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México D.F. Domingo 9 de mayo de 2004
Elena Poniatowska
El libro de Linda Egan sobre Monsiváis
Cuando Linda Egan obtuvo en 1970 su maestría
en Letras Hispánicas en Berkeley, California, no sabía que
terminaría siendo la gran estudiosa de la obra de Carlos Monsiváis
en Estados Unidos. Linda Egan se hizo periodista del Santa Bárbara
News Press y preguntó a la profesora Sara Poot Herrera, de la Universidad
de California, por algún escritor mexicano parecido a Tom Wolfe
o Norman Mailer, alguno ligado al New Journalism, y Sara dio los nombres
de José Joaquín Blanco, Cristina Pacheco y otros entre quienes
Linda escogió a Carlos Monsiváis. ''Monsivaís me resultó
dificilísimo, pero a mí me encantan los retos intelectuales.
De todos él era el más difícil y por eso lo escogí".
Para entender sus metáforas sobre política
y poesía, cultura popular y crítica social, la profesora
Egan leyó literatura prehispánica, de la Colonia, 40 de las
Crónicas de Indias, hasta llegar a Salvador Novo. Quería
hacer una poética de la crónica de la historia de México
y para ello recurrió a muchos libros de teoría. "Fue un trabajo
titánico; nadie puede abarcar todo lo que ha escrito Monsiváis.
El trabajo fue evolucionando hasta llegar a mil 300 locas páginas
escritas a lo largo de ocho años. Carlos Monsiváis ve símbolos
detrás de la realidad".
Linda Egan analiza a fondo y con gran conocimiento los
primeros cinco libros de Monsiváis a quién relaciona con
Salvador Novo. A medida que avanza en su investigación adquiere
una visión cada vez más sofisticada de Monsiváis,
hasta que por fin en 2001 decide publicar el libro en la Arizona University
Press: Carlos Monsiváis. Culture and chronicle in contemporary
México. Ahora el Fondo de Cultura Económica lo editará
traducido por Isabel Vericat. Para una obra futura sobre el talento monsivaisiano,
Linda está trabajando sobre sus aforismos, y nombra a Elías
Canetti, Oscar Wilde, Walter Benjamín y André Malraux, porque
son los que más menciona Monsiváis. Su discurso es tan apretado,
aforístico, como una bomba a la que hay que desarmar para sacarle
su profundo sentido filosófico.
Linda prepara asimismo un diccionario glosado de casi
todos sus aforismos, y ya lleva 300 páginas a renglón seguido.
Si al primer libro le dedicó ocho años de tiempo completo,
el segundo le está llevando dos años. Por primer vez, Linda
Egan está usando su propio libro en un seminario impartido en Estados
Unidos, donde Monsiváis es muy admirado.
Isabel Vericat, su traductora, indica: "el texto de Monsiváis
me ha enseñado muchas cosas, sobre todo y ante todo que la crónica
es literatura y, a la vez, periodismo, género-verdad. La verdad
o realidad de los hechos sería el ''contenido de la forma'', que
es fundamental para que la crónica no siga criterios ideológicos
sino estéticos.
Algo así como que no hay verdad sin estética,
que la ética es estética y viceversa.
La forma que Monsiváis tiene de contar o narrar
produce y genera un estilo literario -y poético- propio".
Autor decisivo en el México del siglo XX
Linda escribe:
Carlos Monsiváis es un autor decisivo en el México
del siglo xx y su crítico cultural más celebrado. No sólo
en su país, sino en toda América Latina y en importantes
sectores de Estados Unidos, Monsiváis tiene peso por sus trascendentes
análisis de las realidades sociopolíticas del México
contemporáneo. Es autor de cinco antologías de textos de
periodismo literario sobre México llamados crónicas: Días
de guardar (1970), Amor perdido (1977), Escenas de pudor
y liviandad (1981, 1988), Entrada libre: crónicas de la sociedad
que se organiza (1987) y Los rituales del caos (1995). Con los
siete ensayos de su antología más reciente, Aires de familia:
cultura y sociedad en la América Latina (2000), extiende sus
preocupaciones sobre México a toda la región latinoamericana
y ganó el Premio Anagrama de ensayo en Barcelona. Monsiváis
ha recopilado una antología insólita de crónicas mexicanas,
A ustedes les consta (1980), y también antologías
de relatos y poesía mexicanos, así como una selección
de su columna periodística de más larga vida. Ampliamente
citado por analistas culturales y literarios, Monsiváis es también
uno de los críticos más prominentes en México de literatura
y de otros discursos culturales como fotografía y pintura. En este
ámbito, el prólogo es una especialidad particular suya.
A otras obras de la extensión de un libro, Monsiváis
ha agregado su único volumen de ficción: una colección
de parábolas satíricas llamada Nuevo catecismo para indios
remisos (1982, 1992, 1996); es coautor de un examen retrospectivo del
movimiento estudiantil de 1968; ha publicado un homenaje biográfico,
Salvador Novo: lo marginal en el centro (2000), y ha producido dos
tributos bellamente ilustrados: un ensayo encantador sobre la escritura
de cartas en México, El género epistolar: un homenaje
a manera de carta abierta (1991), y un comentario a caricaturas políticas,
Aire de familia: colección de Carlos Monsiváis (1995).
Sus publicaciones a lo largo de las últimas cuatro décadas
y media en periódicos y revistas, y en un número cada vez
mayor de publicaciones periódicas académicas de ambos lados
de la frontera Estados Unidos-México, son literalmente innumerables.
