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México D.F. Viernes 14 de mayo de 2004

Gabriela Rodríguez

La imposición de la verdad

Por más dominio que hoy tiene sobre el mundo el principal beneficiario de la caída del comunismo, no hay acumulación de capital ni de poder que controle absolutamente toda la verdad. En el nuevo desorden mundial, ni George W. Bush ha podido justificar una guerra preventiva ni los estrategas de Estados Unidos pudieron evitar la difusión global de las más dantescas y aterradoras imágenes de tortura que ser humano pueda soportar.

En la lucha por el poder en el interior de las complejas democracias capitalistas, el dominio pesado, violento y macizo sobre los cuerpos tiene que acompañarse de otros dispositivos de control. Además de la guerra y la tortura, la administración de Bush ha recurrido a la manipulación de la investigación científica. Un reporte de evaluación, elaborado por el Comité de la Reforma Gubernamental de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, encontró que el gobierno distorsiona los resultados de investigaciones que se realizan en campos como la agricultura, la contaminación y la salud pública, en la salud reproductiva, el VIH/sida y las adicciones, y hasta en los terrenos de la bioética y la evaluación educativa.

Imponer una verdad oficial distorsionando datos y encubriéndolos con un velo tan legitimado como el de la ciencia moderna es una estrategia que persigue objetivos muy concretos: beneficiar al movimiento ultraconservador y los intereses materiales de grupos industriales.

El gobierno estadunidense ha establecido sistemas de control para evitar que se publiquen evidencias que demuestran efectos negativos del uso de pesticidas y gérmenes nutrientes o patógenos en las prácticas agrícolas, así como para esconder estudios sobre el impacto negativo en el clima, el suelo, el agua y la calidad del aire que se ha demostrado que es efecto de algunos procesos industriales.

En el campo de la salud reproductiva la actual administración ha distorsionado y suprimido información muy bien documentada sobre la efectividad del condón para prevenir embarazos e infecciones de transmisión sexual, incluyendo el VIH/sida. En 2002 se retiró del portal electrónico del Centro para el Control de Enfermedades (CDC) la información sobre la alta efectividad del uso correcto del condón y de los programas integrales en que se promueve su utilización; en su lugar se incluyeron argumentos que enfatizan el margen de falla de este dispositivo y la efectividad de la educación de abstinencia sexual hasta el matrimonio.

Este tipo de educación no cuenta con evidencias que demuestren la disminución de embarazos no deseados o de infecciones sexuales entre adolescentes. También se alteró la página electrónica de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID por sus siglas en inglés) para confundir sobre la efectividad del preservativo en relación con el VIH/sida y así desalentar su uso consistente, eliminando las investigaciones que correlacionan esta última práctica con el decremento de los índices de la epidemia.

En cuanto a las políticas preventivas de VIH/sida el presidente Bush ha apoyado toda una campaña homofóbica en la que bautiza al sida como "la plaga de los gays", al tiempo que se promueven terapias para rehabilitar a los homosexuales mediante la religión.

Para desacreditar el aborto, en noviembre de 2002 se alteró la información del sitio electrónico del Instituto Nacional de Cáncer (NCI) para relacionar el cáncer de mamas con la práctica del aborto, cuando el consenso médico-científico ha afirmado lo contrario durante décadas. Dado que el caso generó gran polémica en el Congreso de Estados Unidos se presentaron diversos estudios clínicos y de laboratorio que obligaron a corregir el sitio en marzo de 2003 para afirmar que "el aborto inducido no está asociado con el aumento del riesgo de cáncer de mamas".

Desde una visión crítica de la ciencia, hemos de reconocer que ese conjunto de procedimientos ritualizados para producirla no siempre se desarrollan al margen de intereses políticos y económicos, y que, por el contrario, el saber académico implica conformidad política y suele ser el centro de una lucha que descalifica otros saberes: los que se generan desde los movimientos populares, entre la clase trabajadora, o desde las artes. Desde los tiempos de Nietszche ya no preguntábamos necesariamente cuál es el camino más seguro de la verdad, sino cuál ha sido el camino temerario a la verdad.

Más allá del terreno científico también se puede rezar para que en Estados Unidos no se relija al actual presidente, como me sugirieron recientemente algunos amigos estadunidense, consejo que promoveré en mi país como humilde contribución de una mexicana no creyente. Pero además es necesario desarrollar novedosas e imaginativas articulaciones como formas de resistencia y crítica al poder. Por más hegemonía que despliegue el emperador del nuevo mundo globalizador, siempre hay huecos que se resisten a la imposición de una sola verdad.

Tal como afirma el politólogo Arturo Anguiano, no aceptemos que se presente la política como terreno exclusivo del poder y del Estado cuando podemos recuperar el espacio entre la sociedad global y el complejo de instituciones supranacionales que no dejan de emerger.

El también profesor de la UAM-Xochimilco nos convoca a resistir lo irresistible: "podemos redefinir ese espacio político y revitalizar nuestro carácter colectivo dirigido al bienestar general y a la defensa del entorno natural del país y del planeta (...) revertir las relaciones de fuerza para estar en condiciones de luchar, de rebelarse, de trascender la inmediatez (...) La política se ha comprendido muchas veces como 'el arte de lo posible', pero para los oprimidos puede igualmente consistir en perseguir lo imposible..."

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