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México D.F. Lunes 17 de mayo de 2004
Los despedidos: testimonios de impotencia
Altagracia López Velázquez, asistente
de la Dirección de Selección de Personal (41 años
de edad y 23 de servicio): Estoy sola, pa'pronto, por si me quería
preguntar. Me faltaban cinco años para jubilarme y ganaba 2 mil
100 pesos a la quincena. De ahí pagaba la renta, 2 mil 500 al mes.
Por eso, lo primero que hice fue cambiarme a una vivienda más barata,
de mil 500. De todos modos es mucho dinero. Tengo cinco niños y
aparte estoy a cargo de mi mamá; ella tiene 85 años y ya
no puede caminar.
Rebeca
Martínez Miranda, secretaria en la Subdirección de Recursos
Materiales (30 años de edad y 12 de servicio): Tengo un hijo
de dos años, soy soltera y vivo en casa de mi mamá, quien
depende de mí... Bueno, dependía. En la oficina donde estaba
se hacen compras, mantenimiento a bienes inmuebles, control administrativo.
Sé taquigrafía, mecanografía, computación,
hacer cotizaciones, compras. Trabajaba muchísimo.
Elvira Venegas Hernández, operadora de conmutador
en el área de recursos humanos (49 años de edad y 23 de servicio):
Soy
viuda, tengo tres hijos. No me alcanzaba mi salario. Por eso fue que toda
mi vida viví con deudas pagando intereses. Me interesa conservar
mi trabajo por el servicio del ISSSTE. Tuve cáncer declarado de
mama, por eso me debo estar checando constantemente. El mismo día
que me despidieron me empecé a sentir muy mal. Fui al doctor y tenía
el azúcar altísima. Ahora ya me declararon diabética,
pero sin ISSSTE, ¿dónde me voy a atender?
Lucía Lorenzo Miguel, secretaria en la Dirección
de Recursos Materiales (37 años de edad y 17 de servicio): Soy
mamá soltera. Tengo una hija de 8 años. Trabajo en el Gobierno
del Distrito Federal sábados y domingos. Ya sin el sueldo de Hacienda
sólo gano mil 200 pesos a la quincena. Tengo a mi niña en
escuela particular, porque era la única forma de no fallar en mi
trabajo. Ya ve que en las primarias de gobierno luego faltan los maestros.
Me siento desesperada conforme pasan los meses, porque tengo problemas
de salud. Primero me detectaron una fibrosis quística en senos y
me mandaron a hacer una mastografía para descartar que sea cáncer.
Si yo siguiera en mi trabajo me iría a una institución particular
a atenderme. Tengo el ISSSTE por el otro empleo de fines de semana, pero
la consulta me la dieron hasta julio, y eso que es cita de urgencia.
María Dolores Flores Delgado, ayudante de servicios
generales en la Dirección de Comunicación Social y Vocería
(65 años de edad y 15 de servicio): Vivo sola. Tengo que pagar
agua, luz, predial, renta de 650 pesos al mes, teléfono. Mi único
hijo vive en Mexicali y es el que me está apoyando, pero me da pena
porque él también tiene sus gastos, su familia. En todos
los años de servicio nunca falté, ni siquiera cuando me fracturé
el brazo; tampoco tuve retardos. No padezco de nada, por eso quería
seguir trabajando. En un día normal de trabajo primero les daba
café a los jefes, luego salía por el jugo de papaya con naranja
para mi jefe. Siempre iba al banco a hacer sus pagos personales, también
a las secretarias, aunque esa no era mi obligación le hacía
el favor a mis compañeras.
Alma Rosa Luna González, secretaria en el Departamento
de Comunicaciones de la Dirección General de Recursos Materiales
(45 años de edad y 23 de servicio): ¿Tú sabes
lo que falta para que cumpla 55 años y me puedan dar 70 por ciento
de pensión? ¡Diez años! Mientras, ¿qué
va a pasar con mis cuatro hijos?: todos estudian, tengo muchos gastos.
