México D.F. Miércoles 19 de mayo de 2004
Muestra 12 acrílicos y cinco esculturas en la galería Pecanins hasta el 31 de mayo
El material de la memoria nutre la nueva exposición de Héctor de Anda
MERRY MAC MASTERS
El miedo de no recordar personas, situaciones, incluso cómo expresar y moverse, llevó al pintor Héctor de Anda (San Juan de los Lagos, Jalisco) a trabajar los espacios de la memoria.
En Territorios de la memoria, exposición de 12 acrílicos y óleos, y cinco esculturas en ónix negro, expuesta hasta el 31 de mayo en la galería Pecanins (Durango 186, colonia Roma), De Anda ha trabajado sus lienzos a la manera de pequeños retículos que encierren un momento o "recuerdo", de lo que ha sido su vida hasta la actualidad, como podría ser un paisaje, un animal, un color, un sueño o una pesadilla. También hay recuadros que contienen escrituras. "Unas son poemas, otras citas literarias que me han impactado y todavía otras frases que escribo para alguien, cosas que no dije", explica De Anda.
Pero, Ƒcómo le funcionó la memoria a la hora de pintar? "Lo que hice -señala De Anda- fue no preocuparme por lo que recordara para transmitirlo, sino dejar que el subconsciente fluyera y que de alguna manera se expresara en la tela". Nunca pretendió recordar algo concreto, sino trabajar con lo que le proporcionara el subconsciente a partir de la memoria, pero sin programarlo.
Reitera: "Lo que intenté es que cada fragmento de los cuadros representara un momento de todo lo que ha sido mi vida hasta el momento. No sé hasta dónde me remonté, si se trata de un pasado inmediato o uno bastante remoto".
Aunque se suele decir que vivimos en una sociedad sin memoria, De Anda se refiere a su trabajo actual como "más bien una manera de defenderme contra el olvido. Es un poco contrarrestar el miedo que le tengo a perder el conocimiento, el recuerdo de algo, y por lo mismo ya no saber cómo expresarte, moverte, incluso, la misma gestualidad para pintar. Es un pánico que me da perderla mediante la memoria".
Ya que la memoria es infinita detrás de cada retícula, las telas de De Anda le dan al espectador la posibilidad mental de abrir un sinfín de ventanas para ver qué hay detrás de cada una. Es un camino para "meterse en el infinito del universo", pero con el "riesgo" de no saber qué se va a encontrar y dónde se tocará fondo.
Eso que en apariencia es una ventana nada más, sin mayor peligro, es una entrada al infinito, y "te puedes perder o encontrar cosas que no esperabas, pero que también pueden ser maravillosas".
Respecto de su obra tridimensional, De Anda apunta que siempre la ha hecho y que en un principio hizo cerámica, aunque era más escultórica, no tradicional, y arte objeto, que lo llevó a una obra más formalista.
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