México D.F. Lunes 26 de abril de 2004
El estado asiste a un proceso de fundación
cultural que comienza a dar frutos
BCS, lista para recrear su identidad
En los últimos años han emergido con fuerza
escritores, sobre todo poetas, y artistas plásticos, algunos reconocidos
Escuela y orquesta estatales, punto de partida para la promoción
musical
ARTURO JIMENEZ
Con el océano Pacífico y el Mar de Cortés
a sus costados y un prolongado desierto al norte, los habitantes de Baja
California Sur saben que están ''cerca de ningún lado" y
que entre sus ciudades, a cientos de kilómetros una de otra, no
hay ''pueblos de paso''.
Por ejemplo, el lugar más cercano a La Paz, la
capital del estado, está a 800 kilómetros por tierra, 12
horas en autobús. Se trata de Guerrero Negro, donde están
las salinas a cielo abierto más grandes del mundo. Topolobampo,
en Sonora, está a ocho horas en barco.
Distantes en muchos aspectos del ''acontecer nacional''
y pertenecientes a una península tan grande, el ánimo de
los sudcalifornianos es, más bien, el de los habitantes de una isla.
''En lo cultural, buscamos romper ese aislamiento'', manifiesta
el director del Instituto Sudcaliforniano de Cultura (ISC), Alfonso Gavito,
quien agrega que el ''rencor hacia el centro" también está
en declive.
Gavito y Leticia Bustamante, jefa del Departamento de
Publicaciones y Literatura del ISC, se encuentran en la ciudad de México
porque esa entidad y Sonora son invitadas especiales de la tercera Feria
de la Lectura de Coyoacán, en el Jardín Hidalgo.
Ambos comentan sobre la singularidad de su estado y el
auge incipiente que ha comenzado a experimentar la cultura sudcaliforniana,
sobre todo la literatura, la labor editorial gubernamental y las artes
plásticas.
Mar, desierto, soledad y tamales
Con
pocos hechos históricos ''relevantes'' y sin un legado indígena,
los sudcalifornianos andan en búsqueda de una identidad de la cual
afianzarse, tanto los que provienen de varias generaciones locales como
los nuevos colonizadores. Sería, sin embargo, una identidad que
quizá ya esté ahí, lista o casi lista para ser recreada.
El estado sigue enriqueciendo su cultura de mar, desierto
y soledad con aportes de los inmigrantes, sobre todo de jornaleros agrícolas
y trabajadores de la construcción provenientes en su mayoría
del sur del país.
Son michoacanos, guerrerenses y, en especial, oaxaqueños.
Las tamalizas, el Día de Muertos y la Guelaguetza ya se celebran
allá. Esa identidad buscada con seguridad incluirá el cosmopolitismo,
la diversidad y la apertura al exterior.
Los tres pueblos originarios (guaycuras, cochimíes
y pericues, todos nómadas) fueron exterminados en siglo y medio,
a partir del XVIII, con las políticas para asentarlos. Ellos quizá
eran descendientes de los autores de las pinturas rupestres de San Francisquito.
Pero antes, ni Hernán Cortés en 1535, en
busca de oro, perlas y amazonas, ni el padre Kino en 1680, en pos de nuevas
almas, pudieron conquistar el territorio ni comenzar la colonización.
Sólo en 1697 los jesuitas, con Juan María
de Salvatierra a la cabeza, pudieron fundar Loreto a la mitad del estado
y construyeron la primera de sus 18 famosas misiones. Pero la ruta evangelizadora
avanzó hacia el norte, al ahora estado de Baja California y a California.
Mientras los rusos, desde Alaska, avanzaban por la costa
del Pacífico. Al parecer la península de Baja California
también estaba entre sus planes. Eso ya no espanta a los peninsulares,
pues después vinieron 19 intentos de Estados Unidos por apoderarse
de ese codiciado territorio.
''¡Quiero también la fuerza!"
Baja California Sur es como otro México, dijo alguna
vez el poeta y periodista Fernando Jordán (DF, 1920-La Paz, 1956),
quien escogió esa tierra para suicidarse, quizá -se especula-
por el ensimismamiento que provoca la infinitud del paisaje. El es de los
que más han aportado en esa búsqueda de identidad.
