Las restantes cuatro funciones de La bella durmiente
serán este viernes a las 20:30, sábado 13 y 20 horas,
y domingo a las 12 horas, en el Auditorio Nacional, ubicado en Reforma
y Campo Marte.)
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