Hija espiritual de Silveti

Marbella Romero: visión feminista de la fiesta brava

LUMBRERA CHICO

Hace nueve días nació un nuevo diario en el occidente del país. La Jornada Michoacán empezó a circular en aquella entidad el domingo 18 del caluroso mes primaveral que vivimos. En la primera plana del segundo número de ese rotativo hermano, bajo la firma de Fernando Barrón Basurto, apareció una reveladora entrevista con una de las seis novilleras que en fechas recientes han despuntado en el horizonte nacional. Se trata de la moreliana Marbella Romero, flamante ganadora de la Oreja de Plata que se acaba de disputar en la plaza El Relicario-Joselito Huerta de la ciudad de Puebla.

La entrevista llama la atención porque transparenta la clara inteligencia de una muchacha que, a la par de Hilda Tenorio, se encuentra a la vanguardia de la rama femenil de la fiesta. En esa conversación, Marbella confiesa que su afición por la tauromaquia surgió una tarde -no precisa cuál- en que vio actuar a David Silveti. Observó cada uno de sus movimientos en el ruedo, sintió la intensa emoción que el diestro provocaba en los tendidos, gritó de susto cuando el toro empitonó al galante matador y, en ese momento, "supe que ésa era mi vida y el oficio al que quería dedicarme para siempre".

Pero si David Silveti fue su padre espiritual y artístico, Marbella reconoce que su padre sanguíneo "ha sido el toro más difícil que he tenido que lidiar". Sin mencionar el nombre de su progenitor físico, la novillera subraya que éste se opuso en todo momento a su recién descubierta vocación y le puso mil obstáculos en el camino, a pesar de los cuales, a fuerza de perseverar, logró realizar el sueño de vestirse de luces.

En premio a su tesón, debutó en la Monumental Plaza Muerta (antes México) en el festejo nocturno del 10 de octubre de 2003 y quedó inscrita en la historia como la primera mujer michoacana que pisa la arena del embudo de Insurgentes. Bastante más crecidita que Hilda Tenorio, Marbella estima que la participación de las muchachas en el ingrato y peligroso oficio de torear se incrementó a raíz de la temporada, allá por los tempranos años 90, en que la matadora española Cristina Sánchez se presentó en las plazas más importantes del país.

"Cuando vino Cristina fue el año en que más toreé y se me dieron los triunfos que hoy me han permitido llegar al lugar donde me encuentro", afirma la moreliana. Ahora, agrega, el hecho de que haya más novilleras en el país "nos permite movilizarnos" para lograr que a las futuras generaciones "no les cueste tanto trabajo ser aceptadas" por los empresarios y, sobre todo, por los ganaderos, porque si éstos no confían en ellas, no las invitan a tentar en el campo bravo y no las apoyan para que formen parte de los carteles, entonces su destino será la marginalidad.

Con gran profesionalismo, Marbella dice que se prepara "tanto en el aspecto físico como nutricional, ya que el toro también se prepara y para vencerlo tienes que estar mejor que él". Y cuando se le pregunta por la diferencia entre hombres y mujeres, dice que "a la hora de las cornadas el dolor es igual para todos".