Antes rechazado, en especial por las ''elites", y ahora
ya aceptado, sobre todo por los creadores, intelectuales e investigadores,
Jordán es autor del libro-reportaje El otro México, biografía
de una península, y del extenso poema Calafia, especie
de diálogo entre esa tierra y el resto de México:
''¿Por qué olvidada estoy?/ ¿Por
qué tan sola?/ ¡Basta ya de dolor y vana espera!/ ¡Quiero
también la fuerza!"
No hace ni 20 años, aquellas tierras eran un páramo
cultural. Es entendible porque hace apenas tres décadas que pasó
de ser ''territorio'' a ''estado'', y porque gobernar allá era un
asunto de ''militares, cacicazgos políticos, económicos y
corrupción''.
De unos años para acá y tras el trabajo
de la Universidad Autónoma de Baja California Sur y el ISC, ha comenzado
a emerger su primera generación de escritores, sobre todo poetas,
y de artistas plásticos reconocidos, algunos con premios nacionales
y uno que otro internacionales.
Con el programa editorial Un libro, un mes, del
ISC, puesto en marcha hace 15 meses, se pretende publicar unos 40 títulos
al final de la presente administración estatal, que concluirá
en un año. ''Es una política cultural sin precedente'', sostiene
Gavito.
Tierra de poetas
Entre los poetas destacan Leonardo Varela, autor de libros
como Las razones del múrice y ganador de los premios Internacional
Jaime Sabines y Nacional Enriqueta Ochoa; Dante Salgado, quien preparó
El jardín de las miradas y otros; Gabriel Rovira, creador
de Discurso del asombro, y Martha Piña Zentella, de Encallar
la luz.
Ellos protagonizan la búsqueda de identidad, pero
también el cambio de una ''poesía contemplativa y enunciativa"
del paisaje a una más ''de vanguardia", aunque sin abandonar, por
fortuna, la sensibilidad local que la hace diferente.
La narrativa avanza bien en cuento, pero ''la novela sudcaliforniana
no existe, está por hacerse", reconoce Leticia Bustamante, también
especialista en literatura.
La participación de Baja California Sur en la tercera
Feria de la Lectura de Coyoacán incluyó una conferencia de
Alfonso Gavito sobre El otro México, mientras Rovira y Varela
presentaron sus respectivos poemarios.
También Micheline Cariño dio a conocer El
primer emporio perlero sustentable del mundo. Y Lorella Castorena presentó
su libro Sudcalifornia: el rostro de una identidad, título
esencial para comprender al estado.
Entre los artistas plásticos de la entidad sobresalen
Aníbal Angulo, pintor, grabador y fotógrafo; Julieta Sánchez
Hidalgo, pintora ganadora de premios nacionales, e Yves Gregoire Lizárraga,
pintor. También transitan del paisaje al abstraccionismo y otras
corrientes sin abandonar su singularidad.
En 2003 se realizó la bienal Carlos Olachea, en
honor del pintor del mismo nombre. Hace poco la exposición Mujeres
sudcalifornianas en la plástica congrego el trabajo de más
de 30 creadoras.
El precio de la distancia
Desde hace tres años y medio se creó la
Orquesta Juvenil de Baja California Sur. Aunque modesta y con sólo
40 integrantes, busca ser punto de partida, junto con la Escuela de Música
estatal. Este 3 de mayo, durante las Fiestas de Fundación de La
Paz, la orquesta será dirigida por Arturo Márquez, autor
de Danzón número 2.
Llevar a Baja California Sur una orquesta, un grupo de
danza o un colectivo de teatro es una decisión seria, pues debido
a las distancias los costos del transporte cuestan el doble en relación
con los traslados a otros puntos del país.
A veces los pasajes son más caros que los honorarios
de los artistas, señala Gavito. Pese a ello, ya han tocado en la
entidad agrupaciones como la Orquesta Sinfónica Nacional, con una
inversión de un millón de pesos.
Entre los pro y los contra de la situación singularísima
de Baja California Sur, Gavito destaca los primeros:
''Todo o casi todo está por construirse, no en
los aspectos políticos, de dominación, sino de la cultura
y el arte como alternativas para la ciudadanía. Estamos en la posibilidad
de comenzar a sembrar. Es un poco como una utopía en la que la vida
puede organizarse de mejor manera.''
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