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México D.F. Lunes 26 de abril de 2004
Rubén Jiménez Ricárdez
El gobierno panista de Morelos
El gobernador panista Sergio Estrada se río de la solicitud de juicio político en su contra. Y no es raro: la frivolidad ha caracterizado su desempeño. Recordémoslo vestido de chiquidrácula en una fiesta en la casa de gobierno; con diversas novias paseando en el helicóptero del amor, cuya compra nunca fue plenamente justificada; escandalizando una madrugada en la pista de go-karts, acompañado de su coordinador de asesores, en esos días acusado de fraude; protegiendo a su cuñado, sospechoso de pertenecer a una banda de robacoches que operaba en Morelos, emitiendo la frase célebre (que acaso la fracción del PAN pedirá que se inscriba en el Congreso), según la cual sólo a él le importa lo que hace de su bragueta hacia dentro.
Cabe la posibilidad, es cierto, de que su risa fuera nerviosa: la crisis desatada tras la aprehensión de su coordinador de la policía judicial y las sospechas de que el suyo es un narcogobierno lo están dejando solo, pues forzaron ya la salida de su procurador y de su secretario de Gobierno y pende sobre él la solicitud del Congreso para que pida licencia.
La crisis tiende a profundizarse, entre otras causas porque la dirección del PAN en Morelos está en manos de un grupo cerrado conocido como La Sagrada Familia, así llamado para aludir a sus orígenes en los movimientos católicos y su filiación yunquista, y también debido a los lazos familiares que mantienen entre sí. Y aunque el gobernador no es miembro de ese grupo, sino de otro de neopanistas conocido como La Familia Feliz, la dirección estatal del Acción Nacional ha decidido defenderlo a toda costa.
Y es que los intereses de ambas "familias"parecen coincidir en lo fundamental respecto al modo de enfrentar al movimiento social y a la oposición. Basta recordar la represión a las obreras de Confitalia, a las enfermeras y doctores del Hospital del Niño Morelense, al pueblo de Temoac, a las jovencísimas estudiantes de la normal rural de Amilcingo, a los defensores del Casino de la Selva, a los abogados no aliados al gobierno, o el reciente asalto policiaco contra el pueblo de Tlalnepantla, con saldo de un ciudadano muerto.
El PAN morelense ha enfrentado a la oposición con descalificaciones y cooptación (el modo elegante de decir comprar). Así obtuvo la adhesión de la mayoría de los diputados del PRI durante la legislatura pasada (según denuncia de la propia dirección local de ese partido), pues, al igual que ahora, el blanquiazul estaba en minoría. Esa maniobra le permitió aprobar una reforma que dificulta someter a juicio político al gobernador, y una cuenta pública con gastos sin justificar por más de 200 millones de pesos (según reconocía el dictamen originalmente presentado al Congreso). Indicios de corrupción que, salvo por su monto, no eran novedad, pues teníamos presente el caso de los llamados sergiobonos, escandalosa apropiación de dinero público que se repartieron el gobernador y sus principales funcionarios apenas llegados al gobierno.
A lo largo de más de tres años asistimos a un creciente deterioro de la vida social, política y económica de Morelos. La desatención al agro y un irrefrenable proceso de cierre de empresas han causado un constante aumento del desempleo y la pobreza, junto con el incremento de la inseguridad y de la delincuencia. Pero hay que enfatizar la protección oficial al narcotráfico, que ha propiciado -según datos de la Procuraduría General de la República (PGR)- un sostenido crecimiento en el consumo de drogas, especialmente entre niños y jóvenes.
ƑPor que entonces se ríe el gobernador? Su responsabilidad en la protección al narco, al menos por omisión, es ineludible. Pero, además, la PGR lo investiga por su posible vínculo con el cártel de Juárez a través de su relación con la hija de uno de los jefes de ese grupo.
Hace unos días, el coordinador de los diputados panistas arrojó una botella de agua sobre un conocido luchador social que depositó unos billetes de juguete sobre la curul de un diputado que se pasó del PRD al PAN. Rijosos, violentos, los panistas están nerviosos, y ello torna más peligrosa aún la coyuntura morelense. Han hundido al estado en la más grave crisis política después de la caída de Carrillo Olea, en 1998, y no parecen dispuestos a rectificar del único modo posible: propiciando la salida de Sergio Estrada Cajigal de la gubernatura. Aunque a fin de cuentas, éste ya es un cadáver político. Y para el panismo, las dificultades para gobernar sólo pueden incrementarse conforme pase el tiempo. [email protected]
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