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México D.F. Domingo 9 de mayo de 2004
José Antonio Rojas Nieto
Especulación y precios del petróleo
ƑQuién podría imaginarse que este año el precio internacional del petróleo pudiera ser superior en casi cinco dólares al del año pasado? Nadie, en verdad. Los cálculos iniciales preveían precios dos dólares inferiores a los de 2003. Ni siquiera la fundada hipótesis de una leve recuperación de la economía estadunidense permitía imaginar niveles anuales que, para el caso de nuestra mezcla mexicana de exportación (87 por ciento de Maya, ya nada de Istmo y 13 por ciento de Olmeca) representan 29 dólares por barril, nueve por encima del precio presupuestal.
Cierto, ya se esperaba una positiva evolución de la economía global, incluido el notable crecimiento de China, similar a 9.1 por ciento de 2003. Pero, en el mejor de los casos, esto permitía suponer un precio similar al promedio de 2003, acaso uno o dos dólares mayor. Pero no más, pues se suponía -como parece que será- que el crecimiento anual de la demanda mundial de petróleo no superará los dos millones de barriles al día. Tampoco -por cierto- se creía que la racionalización de la producción de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) -decidieron no incrementarla este año más allá de un millón de barriles al día-, elevaría tanto los precios.
ƑCómo explicar, entonces, un alza que ya acumula cerca de cuatro dólares en el lo que va del año, y que hoy tiene al marcador West Texas Intermediate (WTI) en 40 dólares por barril?
Es indudable que el inicio de la reactivación económica -no más, tampoco menos que un inicio, pero global- ha favorecido el aumento generalizado de precios de materias primas y minerales. También favorece la recuperación de la tasa de interés. Pero se discute ya si, a propósito de esta recuperación indudablemente sincronizada de la economía global, no se ha generado una dinámica especulativa que tiende a elevar más allá de lo pensado esta recuperación sin precedentes de los precios internacionales, no sólo del crudo sino de prácticamente todas las materias primas y los minerales.
Y es que inversionistas y especuladores del mundo financiero hoy se han desplazado -se asegura- hacia los futuros de los productos petroleros, de metales y minerales. Esto, en parte, explica la elevación extraordinariamente notable en la cotización del acero: entre octubre de 2003 y abril de este año el precio ponderado de sus principales productos (acero crudo, varilla, laminados, tubos alambres, entre otros) creció cerca de 60 por ciento, profundizando la recuperación de precios que había comenzado a mediados de 2002, luego de un descenso continuo de prácticamente siete años.
Pero también explica los similarmente notables incrementos de los precios del aluminio, del carbón (en la costa del Atlántico se duplicó en seis meses), del cobre, del estaño, del hierro, del níquel, del oro (que ha acelerado su ascenso continuo desde finales de 2001), de la plata, del plomo, del zinc y de otros metales y minerales. Y, sin embargo, ya hay señales de que esta especulación no puede seguir indefinidamente, dado el enorme peligro que entraña dificultar la recuperación económica y provocar una nueva retracción.
Y para colmo, vivimos una severa restricción relativa en la disponibilidad de puertos y transporte marítimo internacionales -justo para mover crudo y mercancías- vinculada al vencimiento de los plazos para certificar unos y otros (cerca de 3 mil puertos y no menos de 30 mil barcos), debido a las nuevas regulaciones de la Organización Marítima Internacional (IMO, por sus siglas en inglés), que fueron firmadas por compañías y gobiernos el 27 de noviembre del año pasado (ISPS, por siglas en inglés del Internacional Ship and Port Facility Security Code), y que serán obligatorias a partir del primero de julio de este año.
En el caso del crudo la situación es más que evidente, y la OPEP no deja de reflexionarlo y considerarlo. Por eso, pese a su propuesta de racionar su producción, insiste en cuidar el precio de su canasta (Arabe Ligero Saudita, Bonny Ligero, de Nigeria; Dubai, de los Emiratos Arabes Unidos; Istmo, de México; Minas, de Indonesia; mezcla Sahara, de Argelia, y Tía Juana, de Venezuela), para que no se llegue a promedios mensuales superiores a 28 dólares ni inferiores a 22 dólares por barril.
El objetivo de la OPEP sigue siendo 25 dólares para una canasta que el viernes cerró en cerca de 36 dólares, prácticamente cuatro por debajo del marcador WTI. Para nuestro país esta coyuntura es ambivalente. En la medida que encarece metales y minerales y muy probablemente otras mercancías y productos y, sin duda y muy pronto, tasas de interés, representa una mayor dificultad para la incipiente recuperación de la economía (todo parece indicar que registramos un promedio de crecimiento económico cercano a 3 por ciento en el índice general de la actividad económica en el primer trimestre del año, aunque no hay que olvidar que tenemos un día más de actividad por ser año bisiesto). Pero en la medida que ha permitido elevar los ingresos petroleros, proporciona mayor margen financiero para esta recuperación.
De enero a abril se han logrado ingresos por ventas externas de crudo cercanos a 6 mil millones de dólares, 30 por ciento por encima de lo que podría esperarse, con un precio presupuestal de 20 dólares por barril. Esto realmente representa muchísimo dinero en manos del gobierno, merced a los impuestos, es decir, a los derechos de extracción de hidrocarburos. Sí, muchísimo dinero. Por eso se quejan en Pemex de su déficit. šY con razón! [email protected]
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