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México D.F. Miércoles 12 de mayo de 2004
Leonardo García Tsao
Comienza Cannes arriesgándose al cambio
Cannes, Francia, 11 de mayo. El 57 festival de Cannes abre hoy con la seria intención de borrar los malos recuerdos de la edición pasada. Atacado en forma casi unánime por la prensa internacional, la versión de 2003 significó para los organizadores una llamada de atención para tratar de salir de la complacencia adquirida con los años. Es posible que el sempiterno presidente Gilles Jacob haya cedido a las presiones y admitiera cambios a un esquema ya anquilosado. Vamos a ver si el simpático cartel promocional -una niña que proyecta la sombra de Marilyn Monroe- no resulta ser profético y el certamen acaba siendo mero delirio de grandeza.
Por lo pronto, Hollywood ha vuelto a Cannes con ánimo de revancha. La directiva del festival dio su brazo a torcer en algún momento de la negociación, y ahora ofrece 12 títulos en la sección oficial, dentro y fuera de competencia. El hecho que Quentin Tarantino sea presidente del jurado, según corre el rumor, ha influido también la programación. Así, se ofrecen varias películas de artes marciales asiáticas y hasta algo como El amanecer de los muertos (ya estrenada aquí hace tiempo), que se antojaría más propia de un festival especializado como Sitges.
Lo llamativo es la imitación de la estrategia usada tanto en Berlín como Venecia: la programación de títulos comerciales de inminente estreno europeo, como Kill Bill Volumen 2, El quinteto de la muerte, Shrek 2 y Troya. Eso garantiza la presencia de estrellas, pues su contrato los obliga a participar en lo que es, finalmente, un llamado junket de promoción. Así, la prensa del espectáculo, los paparazzi y los mirones estarán felices con la visita de Tom Hanks, Eddie Murphy, Brad Pitt y Uma Thurman, entre otras celebridades hollywoodenses.
Para nuestro star system, si existe tal cosa, es un hecho inusitado el papel protagónico de un actor mexicano, Gael García Bernal, en dos películas de la sección oficial: La mala educación, de Pedro Almodóvar, que inaugura hoy -fuera de concurso- las exhibiciones en la gran sala Lumière, y en The motorcycle diaries, producción anglo-estadunidense del brasileño Walter Salles, en la que encarna al Che Guevara en su juventud. O sea que los medios locales tendrán doble oportunidad de retratar a García Bernal ascendiendo por la alfombra roja del Palais.
Por otra parte, la programación de este festival intenta contradecir la consabida acusación de que existe un grupo de realizadores favoritos, invitados a concursar año tras año. De las 18 películas en competencia, 12 de sus directores debutan en esta sección. Y de los seis títulos restantes, sólo el francés Olivier Assayas (Clean), los hermanos Coen (El quinteto de la muerte) y el hongkonés Wong Kar-Wai (2046) han competido en más de dos ocasiones.
Se ha reportado en estas páginas una "fuerte" presencia del cine de Latinoamérica. No es para tanto. Da gusto ver que, La niña santa, el segundo largometraje de la argentina Lucrecia Martel, está en concurso. Pero nada más. (La de Salles está financiada por capitales angloparlantes). Para otros títulos latinoamericanos es necesario buscar en las secciones paralelas.
Temporada de patos, la elogiada ópera prima de Fernando Eimbcke, fue seleccionada para la Semana de la Crítica, el espacio en el que triunfaron Cronos y Amores perros en años anteriores. Esperemos que esa original comedia mexicana corra con una suerte similar, pues su calidad lo merece. También en la Semana se presentará un cortometraje méxico-venezolano: Los elefantes nunca olvidan, de Lorenzo Vigas. Mientras que otra producción nacional, Crónicas, dirigida por el ecuatoriano Salvador Cordero, se exhibirá en la sección Una Cierta Mirada. No está mal para una cinematografía en crisis.
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