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México D.F. Viernes 14 de mayo de 2004
El documental del chileno Patricio Guzmán
se presentó fuera de competencia
Salvador Allende sobresale en la primera jornada
en Cannes
La cinta japonesa Daremo shiranai resultó
interesante, pero excedida en metraje
Leves enfrentamientos de trabajadores eventuales del
espectáculo con policía antimotines
LEONARDO GARCIA TSAO ENVIADO
Cannes, 13 de mayo. Al anunciarse la programación
de Cannes hace unas semanas, Gilles Jacob, el presidente del festival,
afirmó que "la gente ya no está dispuesta a ver películas
de arte largas y aburridas" para justificar la inclusión de títulos
de "entretenimiento" como El amanecer de los muertos o Shrek
2 en la sección oficial. Ciertamente no se estaba pensando en
esa gente cuando se programó la japonesa Daremo shiranai
(Nadie sabe), de Hirokazu Kore-eda, que es precisamente larga y
aburrida aunque, a fin de cuentas, interesante, valga la contradicción.
Tomando
sólo la anécdota de un hecho real, Kore-eda plantea el dilema
de cuatro niños obligados a valerse por si mismos en un pequeño
departamento de Tokio, tras ser abandonados por su madre infantiloide y
a todas luces irresponsable. Si bien el hermano mayor trata de cuidar a
los demás, su concepción infantil del mundo sucumbe a las
circunstancias y los niños se ven llevados a una situación
límite. Pero semejante drama no necesitaba las casi dos horas y
media usadas por el director, en tanto que reitera una y otra vez elementos
ya establecidos con suficiencia. Una recortadita de metraje beneficiaría
mucho una película no desprovista de momentos memorables.
También desigual aunque en un tono muy diferente
resultó la italiana Le conseguenza dell'amore (Las consecuencias
del amor), segundo largometraje de Paolo Sorrentino. Mediante un humor
seco, la película describe la trampa existencial de un hombre antipático
y solitario que ha vivido por años en un hotel suizo, y se dice
asesor de inversiones por lo cual, como un Bejarano del primer mundo, recibe
maletas llenas de dólares que va a depositar a un banco. La película
va de menos a más en lo que se va revelando la verdadera razón
de su aislamiento y sus nexos con la mafia. Sorrentino filma con un exceso
de formalismo que, a veces, da la impresión que la acción
ha sido interrumpida por un comercial de los autos BMW. Aún así,
dada la pobreza actual del cine italiano, es un nuevo director a tomarse
en cuenta.
El título más interesante de la jornada
ha pasado fuera de competencia. Se trata de Salvador Allende, nueva
indagación del documentalista chileno Patricio Guzmán sobre
ese episodio traumático de la historia de su país que ha
ocupado la mayor parte de su filmografía. La película no
sólo se centra en la admirable personalidad de Allende, sino es
una emotiva reflexión personal -narrada por el propio Guzmán-
sobre cómo el golpe militar del 11 de septiembre de 1973 liquidó
un promisorio proyecto democrático, inusitado en Latinoamérica,
reforzado por intereses que han tratado de mantenerlo en el olvido. (Por
cierto, entre las diversas instancias que financiaron el documental, se
encuentra la Universidad de Guadalajara, en otro ejemplo de la participación
mexicana en Cannes).
Pasando a asuntos más frívolos, la noche
de inauguración fue un virtual homenaje a Pedro Almodóvar,
presidido por sus chicas más constantes: Victoria Abril, Carmen
Maura y Marisa Paredes. Curiosamente, en el previo paseíllo de las
estrellas, se vio a Daniel Giménez Cacho entre el personal de La
mala educación, tras haber estado ausente en la conferencia
de prensa del mediodía. También ascendieron sobre la escalinata
alfombrada algunos representantes de los trabajadores eventuales del espectáculo,
llevando sobre sus espaldas las letras para deletrear la palabra "negociación",
en aceptación de la propuesta oficial. No todo fue tan amable. Una
marcha de trabajadores más rijosos se había enfrentado a
la policía antimotines unas horas antes. Pero nada ha impedido,
hasta el momento, que el festival transcurra tranquilamente.
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