Víctor M. Quintana S.

Subsidios algodoneros: triunfo brasileño, inmovilismo mexicano

Gracias al esfuerzo de Brasil, secundado por otras naciones, los productores de algodón de países pobres tendrán un respiro. Por su parte, el gobierno mexicano, sin moverse un ápice de su política comercial pro estadunidense, verá beneficiados a los algodoneros, sobre todo a los del norte del país.

Todo esto porque la Organización Mundial del Comercio (OMC) acaba de emitir su fallo la semana pasada sobre los subsidios que el gobierno de Estados Unidos otorga a sus productores de algodón. Según ésta, esos subsidios "... deprimieron los precios mundiales y violaron las reglas de la OMC. Por tanto, se brinda un plazo de seis meses al gobierno estadunidense para reformar estos programas de ayuda económica a sus productores".

El fallo de la OMC es resultado de un proceso contra los subsidios estadunidenses al algodón, iniciado por el gobierno de Brasil. Fue apoyado por otros países, como Argentina, Australia, Taiwán, Venezuela, Paraguay, China, India, Canadá, Sudáfrica e inclusive algunos de la Unión Europea. Para no variar, México brilló por su ausencia.

Los principales beneficiados de este fallo sin precedente son los casi 10 millones de productores pobres del oeste de Africa. En países como Mali, Burkina Fasso y Benin, catalogados entre los más pobres del mundo, el algodón es prácticamente la única fuente de divisas. Sus economías, en crisis crónica, fueron dañadas muy seriamente por la inyección, al mercado mundial, de millones de toneladas de algodón estadunidense a precio dumping.

El gobierno de Estados Unidos vio que sus algodoneros -sólo unos 25 mil- estaban en franca desventaja frente a los bajos costos de producción en los países pobres, y a partir de ahí estableció un precio de garantía mínimo de 72 dólares el quintal. Así, llegó a dar hasta 42 dólares de subsidio, cuando el precio internacional de la fibra bajó a 30 dólares, y 25 dólares adicionales como estímulo para la exportación. Sólo entre 2001 y 2002 el gobierno estadunidense entregó a sus productores algodoneros más de 4 mil millones de dólares en subsidios, lo equivalente a todo el presupuesto de la Secretaría de Agricultura de México entonces. Con esto desquició el mercado mundial e hizo todavía más pobres a las naciones pobres.

En México, los productores de algodón tienen una larga historia de lucha contra el dumping que hacen los estadunidenses. Desde los años 60 la producción algodonera se derrumbó en el norte del país, a causa de las desleales prácticas comerciales de Estados Unidos. A mediados de los años 90 la producción nacional tuvo un nuevo impulso. Los productores se reorganizaron, hubo interesantes apoyos gubernamentales, y para 1997 y 1998 se logró un claro repunte. Sólo en el estado de Chihuahua la superficie cultivada de la fibra pasó de 3 mil 500 hectáreas en 1993 a 65 mil en 1998. Ese año se produjeron en todo el país 900 mil pacas. Y el consumo es de un millón 600 mil. O sea, habría mercado de sobra para la producción nacional...

Pero las autoridades federales permitieron a principios de este año la entrada de un millón 100 mil pacas procedentes de Estados Unidos. Era algodón de fibra corta, de mucho menor calidad que el producido en México. Adicionalmente, la industria textil compró algodón estadunidense a 60 dólares, cuando el precio internacional era de 75 dólares. Así, cuando la fibra mexicana salió al mercado, las bodegas de los textileros estaban llenas de algodón de ese país, importado a precio dumping. Sólo en Chihuahua se quedaron sin vender 150 mil pacas y se perdieron más de 13 millones de dólares.

Ahora las cosas serán diferentes. Nuestros algodoneros podrán empezar a reconstruir sus economías poco a poco y no será gracias al gobierno de México, el cual volvió a su postura inmovilista y subordinada a Estados Unidos en todo el litigio algodonero en el seno de la OMC. Será gracias al compromiso de gobiernos como el que encabeza Luiz Inacio Lula da Silva, en Brasil, que están decididos a combatir en las cúpulas internacionales por un comercio mundial justo, combinando sus esfuerzos con las batallas cotidianas de los movimientos campesinos de todo el planeta.