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México D.F. Domingo 9 de mayo de 2004
Guillermo Almeyra
Indígenas: un importante paso adelante
En marzo del 2004, en la sede de la Organización Internacional de Trabajo (OIT) en Ginebra, los pueblos indígenas de México lograron una victoria jurídica que pasó casi inadvertida y que fue el resultado de una lucha que comenzó el 4 de septiembre del 2001. En esa fecha el sindicato de La Jornada (Sitrajor) y el de la UNAM (STUNAM) presentaron una reclamación a dicha organización internacional de la ONU alegando que el gobierno mexicano ha incumplido las disposiciones del Convenio sobre pueblos indígenas y tribales, 1089, número 169, que fue ratificado y convertido así en ley por el Congreso de la Unión. La reclamación sindical fue impulsada y defendida, durante estos años, por delegaciones indígenas del Consejo de Pueblos Nahuas del Alto Balsas, Guerrero, y de la Asamblea Nacional Indígena Plural por la Autonomía, encabezada por Marcelino Díaz de Jesús.
La OIT dio mandato al Comité de Expertos en la Aplicación de Convenios (CEACR) para que en su sesión de diciembre de 2004 estudie las reclamaciones indígenas sobre desaparición de dirigentes indios en todo el país, sobre la esterilización forzosa de hombres y mujeres, sobre el robo de tierras y los daños causados a los niños indígenas por la ocupación militar de importantes partes del territorio rural del sureste, y sobre la contrarreforma constitucional votada por el Congreso mexicano sin una real consulta previa a los indígenas y contra la voluntad de éstos. Dada la contundencia de las pruebas presentadas por los reclamantes, es previsible que el CEACR recomendará al gobierno mexicano tomar las medidas necesarias para que la legislación nacional corresponda a los compromisos internacionales asumidos por el país.
Esta es una victoria jurídica, cuya continuidad depende de la tenacidad, capacidad y continuidad de la lucha de los pueblos indígenas que se desenvuelve tanto en el terreno de la acción (con el combate por la autonomía, tanto en Chiapas con las juntas de buen gobierno, como en Guerrero, y en la defensa de los presos y los movimientos indígenas) como en el terreno de la opinión pública internacional y de las conquistas legales.
Es una pequeña victoria, pero deja grandes enseñanzas.
En primer lugar, el triunfo legal es el resultado de la alianza entre el movimiento indígena y sindicatos urbanos de trabajadores, que marca un importante hito en la alianza obrero-campesina que, lenta y tortuosamente, se está constituyendo en nuestro país.
En segundo lugar, este triunfo marca un importante progreso en la constitución de direcciones de lucha, plurales, en el movimiento indio, en el cual los nuevos profesionistas indígenas remplazan a los viejos caciques y líderes del PRI, dependientes del Estado. Tanto en la forma chiapaneca, zapatista, en la que esos dirigentes están armados o sin líderes de masa, como en la forma guerrerense, más legal pero no menos combativa, y con menos apoyo comunitario, surgen nuevas generaciones de dirigentes comprometidos con sus pueblos y con la construcción de un México independiente, justo, sin explotados.
En tercer lugar, la victoria jurídica expresa la ruptura con el provincialismo y el localismo, y la adquisición de una nueva visión internacional que corresponde a la comprensión de que a la mundialización dirigida por el capital financiero y a la sumisión de los gobiernos al gran capital hay que oponerles también una acción mundial, promovida con todas las armas (incluyendo por supuesto las legales en los organismos internacionales, en los cuales se disputa quién representa a los pueblos). La conquista del Convenio 169 de la OIT y el esfuerzo por su aplicación efectiva forman parte importante de esa lucha, que legitima la acción indígena y deslegitima las violaciones gubernamentales de los derechos políticos, sociales, culturales, humanos de los pueblos nativos.
ƑPor qué la prensa no informó adecuadamente sobre este resultado? Una parte, por oficialismo, racismo, ninguneo histórico a los indígenas. Otra, por superficialidad e ignorancia, ya que la victoria no es impresionante y ni siquiera está totalmente asegurada y, además, el Sitrajor o los indígenas están fuera del haz de los reflectores mediáticos. Un sector incluso por sectarismo, pues no alcanza a comprender que una victoria del movimiento pertenece a todos y no sólo a quienes la prepararon u obtuvieron. De este modo, la lucha de los indígenas por la condena in toto, completa, de la política indígena del gobierno, desde la no aplicación de los acuerdos de San Andrés hasta su reforma constitucional espuria e indignante, es al mismo tiempo un jalón en la educación democrática en el país, una lucha cultural por su modernización, un ejemplo de preocupación por toda la ciudadanía, no solamente por una parte de ésta, ya que la libertad y la justicia no pueden ser parciales y para algunos. Hay que felicitar al Sitrajor y al STUNAM, así como a las organizaciones indígenas, por la victoria obtenida, que no es -no debe ser- más que el comienzo de una serie de otras conquistas.
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