Antonio Gershenson

Anular contratos clandestinos

En varios sentidos, hemos visto en los últimos tiempos actos que se cometen desde posiciones de poder, y que al mismo tiempo son clandestinos, contradicen no sólo a las leyes sino a la Constitución. Ahora, se impugna legalmente uno de estos actos, iniciándose un proceso que puede ir abarcando luego a otros similares.

La Unión Nacional de Trabajadores de Confianza de la Industria Petrolera presentó una demanda de nulidad de uno de los llamados contratos de servicios múltiples, suscrito por funcionarios de Pemex, en nombre de esta institución, con la petrolera extranjera Repsol. Este es un paso, que posiblemente sea seguido por otras impugnaciones, para frenar la entrega de los recursos de Pemex a empresas extranjeras.

Ese proceso, que lleva ya tiempo pero que recientemente ya incluye medidas más graves, como estos actos que de hecho implican concesión por 15 o 20 años sobre amplias extensiones del territorio nacional, ahora incluye el despido de miles de ingenieros, mandos medios y otros trabajadores de Pemex, tratando de hacer irreversible la entrega al cortar de tajo la capacidad productiva de Pemex por el lado de los recursos humanos.

Es falso que estos despidos persigan ahorro económico. La historia nos muestra que es muchísimo más cara la privatización de funciones que se ha estado cometiendo. Por ejemplo, las mayores obras financiadas con los llamados Pidiregas (endeudamiento de Pemex que es contratado por las empresas privadas que harán las obras) resultaron mucho más caras que lo presupuestado. El proyecto de desarrollo del yacimiento Cantarel se presupuestó, en 1998, en 98 mil millones de pesos. El gasto real, conforme a la Cuenta Pública de 2002, fue de 166.6 miles de millones, 84 por ciento más.

Según las mismas fuentes, la conversión de la refinería de Cadereyta se presupuestó en 9 mil 900 millones de pesos, pero costó 18 mil millones, 82 por ciento más. Y la conversión de la refinería de Ciudad Madero pasó de 6.7 miles de millones a 17.2 miles de millones, 158 por ciento más caro que lo presupuestado. Como referencia y para que se vea que no fue un asunto de devaluación, el tipo de cambio peso/dólar en ese mismo lapso aumentó sólo 5.7 por ciento.

Ante la inseguridad derivada de la prohibición constitucional de concesiones y contratos, y de la creciente oposición a estas medidas, se pretende ahora complementar el despojo económico y financiero de Pemex con su debilitamiento en cuanto a su personal. El pretexto de la falta de dinero es cada día más ridículo en la industria petrolera: el ingreso por exportaciones de crudo es, cada vez en mayor medida, muy superior a la ridícula "previsión" oficial de 20 dólares por barril. El excedente alcanza ya 6 mil millones de dólares, suficientes para construir dos refinerías. El precio del crudo mexicano de exportación ya ha estado rebasando los 30 dólares por barril.

Los despropósitos declarativos de la que podríamos llamar "ala política" del gobierno, que por supuesto han atraído la atención pública, han relegado a un rincón los silenciosos atropellos del sector financiero del mismo. Queda perdida por ahí la protesta de un gobernador que podría resumirse en tres palabras: Ƒy la lana? A finales del año pasado, y para lograr en la Cámara de Diputados un nuevo aval para usar a su discreción el excedente petrolero, funcionarios de Hacienda derramaron promesas. Este monto, supuestamente y si se hubiera tratado de una verdadera previsión del precio de exportación, debió haber sido nulo. Pero si no lo hubiera sido, dijeron, de ahí habrá recursos para los estados y municipios.

ƑCuándo han cumplido su palabra los tecnócratas? Nunca si estaba de por medio su ideología, su mentalidad que considera que el crecimiento económico es síntoma de inestabilidad y debe ser evitado. Esta mentalidad confluye en el castigo económico, financiero, y ahora en recursos humanos, a Pemex. Al ahogar a Pemex cumplen mejor con su objetivo de evitar el crecimiento, al que llaman "sobrecalentamiento de la economía". Con una política más racional no tendríamos una gradual devaluación del peso cuando sube de precio, hasta niveles sin precedente en muchos años, nuestro principal producto de exportación, el petróleo.

La política económica alternativa a la que ha predominado por más de dos décadas debe incluir no sólo el rechazo a la entrega. Debe lograr que Pemex conserve suficientes recursos económicos y técnicos para su desarrollo; que pueda contar con los recursos humanos dispuestos a llevarlo adelante, y a abastecer al país de refinados, de petroquímicos y del gas necesarios para su actividad y para su crecimiento.