Yo nada más contaba los días para que llegara la quincena
y el aguinaldo para pagar deudas que, en mi caso, eran como de 50 mil pesos.
Estoy sola, no tengo otro ingreso. Siempre tenía mucho trabajo porque
tenía a mi cargo la actualización del directorio de todos
los funcionarios. A veces salía después de mi horario para
tener al día el directorio. Por eso te sorprendes cuando te llaman
y te dicen que estás despedida. No te das ni idea de por qué
lo hicieron.
Angel Moreno Trejo, vigilante adscrito a la Dirección
General de Recursos Materiales (55 años de edad y 20 de servicio):
Padezco
del corazón, tengo falla de válvulas mitrales. Por eso debo
tener estudios y chequeos cada dos meses. Una arritmia cardiaca me pone
en riesgo. Ahorita no tengo servicio médico de nada. Por eso me
vi obligado a firmar. Tenía mi cita en el ISSSTE para el 10 de marzo
y ahora no me pueden dar ni los medicamentos, que ya cuestan de 80 a 385
pesos. Tomo digosina, espirunaltona, furesemida, acenocumarol, amiodarona
y propanolol.
Alejandro Godínez, vigilante adscrito a la biblioteca
Miguel Lerdo de Tejada (52 años de edad y 22 de servicio): Nunca
tuve problemas con mi jefe. No soy un empleado modelo, pero tampoco problemático.
Durante ocho años consecutivos tuve premios por puntualidad, aun
cuando vivo en Netzahualcóyotl. No tenía por qué apegarme
a un programa de retiro, económicamente no me convenía. Sólo
tengo un hijo, pero ayudo a mi hermano, que tiene seis niños; es
que a él no le alcanza, trabaja en una planchaduría y le
pagan 500 pesos a la semana. De la familia yo era el del ingreso fuerte.
Víctor Rodríguez Reséndiz, comisionado
en la procuraduría fiscal (37 años de edad y diez de servicio):
Despidieron también a mi esposa. Tenemos tres hijos, una deuda hipotecaria
del departamento en el que vivimos y seis mensualidades por pagar de un
carrito que sacamos a plazos. Al final me dedicaba a notificar números
de demandas, despachaba el correo para todo el país. No es porque
yo lo diga, pero flojo no soy, siempre tuve la disposición de trabajar
en lo que me pusieran. Recibía, ya con mis descuentos, 900 pesos
a la quincena. Prácticamente ya le dimos en la torre a mi finiquito.
María Teresa Bravo, empleada administrativa
(43 años de edad y diez de servicio): Ellos no previeron que
mi marido tenía muchos descuentos por préstamos y créditos.
Nada más hicieron sus "cosas" sin medir consecuencias. El finiquito
se va como el agua. Yo llevaba el control de la correspondencia, esa era
mi función. Desgraciadamente ellos no agarraron expedientes para
checar quién se iba y quién no. Eso es lo peor. Yo me esmeraba,
había compañeros que no hacían nada y ahí siguen.
Por más que pienso no encuentro por qué nos han echado a
la calle.
Raymundo Cortez Luna, vigilante comisionado en la procuraduría
fiscal (42 años de edad y 13 de servicio): No es cierto que
me hayan despedido por duplicidad de funciones, porque cuando me cambiaron
de lugar de trabajo, los que supuestamente cumplían mis labores
de seguridad eran empleados contratados por honorarios que hacían
otras cosas administrativas. Tampoco es cierto que haya sido por falta
de profesionalismo. Aunque me comisionaron para actualizar los manuales
de procedimiento, al final, por las cargas de trabajo, me pusieron a abrir
sobres, pero ¿qué profesionalismo se necesita para abrir
un sobre o seleccionar correspondencia? Corrió el comentario de
que era necesario despedir a diez empleados operativos para salvar a un
jefe. ¿Quién sabe?
