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"México no va a ninguna parte" 26 de abril de 2004


Alejandro Migoya ha logrado que su empresa sobreviva en estos tiempos difíciles. Socio de una empresa de propiedad familiar, dedicada a la industria textil desde hace 60 años, cada día debe resolver problemas asociados con la apatía gubernamental y la corrupción, como el contrabando. Su fábrica El Volcán, en Atlixco, estado de Puebla, que da empleo a 200 personas, sigue funcionando en un medio cada vez más hostil: a la competencia desleal desde el exterior se suma la ausencia de un sistema financiero y fiscal orientado a la promoción económica y la inexistencia de una política industrial mínima. "Estamos en la peor época de la historia como empresarios medianos", reflexiona en esta entrevista.

-- P. Son tres años de estancamiento de la industria, ¿se advierte que haya recuperación?

-- AM. Me parece que todavía no. Al menos no se nota a nivel general. Sigo viendo un mercado interno igual de escaso y, desde luego, persisten problemas como un gran contrabando de mercancías. Ni yo, ni la gente con la que hablo regularmente, advierte una mejoría en el mercado.

-- P. ¿Cuáles han sido las mayores dificultades para mantenerse a flote en estos años?

-- AM. En la industria textil, y en algunas otras como la del juguete, zapato y hule, las mayores dificultades son el contrabando tan brutal y el hecho de que quizá ya no somos competitivos. Por ejemplo, en el costo de la energía eléctrica. En general, México es un país relativamente caro para un tipo de industria, con muchos renglones que no se toman en cuenta, como seguridad o robos. El deducible de un seguro de robo en mi empresa es mayor a 50 por ciento lo que contrasta fuertemente con otros países. No creo que se trate de comparar país contra país. Lo que veo es que ciertos países se están encaminando hacia algo. Los más avanzados hacen hincapié en las nuevas tecnologías, como la biotecnología, con todo lo que eso abarca en medicina y agricultura; están inmersos en la industria aeroespacial o en Internet de alta tecnología. Otro tipo de país se enfoca a la producción con mano de obra y energía barata. Mi pregunta es hacia dónde se enfoca México. La impresión que tengo es que a ningún lado.

-- P. ¿De qué manera afecta la operación en el día a día de la empresa las restricciones del sistema financiero?

-- AM. Lo que ha pasado en México es que el financiamiento se da a través de las empresas mismas. Y eso ha ahorcado a las industrias. Yo tengo que vender a más plazo y cobrar a más plazo, pero esa es la única forma de financiar. No existe una cultura de capital de riesgo. Puede haber una persona con una muy buena idea, pero necesita un respaldo económico. En otros lados existe capital de riesgo.

-- P. ¿Cómo se han ido formando estas cadenas paralelas de financiamiento?

-- AM. A mis proveedores les pago con retraso, a mi me pagan más tarde. Pero como yo soy el productor, estoy en medio del sándwich. Un comerciante tiene la ventaja de que si no vende deja de comprar, un productor no puede.

-- P. Desde hace varios años, en la administración federal se dijo que la mejor política industrial era no tener política industrial. Parece que esa línea se mantiene. ¿Qué consecuencia ha tenido esta visión o falta de visión?

-- AM. Me cuesta trabajo asimilar ese dicho. Coloca a México en una gran desventaja frente a los países que sí la tienen y se encaminan a algo. El textil, que es mi ramo, por ejemplo: Turquía tiene toda una política sobre industria textil y ahora es una gran potencia. Pero es un trabajo de 20 años. No me imagino un país que no planee a 30 o 50 años. Aquí en México parece que no hay planeación ni de corto plazo. Las grandes empresas trasnacionales muchas veces se van y vienen con gran facilidad. Pero las pequeñas y medianas empresas familiares son las más difíciles de crear en un país. Son producto de dos o tres generaciones. En Italia hay cantidad de pequeñas empresas que se unen y son un éxito en cuanto a número de patentes e inventos. Apostar sólo a la gran empresa no parece lo ideal. Pero el sector que ocupa más mano de obra y propicia una mejor distribución de riqueza es la pequeña y mediana empresa. Una vez que cierra una planta es difícil que regrese. La expectativa de un joven promedio en México es emigrar o ser vendedor ambulante.

-- P. ¿Sigue sin haber una definición clara de política industrial?

-- AM. Yo no siento que la haya.

-- P. ¿Desde el gobierno se crean condiciones efectivas para la operación de las empresas?

-- AM. No

-- P. ¿Cómo han sido los últimos años de la industria textil?

-- AM. Muy malos. La mitad de la industria, o quizá más, cerró en los últimos 10 años, a partir de la apertura a los productos asiáticos, principalmente. No estoy de acuerdo en solapar la ineficiencia en un mundo tan competido, pero tampoco podemos competir con productos abaratados por el dumping o los subsidios. Aquí en México hay telas que llegan de fuera y que se están vendiendo a un precio menor al del algodón en bruto. Es imposible competir así. La industria textil se encuentra ahora en la peor época de su historia. Hay Remedio. Lo primero es que se compita con base en reglas justas, sin precios reducidos por la competencia desleal o los subsidios.

-- P. La competencia de China ya es una realidad. Aumenta cada día. ¿Qué hacer?

-- AM. Hasta ahora lo único que se ha hecho es tener muchas pláticas con el gobierno. Yo la enfrentaría, primero, con la reducción del contrabando. El área de aduanas dice que no puede, se da por vencida. No se cómo le hacen los países que sí controlan sus aduanas, pero si aquí no pueden entonces que los copien. Si se controla el contrabando va a haber más empresas competitivas en México. Si además se dan mejores condiciones, como reducir el precio de la energía, las regulaciones y se crea un sistema fiscal más sencillo, todo eso reduce costos y permite ir modernizando.

-- P. ¿Cómo prevé que serán los próximos tres años?

-- AM. No soy muy optimista en cuanto a la economía, pero tampoco en cuanto a la política. Siempre las cosas pueden cambiar. Hay algunos avances. Por ejemplo, ahora puedo expresar mis opiniones sin ningún temor. Pero económicamente no veo hacia dónde se encamina México. No hay visos de mejoría en el campo, en la industria tampoco. La economía la están manteniendo los emigrantes, el petróleo, algo de turismo ­y tampoco hay una política turística definida­. El petróleo se acabará algún día. =


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