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México D.F. Miércoles 19 de mayo de 2004
LOS ANGELES
Con los violonchelos siempre suceden historias divertidas.
El mexicano Carlos Prieto no se despega de la señorita Consuelo
(Chelo), a quien compra boleto junto a él en los aviones y las azafatas
ríen divertidas de que un señor tenga como compañera
de viaje a un violonchelo Piatti. En Nueva York, Yo Yo Ma olvidó
en un taxi su Guarnierius pero milagrosamente lo recuperó. Para
completar la especie de que los ángeles suelen hacer nido en los
violonchelos, este ejemplar construido por Stradivarius en 1684 fue robado
del hogar de un chelista de la Filarmónica de Los Angeles y luego
hallado en un basurero por una señora que, de primera vista, pensaba
usar el estuche para guardar sus discos compactos. Finalmente, la joya
regresó a su sitio y a sonar como los mismísimos ángeles
FOTO REUTERS
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