Altagracia: ¿Y yo por qué? Nos agarraron
desprevenidos. El 10 de diciembre nos iban a depositar (el salario mensual)
y mi cuenta estaba en ceros. Fui a la oficina y me informaron que posiblemente
era porque ya me habían dado de baja. ¡Qué hice! No
entiendo, explíquenme. ¡Qué voy a hacer con tanto niño!
Pues tuve qué firmar. Ya casi se me acaba el dinero, porque debía
en una caja (de préstamos) 15 mil y en otra 16 mil 500, y también
cuatro meses de renta. Le pedí a mi jefa que me diera la oportunidad
de quedarme. Le dije llorando: "Usted sabe mi situación, no me deje
ir, vivo al día, tengo deudas". Pero no. La jefa) me contestó:
"Mi'ja, qué quieres que haga, esto viene de arriba... Puedes poner
un changarro de quesadillas". Pero cómo, si ya estamos saturados
de tanta vendimia en la calle. Ya encontré un trabajito para irla
pasando, es de guardia de seguridad, con horario de 12 por 12 o 24 por
24 horas y sueldo de mil 300 a la quincena ¿Y mis niños?
¿Quién los va a cuidar? Llora uno no por nada, es que da
coraje. Es la pura impotencia de no poder hacer nada.
Rebeca: Lo hicieron mal, esto no es derecho. Me
dijeron que si no firmaba mi renuncia me iría de todas formas a
la calle sin un quinto. Me pusieron entre la espada y la pared. No entiendo
por qué me metieron a ese plan que se llama Supla. En ningún
momento lo solicité. Soy madre soltera. Se entiende que necesito
el trabajo, ¿no? He buscado empleo, pero la situación en
el país está muy difícil, más para nosotros,
los que trabajamos en el gobierno. En cuanto les digo que vengo de Hacienda
la respuesta es: "luego le hablamos..." Nunca llaman, nos ven la "b" de
burócratas en la frente. Llamé a Chambatel y me dieron dos
opciones, hasta Vallejo, con horario de todo el día, de lunes a
sábado y salario de 2 mil pesos al mes. ¡Con eso nadie subsiste!
El futuro es incierto. Mi hijo de repente me dice "vámonos a mi
escuela, mamá, vamos". Yo no puedo pagar una guardería para
él. Me partieron el corazón.
Elvira: Llegamos a una sala especial donde estaban
los del despacho Mier y Concha. Me dieron un oficio y ya, dizque tenía
que firmar la renuncia. Me dijeron: "si usted no firma no tiene derecho
a sus dos quincenas de diciembre". Moralmente me destrozaron. Me salí
de ahí muy molesta, sin firmar, pero a los cinco días regresé;
necesitaba el dinero. Le puse ahí, a un lado de mi nombre: "firmo
bajo protesta". Llegué a pensar que me habían despedido por
haber tenido incapacidades, pero al ver el caso de mis compañeros
me di cuenta de que su único criterio fue decir: "tú si,
tú no". Groseramente nos corrieron. Lo nuestro fue retiro voluntario
a fuerzas. ¿Qué siento? Coraje, ese es mi único sentimiento.
Lucía: Los licenciados nos dijeron que aunque
pidiera mi reubicación de todos modos me iba a tocar. Nos dijeron
que podíamos meter demanda, sabían que la podíamos
ganar, pero no ahorita, que por eso era mejor firmar. Me daban un finiquito
de 225 mil pesos. Hice mis cuentas, pero no me convenía. Quiero
la jubilación porque mi hija apenas va en primero y, por la edad,
en la iniciativa privada ya no te contratan, no es fácil. Tal vez
mi jefe se quería deshacer de mí. Ellos no vieron que soy
madre soltera. Ese es mi rencor y coraje. ¿Por qué si en
17 años no evaluaron mi trabajo ahorita sí? Conforme pasan
los meses me siento desesperada. Imagínate, la primera audiencia
en conciliación la tuvimos el 7 de mayo y la próxima será
el 23 de agosto para ver, apenas, si aceptan nuestras pruebas o no.