Trinidad de preocupaciones
Monsiváis es famoso ante todo por sus descripciones
analíticas y con frecuencia satíricas de las culturas populares
de la ciudad de México y, como mentor de la politizada generación
de 1968, su obra se caracteriza por su inclinación ideológica
a la izquierda. Emmanuel Carballo recuerda que, como joven crítico-reportero,
Monsiváis y sus compañeros intelectuales confundieron desde
el inicio la aventura literaria y el activismo político. Monsiváis
dedica, pues, su proyecto creativo a una trinidad de preocupaciones en
torno a la construcción de la nación: los fenómenos
artísticos, sociales y políticos de la historia inmediata
y reciente de México que repercuten sobre la democratización
progresiva de su sociedad.
Su primer libro de crónicas se introdujo subrepticiamente
en la corriente principal del fermento literario del boom latinoamericano
con textos estilísticamente exuberantes, afines al Nuevo Periodismo
norteamericano, del que Monsiváis fue y sigue siendo un lector asiduo.
En muchos de los textos de Días de guardar, dialoga abiertamente
con periodistas literarios estadunidenses como Tom Wolfe y Norman Mailer,
así como con otros intelectuales de la cultura norteamericana. La
parte central de esta compilación consiste en una serie de crónicas
que en la actualidad se mencionan con frecuencia en la bibliografía
de la llamada literatura de Tlatelolco: prosa, poesía y teatro inspirados
en la apuesta espontánea por la democracia que encarnó el
Movimiento Estudiantil, al que soldados del gobierno aplastaron la tarde
del 2 octubre de 1968, cuando emboscaron a estudiantes, padres, trabajadores
y niños reunidos para una marcha política en la Plaza de
las Tres Culturas o de Tlatelolco.
El temperamento de la sociedad mexicana
Si con Días de guardar (1970) Monsiváis
eterniza "días de observancia" profundamente simbólicos como
aquéllos del ominoso verano y otoño de 1968, las crónicas
ejemplares de Amor perdido (1977) conmemoran a protagonistas de
la historia reciente de México, entre ellos al autor de boleros
Agustín Lara, al cantante de rancheras José Alfredo Jiménez,
a la activista comunista Benita Galeana y al líder sindical Fidel
Velázquez. En esta serie de biografías metonímicas,
Monsiváis nos muestra la vida de un país que está
empezando a ingresar en la modernidad mediática.
Para cuando nos invita a contemplar con él Escenas
de pudor y liviandad (1981), mucha de la vida de la capital se ha convertido
en una telenovela; estas crónicas sondean el fondo del melodrama
kitsch de la cultura popular urbana para destacar cambios apenas
perceptibles pero reales en el temperamento de la sociedad mexicana. Monsiváis
vagabundea por antros de baile y escucha furtivamente a muchachas pobres
de clase obrera para tomar el pulso de un cuerpo urbano masivamente mediatizado
y marginado que está aprendiendo de un modo casi inconsciente a
descolonizarse.
El impulso a la libertad se eleva hasta la conciencia
en Entrada libre (1987), cuando una serie de crisis en el centro
de la ciudad de México y la periferia (poblaciones rurales) provoca
una resistencia civil extraordinaria. Desde la publicación de Días
de guardar, Monsiváis había estado documentando pacientemente
sus optimistas expectativas de democratización en una columna que
empezó a escribir para el suplemento literario La Cultura en
México, órgano importante para la generación de
1968 que Monsiváis dirigió durante años. El título
de su columna, "Para documentar nuestro optimismo", acabó adquiriendo
otro título "Por mi madre, bohemios", a modo de brindis paródico
a la "madrecita" en un ámbito político notablemente masculino.
La columna siguió apareciendo hasta hace poco con este título
en el diario de la ciudad de México La Jornada.
El optimismo que se ilustra en esta columna es tal que
el lector se ve obligado a descifrarlo, de la misma manera que la mente
analítico-sintética de Monsiváis se afana incansablemente
en buscar semillas de democracia en las estructuras profundas, donde se
cultivan significados más amplios que las crisis de la historia
pasada e inmediata de México. Este espíritu de autoliberación
se desparrama en un espléndido desorden a lo largo de los textos
reunidos en Los rituales del caos (1995). En esta compilación,
Monsiváis sigue documentando su eterno optimismo. Visitamos con
el cronista lugares culturales, ya sea un patio donde los crédulos
esperan haciendo cola que los cure el hacedor de milagros local, ya sea
un concierto de rock de Gloria Trevi para escuchar los "himnos anticonformistas"
de la escandalosa Madonna mexicana, o tal vez sólo la imaginación
apocalíptica de Monsiváis, con la que el autor se deleita
enumerando algunas de las maneras que tienen los acosados habitantes de
la tumultuosa ciudad de México de transformar lo negativo en fuente
de un orgullo compensatorio. En nuestra estancia en esos lugares, el ritual
narrativo que Monsiváis ejecuta nos permite observar la cultura
de la pobreza en México con anteojos de tercera dimensión
que, con halagos, enfocan los signos redentores de un cambio incipiente.
Portavoz informado y confiable
En vista del peso acumulativo y de la calidad de sus escritos,
Monsiváis ha sido proclamado el portavoz más informado y
confiable de México en temas culturales y sociopolíticos,
uno de los intelectuales más prestigiados de América Latina,
según la editorial de Barcelona que publicó el libro de Monsiváis
ganador del premio de ensayo en 2000, Aires de familia (cuarta de
forros). Volveré sobre la manera en que colegas y otros lectores
de Monsiváis ven al hombre y sus obras. De momento, a la luz de
lo que es el objeto principal de su producción en curso, hay dos
"pruebas" de cultura popular que podrían expresar mejor su
estatus cada vez más alto en la escena intelectual mexicana, a lo
que un irónico periodista mexicano se ha referido como "la monsivaítis,
raro fenómeno de mitificación de un intelectual".
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