María Dolores: El despido no me afectó
tanto como a mis compañeras, porque me preparé mentalmente.
Ya tengo derecho a 50 por ciento de la pensión, pero lo que quiero
es salir dignamente, que no me corten; nunca di motivo. Uno se siente humillada,
sobre todo por la forma en que la ven los compañeros, como si fuéramos
apestados. De lo único que he encontrado empleo es en ventas. Ya
he intentado vender, por ejemplo Yakult, pero los clientes no me pagan
y entonces pierdo hasta amistades por ese motivo. No creo que me hayan
echado por mi edad, pero de todas formas no les guardo rencor, porque a
ellos ya les tocará.
Alma Rosa: Nos enfrentamos a un grupo de abogados
que no entendían nada de nuestra situación. Te lo ponían
así: "o firmas o no hay vales, no hay quincena". A mi jefe no le
guardo rencor, porque todo lo que se hace se paga y tarde que temprano
le va a llegar. Ellos fueron los que dieron el dedazo y seguro pensaron:
"de que lloren en mi casa, mejor que lloren en la de ella".
Angel: Fuimos al sindicato nacional y simple y
llanamente nos dijeron que no podían hacer nada, que firmáramos
todos porque ellos no nos iban a defender para nada: "a ustedes lo que
les queda es firmar", nos dijo Jaime Gómez, secretario de Trabajo
y Conflictos del sector central del sindicato nacional. Yo firmé
porque necesitaba la hoja de baja para que el ISSSTE me admitiera para
pagar el servicio médico voluntario. Creo que mi enfermedad fue
la causa del despido. Una vez mi jefe me dijo que yo era un riesgo, que
si me ponía malo tendrían que esperar al Ministerio Público
para poderme menear. Según él, ya no servía para nada.
Yo hubiera esperado un cambio de adscripción, a archivo, tal vez.
Alejandro: Me notificaron que tenía que
ir a la Dirección de Recursos Humanos. Imaginé que iba a
recibir algún regalo. Era el 10 de diciembre; no hubo regalo, sólo
un grupo de abogados, quienes sin decir agua va me dijeron que en ese momento
me notificaban mi despido. ¿A causa de qué? Luego me dieron
un oficio en el que se decía que supuestamente mi servicio desmerecía
mucho. El licenciado de asuntos laborales, Roberto Cruz, nos platicó
que habían contratado al despacho Mier y Concha para que hicieran
un estudio de los empleados que no tenían capacidad para trabajar
o reportaban problemas. La única razón que me dieron es que
me convenía firmar y que con lo que me dieran podía irla
pasando los tres años que me faltan para obtener media pensión.
Lo que no entienden es que no a todos se nos da el comercio, desgraciadamente
ya hay muchos changarristas. El dinero del retiro prácticamente
no lo he tocado, por si regresamos a nuestro empleo se los devuelvo.
Víctor: Desde el 10 de diciembre fue un
peregrinar. Sólo nos repetían que estábamos en el
programa Supla. Ante los abogados mi única pregunta era: "¿Y
yo por qué? Díganme el motivo". Pero en realidad argumentos
no tienen.
María: Se supone que el dichoso programa
era para reducir la plantilla de funcionarios, pero lo que hicieron fue
echarnos primero a nosotros. Dicen que están congelando las plazas,
pero no es cierto, se las están dando a su gente. ¿Un changarro?
Pues somos buenos para hacer promoción de la venta, pero la cobranza
está pesada. Por mi rumbo todo está saturado, que si pollerías,
puestos de tacos, en fin. Francamente no encuentro en qué pueda
servir. Todo porque ellos hicieron sus cosas al trancazo. Eligieron al
azar.
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